Tribuna informativa – Semana 24/2017

  1. Malas previsiones para la cosecha española de cereales

De acuerdo con lo publicado por el Consejo Sectorial de Cereales de Cooperativas Agroalimentarias, las primeras previsiones para la próxima cosecha son francamente preocupantes.

Mientas que en el año 2016 la cosecha cerealista española fue de 23,5 millones de toneladas y en 2015 de 18,6 millones, las primeras previsiones para el 2017 apuntan a los 15,2 – 15,3 millones de toneladas.

Varias son las causas que están desembocando en la mencionada situación. Por una parte, está la falta de agua durante prácticamente todo el ciclo de cereal y en la inmensa mayor parte de su zona de producción; por otra, han influido negativamente las elevadas temperaturas que desde la mitad de marzo se han producido en casi toda España. A estas dos circunstancias debe sumarse una tercera: la espectacular caída de las temperaturas que tuvo lugar a finales de abril que originó, especialmente en Castilla y León, gravísimos daños al cereal.

Efectivamente, la CC.AA. más afectada es la de Castilla y León, que ha pasado de producir 8,8 millones de toneladas de cereal en el año 2016 a tener unas previsiones para el 2017 de 3,3 millones de toneladas y Castilla-La Mancha, que pasa de 4,4 millones de toneladas en 2016 a 2,8 millones en 2017.

En este contexto, las previsiones de 2017 hablan de una producción de 3,7 millones de toneladas de trigo blando (frente a las 7,2 del año 2016); de 5,8 millones de toneladas de cebada (9,4 millones en 2016); y de 3,2 millones de toneladas de maíz (3,6 millones en el año 2016).

Por su parte, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ha publicado un informe en el que también hace énfasis en la presumible disminución de la cosecha de grano en España, en la campaña 2017/2018. De acuerdo con lo expuesto por el USDA, la fuerte demanda de materia prima para la alimentación animal seguirá elevada. Ello va a obligar a España a incrementar las importaciones en esta campaña 2017 y a modificar las fórmulas de los piensos.

Nuestro déficit anual en cereales suele oscilar alrededor de los 9 – 12 millones de toneladas; no obstante, ante la situación de cosecha que se avecina y del hecho de que también se resienta negativamente la disponibilidad de los pastos puede hacer que el mencionado déficit global supere los 15 – 16 millones de toneladas.

  1. La patata andaluza por los suelos

La patata, que no tiene regulación específica en la OCM, es un sector de una notable importancia económica y estratégica en nuestra agricultura. Genera, de acuerdo con las últimas estimaciones, más de 20.000 empleos en toda España:

Es especialmente importante en Andalucía, que tiene, según datos de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, una producción media de unas 280.000 toneladas y ocupa unas 10.500 hectáreas. La patata se produce en todas las provincias andaluzas, destacando Sevilla, con 5.200 hectáreas; Cádiz, con 1.600; Málaga, 1.300; Granada, 800; Córdoba, 660; Almería y Huelva, 450 y, por último, Jaén, con 80 hectáreas.

Cómo ya se ha comentada en alguna otra ocasión en esta misma tribuna, la situación que los agricultores andaluces del sector de la patata están atravesando, desde hace ya mucha semanas, es realmente muy grave.

Frente a unos costes de producción, que la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Andalucía estima en 0,29 cts. de euro/kg el precio de compra en campo, se ha situado alrededor de los 0,12 cts./kg.

La razón de esta situación, que ha venido a agravar un mercado ya de por sí notablemente inestable, es, en gran medida, la aparición en el mercado, de forma continuada, de patata vieja francesa mantenida en cámaras frigoríficas durante seis meses. No hay que olvidar aquí que la estructura productiva española está muy atomizada por lo que, al igual que acontece en otras producciones, no tiene capacidad de concentrar su oferta, produciéndose, en consecuencia, importantes oscilaciones de precios en función de cada campaña.

Según la UOA andaluza, al margen de mejorar las estructuras productivas y de comercialización, la solución pasa por aumentar el consumo nacional, identificando correctamente el producto y dándole al consumidor la oportunidad de elegir la patata nueva española frente a la vieja francesa. Ello comporta necesariamente establecer un correcto etiquetado de los envases comerciales de patata (sometido a los preceptivos y regulares controles), que aporten una información comprensible, veraz y precisa al consumidor, haciendo especial hincapié en el origen de las patatas.

De momento, las soluciones no aparecen y la situación es cada vez más crítica.

  1. Real Decreto sobre identificación del origen de la leche y de los productos lácteos

Don Carlos Cabanas, secretario general de Agricultura y Alimentación, ha señalado en Santiago de Compostela, donde ha participado en la inauguración de una jornada sobre el sector lácteo, organizada por Unions Agrarias-UPA, que ya se ha concluido la fase nacional de la tramitación del real decreto sobre identificación del origen de la leche y los productos lácteos, de tal forma que la próxima semana se remitirá el texto a los servicios de la Comisión Europea para su informe preceptivo.

Una vez que se disponga del informe favorable de la Comisión, la norma se enviará a la consideración del Consejo de Ministros, que podría aprobarlo antes de final de año.

El el secretario general también hizo hincapié en los avances que está realizando el Ministerio en el desarrollo de sus compromisos previstos en el Acuerdo por la Sostenibilidad del Sector Lácteo.

Sin duda alguna, es una buena noticia para el sector y también para los consumidores que, finalmente, podrán saber, en este caso concreto, dónde se ha producido lo que compran y consumen.

No obstante, que nadie se llame a engaño; esta identificación no podrá solucionar los graves problemas estructurales que tiene el sector lácteo español en el ámbito comercial, al carecer de una cadena de valor y estar su cadena alimentaria totalmente subordinada al dictado de la distribución.

Como reconocía el propio secretario general, el actual “precio medio oficial de compra de los primeros compradores” en el mes de abril estaba situado en los 30,39 €/100 kg; el real, el que llega al bolsillo de los ganaderos, estaba alrededor de los 29 cts. de euro/kg. Al día de hoy, no ha subido realmente, cuando, por ejemplo, en Alemania supera los 37 cts. /kg.

  1. El glifosato sigue en el ojo del huracán

Las actuaciones de la Unión Europea respecto del tema del glifosato están trayendo cola y han desencadenado una serie de tensiones sociales que no van a ser fáciles de manejar por parte de las autoridades de Bruselas. Así, por ejemplo, la iniciativa ciudadana europea (ICE) que solicita a los Estados miembros que dictaminen la prohibición del glifosato en el seno de la Unión ya ha conseguido recoger más de un millón de firmas de siete países. Esta cifra es el mínimo necesario para que la Comisión Europea (CE) esté obligada a darle respuesta (la petición permanecerá abierta durante un año y, después de este tiempo, la Comisión Europea deberá abordar, sí o sí, esta cuestión).

La mencionada iniciativa ha sido impulsada por organizaciones ecologistas de varios países con el objetivo de evitar que se produzca la renovación de la licencia de este herbicida en la U.E. Y, en menos de seis meses, ya tiene contabilizados más de 1 millón de apoyos europeos, amén de una financiación de 307.000 euros, según los últimos datos que se conocen.

No hay que olvidar aquí que, ya en marzo del año 2015, los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertaban acerca de la posibilidad de que el glifosato pudiera ser cancerígeno. No obstante, la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) publicó seis meses después un informe en el que se decía exactamente lo contrario (lo que ha dado lugar a que de los Verdes en el Parlamento Europeo hayan solicitado al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que investigue los informes sobre el glifosato de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), porque creen ver en ellos un “potencial conflicto de intereses”.

En este marco tan contradictorio, el eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi, ha pedido a la Comisión Europea “sentido común” y que se abra una investigación “transparente para un debate democrático de calidad”, con el que poder “repensar nuestro sistema agrícola y proteger nuestra salud”.

  1. Amazon sigue avanzando

Cuando Amazon aterrizó en el “mundo de la alimentación”, ya advertimos de que no era ningún capricho ni ningún experimento, sino que, muy al contrario, había venido para quedarse

Ahora, Amazon ha dado un importante paso más en la dirección señalada y han entrado con una enorme fuerza en el negocio de la alimentación, en base a tiendas físicas, con la compra de la cadena de supermercados estadounidense Whole Foods.

Whole Foods tiene 450 tiendas conocidas por vender productos orgánicos. Conviene señalar aquí que la denominada “comida orgánica” ha dejado de ser un producto exclusivo de las familias con rentas altas en Estados Unidos. En este sentido, la cadena Whole Foods suma cada trimestre resultados que dejan con la boca abierta a muchos en Wall Street, cuando la economía del país sigue mostrando aún dificultad. Por sus tiendas pasan siete millones de clientes a la semana.

 

El pasado mes de marzo, Whole Foods se convirtió en la primera gran cadena de supermercados que ha anunciado, en Estados Unidos y Canadá, que indicará en todos sus productos el contenido de organismos genéticamente modificados.

La operación está valorada en 13.700 millones de dólares (12.300 millones de euros, al cambio actual), con lo que se convierte en la mayor adquisición hasta la fecha realizada por Amazon y es, sin duda alguna, la fusión más importante en el comercio minorista. El resto de compañías del sector en Estado Unidos están acusando claramente esta actuación estratégica de Amazon.

Sería positivo que, en España, se tomara buena nota del quehacer de Amazon en nuestro “mundo”.