Reducción del uso de antibióticos en la producción porcina intensiva en Europa; el Norte versus el Sur

Sin ninguna duda, la resistencia a los antibióticos es uno de los problemas más serios a los que la humanidad se enfrentará en los próximos años. Solo en Europa se calcula que 25.000 personas mueren al año por la imposibilidad de ser tratados frente a una infección; y las cifras señalan que, en 2050, si no preservamos los antibióticos existentes o se desarrollan nuevas armas terapéuticas, sobre 10 millones de personas morirán anualmente en el mundo por este problema.

Dentro de Europa, las diferencias entre países son llamativas, con mayor número de resistencias entre países del sur y el este de Europa.

Las medidas necesarias para luchar contra el problema se deben adoptar a varios niveles. En humana, con un mayor control del uso de antibióticos y formación (en España más de la mitad de la población cree que los antibióticos son efectivos en resfriados y gripe) y, por supuesto, en los animales, donde los antibióticos han sido tradicionalmente utilizados de modo intensivo para el control y tratamiento de enfermedades.

Al igual que sucede en humana, existe una gran diferencia entre los niveles de uso de antibióticos en el norte vs. el sur de Europa. En Europa tenemos el ESVAC (Monitoreo Europeo del consumo de Antimicrobianos Veterinarios) una organización que, desde 2011, recoge información sobre el uso de las medicinas veterinarias en animales, con el fin de identificar factores que puedan dar lugar al desarrollo y diseminación de resistencias antibióticas. ESVAC mide, anualmente, el consumo de antibióticos por animal y estado miembro.

Fuente; 2014, ESVAC (European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption).

 

Los últimos datos obtenidos en 2014 indican que España es el país europeo con más consumo de antibióticos en animales, 418,8 mg/PCU (Unidad de Corrección de la Población), una medida que tiene en cuenta el número de animales y el peso al que son tratados; y no solo eso, la cifra es superior a la obtenida en 2011. Como se puede observar en la tabla anexa, el uso de antibióticos en pienso en nuestro país fue muy elevado y solo Chipre tuvo consumos más altos. Nuestros vecinos, Italia (360 mg/PCU) y Portugal (201,6 mg/PCU) también presentaron valores altos.

En el norte de Europa, la situación parece ser diferente. Dinamarca, a pesar de ser uno de los principales productores de porcino de Europa (la producción de carne de cerdo supone el 86% del total), el uso de antibióticos se redujo a 44 mg/PCU. Recientemente, DANMAP (Programa Danés de monitoreo del consumo y resistencia bacteriana en animales, alimentos y humanos) ha publicado datos de 2015, los cuales muestran que el consumo de antibióticos en porcino disminuyó un 5 % adicional versus 2014, incluso cuando la producción se incrementó en 2015.

¿Qué medidas, entre otras, se adoptaron en Dinamarca? En primer lugar, en Dinamarca disponen del vetstat, un sistema controlado por el Ministerio de Agricultura Danés que recoge información mensual sobre el uso de medicinas a nivel de granja, mediante datos obtenidos de farmacias, veterinarios y fábricas de pienso. En 2010, también instauró la llamada “tarjeta amarilla”, una iniciativa en la que, a los productores porcinos que más antibióticos consumen, se les aplican medidas para reducir su uso, como un incremento del control de las explotaciones e incluso sanciones económicas.

España también tomó medidas, adoptando en 2015 un plan quinquenal para combatir la resistencia antimicrobiana tanto en humana como en veterinaria, con el objetivo de promover el uso correcto, establecer programas de monitoreo, promover innovación e investigación y el desarrollo de planes de comunicación y educación de la población.

Está claro que el problema de las resistencias antimicrobianas es muy grave y los ganaderos deben usar solo los antibióticos críticamente importantes cuando es absolutamente necesario, con el fin de que esas armas terapéuticas estén disponibles para el tratamiento de las personas gravemente enfermas. Por ello, otra medida adoptada en Europa es la clasificación de antibióticos en categorías, con el fin de limitar el uso de los antibióticos críticos para la salud humana. Recientemente la colistina ha sido reclasificada y añadida a la categoría 2 del sistema AMEG, que incluye medicamentos reservados para el tratamiento de infecciones en animales para los que no existen tratamientos alternativos eficaces y que son de importancia crítica para la salud humana, por lo que se someten a restricciones específicas en su uso veterinario.

En resumen, sin ninguna duda, necesitamos disminuir el consumo de antibióticos en salud animal y, posiblemente, en el futuro lleguemos a niveles próximos a los obtenidos por nuestros vecinos del norte. Los profesionales españoles estamos cada vez más concienciados de ello y ya se está limitando el uso de determinadas moléculas, disminuyendo el uso de antibióticos en pienso e incrementando, cuando es posible, la prevención mediante el uso de vacunas. Muchas empresas están modificando el manejo de los animales disminuyendo densidades, analizando nuevas alternativas y creando un mejor ambiente para la producción porcina. Sin embargo, debemos ser conscientes de que los animales enfermos continuarán necesitando ser tratados y, por lo tanto, los antibióticos no son un arma de la que podamos prescindir totalmente en la actualidad.

 

Paloma Suárez

CEVA Salud Animal.