Tribuna informativa – Semana 18/2017

  1. Los lobos y el sur del Duero

Esta es una cuestión que no es nueva y que históricamente parte, técnicamente hablando, de una triple acción poco afortunada; la primera, la de “permitir”, en su momento, que el lobo atravesara el Duero, cuando se había advertido reiteradamente de la negatividad de este hecho; la segunda fue no atajar adecuadamente este problema en sus inicios, cuando era técnicamente posible; la tercera fue considerar en esta zona a los cánidos como especie protegida y, en consecuencia, prohibir su caza (tal y como se enmarca en la directiva comunitaria de Aves y Hábitats).

Las consecuencias han sido exactamente las que eran de esperar (al igual que ha sucedido en otras zonas del planeta ante situaciones similares; piénsese, por ejemplo, en la plaga actual de canguros en Australia). En efecto, ante la falta de “enemigos naturales” capaces de garantizar un “equilibro poblacional estable” se ha generado un crecimiento importante de esta población de lobos y, paralelamente, una colonización por parte de los mismos de amplias superficies en la zona referenciada (con el consiguiente y creciente perjuicio a la ganadería extensiva, perfectamente constatado y constatable).

Esta realidad ha dado lugar a que nuestro Ministerio, con muy buen criterio, haya solicitado a la Unión Europea, en más de una ocasión, la posibilidad de ejercer al sur del Duero un mayor control y una gestión adecuada de esta población (obviamente sin poner en peligro en España su condición de “especie protegida”). Hasta la fecha, la Comisión Europea (con una clara muestra de desconocer la realidad de los hechos) había abortado esta posibilidad (negándose a modificar la directiva mencionada).

Ahora, La Comisión Europea está ocupada en la elaboración de un nuevo plan de acción en el que se pone encima de la mesa la posibilidad de “flexibilizar”, hasta el año 2019, la gestión del lobo al sur del Duero.

Ello va a abrir la puerta para poder realizar, a partir de la homologación de las medidas al norte y al sur del Duero, una adecuada gestión del mencionado problema, que ahora ya es realmente complejo. La misma permitirá, también en el sur, cuando técnicamente sea conveniente, la realización de las correspondientes batidas con el fin prioritario de regular y de estabilizar la población de lobos, situándola, en esta zona, en unos límites técnica y económicamente asumibles y compatibles con los intereses de los ganaderos.

Probablemente, la mencionada flexibilización no será inicialmente del agrado de ecologistas y animalistas, pero estos colectivos deben entender que una gestión técnicamente correcta del lobo (en todo el territorio) acabará beneficiando a la propia especie, porque la situará en una posición real de estabilidad y aceptación general, que podrá garantizar, a largo plazo, su propia supervivencia.

  1. El concepto “un bienestar” (one Welfare)

Desde hace tiempo, se utiliza y se aplica, especialmente en el I Mundo, el concepto de “Una Salud” (one Health); el mismo fue introducido a comienzos de la década del 2000, resumiendo en pocas palabras una realidad que era conocida desde hace más de un siglo y que afirma que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten.

La Organización Internacional de Epizootias (la OIE) apoyó desde el primer momento este enfoque, promocionando un planteamiento colaborativo global para afrontar, asumir y comprender los riesgos que deben afrontar la salud humana y la sanidad animal, en lo que atañe a los animales domésticos o a los animales silvestres, y a los ecosistemas.

No debe minusvalorarse el hecho de que estos riesgos se acentúan con la globalización, el cambio climático y las nuevas pautas del comportamiento humano. Todo ello multiplica las oportunidades para que los patógenos colonicen nuevos territorios y evolucionen bajo nuevas formas (así, por ejemplo, sabemos que enfermedades de transmisión esencialmente de persona a persona circulan en animales o tienen un reservorio animal identificado, pudiendo causar graves crisis sanitarias, como se ha puesto de manifiesto recientemente con la epidemia de la enfermedad causada por el virus del Ébola).

Ahora, el concepto “Un Bienestar” (one Welfare) da un paso más, ampliando lo asumido por “Una Salud” y reconociendo la relación existente entre el bienestar humano, el bienestar animal, el medioambiente y la diversidad animal.

Consecuentemente, este concepto de “Un bienestar” pretende establecer una colaboración interdisciplinar real con el objetivo primero de mejorar el bienestar humano y el bienestar animal en un ámbito global.

A partir del mismo, se defiende la idea, que sin duda puede ser cierta, de que las mejoras simultáneas del bienestar humano y animal pueden llevar, con una visión a medio plazo, por poner un ejemplo en el ámbito de la producción animal (que comporta necesariamente una reducción drástica del maltrato animal y del abuso), a una mejora de la productividad, de la calidad de los productos y de la seguridad alimentaria.

Obviamente, la aplicación general de los conceptos reseñados generará, por ejemplo, modificaciones sustanciales en ciertos sistemas de producción y en algunas técnicas pecuarias, generando finalmente beneficios al bienestar, tanto a la especie humana como a las bases animales, al medio ambiente y a la biodiversidad.

Paralelamente, la adopción de este concepto por parte de la comunidad científica, también permitirá identificar y promocionar nuevas líneas de investigación con la finalidad de conseguir los resultados ya reseñados de forma económicamente asumible.

  1. El Campo de Dalías y la logística en el transporte

El Poniente almeriense (llamado también “Campo de Dalías” es, sin duda alguna, el centro neurálgico de la producción hortofrutícola provincial; en ella se ubican, aproximadamente, el 66 por 100 de los invernaderos del litoral de Almería (desde Roquetas hasta Adra hay unas 21.000 hectáreas de cultivos bajo plástico y, de ellas, unas 11.00 hectáreas se encuentra en el término municipal de El Ejido).

La enorme producción anual hortofrutícola de esta zona sale de la misma por carretera y, muy esporádicamente, en avión, cuando los mercados de destino son muy lejanos (mercados americanos o asiáticos).

Desde hace años, los empresarios hortícolas de la zona vienen reclamando un enlace ferroviario, eficiente y eficaz, entre el Campo de Dalías y Almería. Hasta la fecha, la dependencia del transporte por carretera es total.

En estos últimos años, por un parte, la disminución de los márgenes de beneficios de estas producciones y, por otra, el continuo incremento de los costes de transporte por carretera (consecuencia directa del incremento de los costes del combustible y del aumento de los costes de mantenimiento de los camiones), dificulta la supervivencia económica de esta zona. No hay que minusvalorar el hecho de que competidores de otras zonas sí tienen mejor resuelto el problema del transporte y llegan con menos costes y con una  mayor rapidez a mercados tan importantes como los de la Unión Europea.

Se trata de un trayecto de unos 36 km que ya fue estudiando en el año 1999 por la Junta de Andalucía que, en aquel entonces, estimó el coste en unos 50.000 millones de las entonces vigentes pesetas (hoy podríamos estar hablando de unos 350 millones de euros). Una posibilidad sería la de incluir a El Ejido en el inacabado corredor Mediterráneo entre Almería y Murcia. Lo ideal, probablemente, sería recuperar en paralelo el viejo proyecto del tren de cercanías entre Almería y la zona más poblada de la provincia, facilitando el desplazamiento de las decenas de miles de personas que acuden cada día a trabajar al Campo de Dalías.

En definitiva, se solicita una inversión destinada a optimizar la logística económica y comercial de la zona; disminuir sus costes operativos, poder llegar con mayor rapidez a los mercados de máximo interés y facilitar el acceso de la mano de obra a la zona.

Por otra parte, todo apunta a que, a corto plazo, los grandes operadores comerciales de Europa (y muy especialmente de la Unión Europea, encabezada por Francia) van a demandar (si no imponer) el transporte por ferrocarril (con contenedores frigoríficos) que garantiza calidad, tiempos y horarios a imagen y semejanza de lo que ya sucede con el Cool Rail, enlace intermodal entre Valencia con Rotterdam que, en una primera fase, llega ya hasta Colonia (este enlace cuenta con el apoyo de grandes cadenas de distribución como, por ejemplo, Edeka o Plus Retail) y se estima que, al margen de disminuir muy notablemente las emisiones de CO2 , puede resultar alrededor de un 30 por 100 más económico que el transporte por carretera.

  1. El desperdicio de alimentos en los hogares españoles

El MAPAMA ha publicado recientemente (abril 2017) el “Informe de alimentación en España 2016”, una excelente publicación donde se puede encontrar una exhaustiva información acerca el consumo de alimentos en España en el último año y/o en periodos cercanos.

Uno de los capítulos más llamativos es el que hace referencia al “desperdicio alimentario en los hogares” (hay que recordar aquí que en el año 2014 el Ministerio puso en marcha la Estrategia “Más alimento, menos desperdicio” y, en este marco, estableció el denominado “Panel de cuantificación del desperdicio alimentario en los hogares”.

De acuerdo con la publicación mencionada, en el periodo comprendido entre octubre 2015 y septiembre 2016, los hogares de nuestro país tiraron 1.245,9 millones de kilos de alimentos (es decir, más de 100 millones de kilos mensuales y, por lo tanto, más de 3 millones de kilos diarios que podría ayudar a una parte muy importante de los  2,6 millones de personas en España que se hallan en situación de pobreza severa, un 5,8 por 100 de la población, según la Encuesta de Condiciones de Vida publicada a finales de abril 2017 por el INE). Esta cifra corresponde al 4,3 por 100 del total de los alimentos comprados por nuestros hogares.

Esta cifra que, globalmente, sorprende ante la situación económica del país (por lo que habría que analizarla por zonas y por características de los hogares; es decir, correlacionarla con los distintos niveles de renta de los hogares y su estructura; ello permitiría tener una “foto” mucho  más realista de la situación).

En este contexto, hay una noticia positiva; la mencionada cifra es un 6 por 100 inferior a la correspondiente al periodo octubre 2014 a septiembre 2015.

El 85,6 por 100 de los alimentos desperdiciados son alimentos sin procesar (se tiran igual que se compraron). En este capítulo son especialmente importantes las frutas, las verduras y el pan (se reduce el desperdicio de verduras y pan y se mantiene el de frutas). El restante 14,6 por 100 corresponde a alimentos cocinados (verduras, carne y sopas, cremas y purés son los alimentos cocinados que más se tiran directamente desde el plato p desde la nevera; los platos con carne y con verdura no disminuye su desperdicio, sí en los demás).

Resulta obvio que habrá de seguir trabajando en el sentido de concienciar a nuestra sociedad para lograr minimizar el desperdicio de alimentos.

  1. Récord mundial de la superficie ocupada por cultivos genéticamente modificados

En contra de las afirmaciones y de las estimaciones de diversas organizaciones que se “autodenominan ecologistas”, la superficie mundial ocupada por cultivos genéticamente modificados (conocidos por “transgénicos”) batió en el año 2016 el récord, al implicar a 185,1 millones de hectáreas, de acuerdo con el informe anual del ISAAA (Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas).

Estados Unidos (con el 41 por 100 del total de estas hectáreas) y Brasil (con el 24 por 100) son, un año más, los dos países de los 26 que se implicaron en este tipo de cultivos con mayor superficie cultivada.

De los 26 mencionados, 19 son países en desarrollo (que cultivaron el 54 por 100 de los citados 185,1 millones de hectáreas) y los 7 restantes son países industrializados (que cultivaron el 46 por 100 restante). Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá e India cultivaron el 91 por  del total de hectáreas mencionadas.

En lo que atañe a los tipos de cultivos implicados en el año 2016, las variedades de la denominada soja biotecnológica representaron el 50 por 100 de la superficie mundial con cultivos genéticamente modificados y supone el 78 por 100 de todo este tipo de cultivos. En segundo lugar, está el algodón seguido del maíz y de la colza.

Es importante señalar que, en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá, Sudáfrica y Uruguay, aproximadamente el 90 por 100 de la soja y del maíz sembrados el año pasado correspondían a cultivos genéticamente modificados (de ello debe tomar buena nota la Unión Europea).

En lo que atañe al maíz en la Unión Europea, cuatro Estados (España, Portugal, la República Checa y Eslovaquia)  cultivaron cerca de 137.000 hectáreas con maíz genéticamente modificado (un 17 por 100 más que en el año 2015).

Según el ISAAA, en este año 2017 se superarán claramente los 200 millones de hectáreas y estarán en el mercado patatas y manzanas genéticamente modificadas.

Como tantas veces se ha comentado, es imposible “poner puertas al campo”, por mucho que en ello se empeñen.