PROCRASTRINAR
El día 13 de marzo de 2020 aterricé en Madrid desde Atlanta – US después de asistir a la reunión de la asociación de veterinarios americanos de porcino. Por lo tanto, se cumple un año en el que no he vuelto a coger un avión ni salir de España, algo que no hacía desde 1983. Es obvio que muchas cosas han cambiado en este último año debido a la pandemia, unas para bien y otras no tanto. En los años anteriores me dio tiempo a viajar por los cinco continentes. ¿Se imaginan que lo hubiese dejado para ahora? Pues bien, esto apoya la teoría, en la que creo firmemente, y que me enseñaron mis Padres, de que “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. He oído en numerosas ocasiones de personas referentes, que al final de la vida, los humanos solamente nos arrepentimos no tanto de lo que hicimos mal, sino de lo que nos gustaría haber hecho, y no hicimos. Es más, no me gusta procrastrinar. Este término significa aplazar o posponer acciones, deberes y responsabilidades por otras actividades que nos resultan más gratificantes, pero que son irrelevantes, con las consecuencias que de ellas se derivan. Mi Madre, una Mujer excepcional, siempre me decía aquello de que “primero es la obligación y luego la devoción”. Lo creo firmemente en todos los aspectos de la vida, además de que personalmente me ha dado excelentes resultados. Un verbo que significa algo muy parecido es postergar, aunque el mismo tiene otras acepciones a las que no quiero referirme, ya que me parecen incluso más delicadas, como son el perjudicar a un trabajador con relación a otro o tratarle de menos, lo cual en muchas empresas está considerado como una falta leve o grave, dependiendo del grado. El término viene del latín procrastinare, formado por pro, “hacia”, y crastinus, “relativo al mañana”, muy usado desde el siglo XVI en la lengua de Shakespeare, procrastinate, como el acto de posponer una tarea pendiente en favor de otra menos prioritaria pero más placentera, y que hoy algunos la llaman la epidemia de la sociedad moderna.
Quién no ha dejado para hacer más adelante sine die tareas que por diferentes motivos le sirven de excusa para no hacerlo en el breve plazo, pensando que ya tendremos tiempo de realizarlo más adelante, pero ese momento no llega. La falta de paciencia, la ansiedad, el miedo, la inseguridad, la pereza, la irresponsabilidad, el estrés y el no definir bien las prioridades nos llevan a hacer muchas cosas a última hora, deprisa y corriendo, cuando todos sabemos que esta actitud es una de las principales causas de cometer errores. A mayor procrastrinación peores resultados y a mayor proactividad mejores. Cuántas veces decimos que primero lo importante y luego lo urgente, pero la realidad es que en apariencia en nuestro día a día parecen haber, y digo parecen, más asuntos urgentes que importantes. Personalmente pienso que esa relación está invertida y nos da como resultado una menor eficiencia en nuestra actividad, además de menos satisfacción. ¿Cuántas cosas son urgentes de verdad? Bien creo en el adagio de que “el que da primero da dos veces”, así como en la letra de un tango argentino de Gardel referido a las carreras de caballos en el que gana el que saca una sola cabeza al resto. Con eso, aprovecho para dedicar esta columna de opinión a algunos compañeros veterinarios argentinos a los que aprecio. Son múltiples los problemas que observo en mi práctica profesional diaria por procrastrinar tareas, permitiéndome reflejar algunos ejemplos que a buen seguro a muchos de ustedes bien les suenan: aplazar el momento de la vacunación, retrasar la desparasitación, aplazar la instalación de los cooling de refrigeración, retrasar la evacuación de purines, descuidar el pedido del pienso, tratar tarde a un animal enfermo, hacer tarde un informe, entre otras muchas. Algunos neurocientíficos lo califican como trastorno de comportamiento, que en nuestro argot profesional llamamos comportamientos estereotipados. En el mundo académico se conoce como Síndrome del Estudiante, derivado del hecho de que muchos estudiantes entregan su trabajo en el último día de la fecha límite o no se ponen a estudiar hasta muy pocos días antes del examen que, por cierto, y para explicarlo, no les faltan excusas, que son tan solo razones o argumentos que se dan para justificar sobre todo faltas o errores, tratando de no asumir la culpa y/o responsabilidad. Y no lo confundamos con las cestas de mimbre o escusas.
En mi humilde opinión, dos de los mejores fármacos frente a la procrastrinación son la autodisciplina y la fuerza de voluntad. Procrastrinación deriva del griego akrasia que significa hacer algo en contra de nuestro mejor juicio, lo que el profesor de psicología de Calgary Piers Steel definió como hacerse daño a uno mismo haciéndonos sentir mal. Otro profesor de psicología de la Universidad canadiense de Carleton dice que la procrastrinación es un problema derivado de la regulación de las emociones, no un problema de gestión del tiempo, tema del que hemos hecho más de un curso, lo cual no significa, y bien estoy seguro de ello, que hagamos uso racional de dicho tiempo. También sabemos que la tendencia de la mente humana, y más en la sociedad actual, es dar prioridad a las necesidades a corto más que a largo plazo, lo que se conoce como el sesgo del presente o secuestrar la amígdala, parte del cerebro encargada de detectar las amenazas que, según investigaciones alemanas recientes, llegan a determinar que dichas personas tienen la amígdala de mayor tamaño. Bien parece que en este caso no es mejor el que la tiene más grande, la amígdala.
“El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio” – William Shakespeare (1564-1616) Dramaturgo inglés