Opinión de Antonio Palomo: SUFISFACTORIO

Opinión de Antonio Palomo: SUFISFACTORIO, foto antonio palomoOpinión de Antonio Palomo: SUFISFACTORIO

Cuando tan solo nos queda un 3% de tiempo de este 2022, que en este caso es poco, nos paramos a reflexionar sobre lo que nos ha deparado el año, haciendo balance tanto en el plano profesional como personal. Y aquí, a buen seguro, habrá para todo, como la vida misma, e incluso, en situaciones similares, oiremos versiones contrapuestas. Para mi ha sido muy satisfactorio, sinónimo de agradable, por aquello de llevarles la contraria a The Rolling Stone cuando cantaban aquello de I can´t get no Satisfaction. Claro que, ello depende considerablemente dónde ponemos nuestro listón. El ser humano tendemos a ponernos metas, como los presupuestos de ciertas empresas y estados, poco realistas y, por ende, no alcanzables, lo que da lugar a insatisfacciones. En mi opinión, esos objetivos deben ser aptos y suficientes, que viene a decir que existen o se dan en la cantidad adecuada, sin sobrar. Algunos sinónimos de suficiente son apto, idóneo, capaz y competente. Puedo entender perfectamente, por experiencia propia en mi época de estudiante, ir a por el sobresaliente, que era el doble, numéricamente hablando que el suficiente, pero todos sabemos que lo extraordinario o fuera de serie es poco común. No niego que debamos perseguir la excelencia en nuestro trabajo y familia, pero sin obsesionarnos. Aquí es donde encuadro el concepto actual de sufisfactorio, es decir, la contracción gramatical de suficiente y satisfactorio. Siendo consciente de un año con un elevado coste de producción en nuestras granjas por el precio desorbitado de las materias primas pienso, con ligera tendencia a la baja estas últimas semanas, y unos precios de venta de cerdos también elevados y mantenidos hasta el final, en condiciones normales y sin otras variables puntuales, nuestro nivel de saturación de oxígeno es suficiente para continuar viviendo de este noble sector porcino. Aquí quiero dejar una frase que me inspira de Frida Kahlo: “ámate lo suficiente para que no te queden dudas de que mereces lo mejor”. Esta columna se la dedico a todos aquellos que creen tener lo suficiente, en los que me incluyo.

Me reafirmo en ello cuando presenciamos durante la semana pasada, en nuestras instituciones, las sobresalientes muestras de despotismo no ilustrado, que al filósofo y jurista francés Charles Louis Montesquieu en el siglo XVIII le hubiesen escandalizado, dentro de su articulación de la teoría de la separación de poderes, refiriendo como no hay libertad si la potestad de juzgar no es separada de la potestad legislativa y de la ejecutiva. A ello añadía: todo está perdido, cuando el mismo hombre, o el mismo cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, ejerza esos tres poderes; el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar las diferencias entre los particulares. ¡Qué agradable era la Ilustración y que desagradable e insuficiente esta autocracia! Viendo como asistimos a esa cascada de insultos e improperios a la inteligencia humana, estaría bien traído lo que el 32ª presidente de los Estados Unidos, el demócrata Franklin Roosevelt mencionaba como los periodos de la infamia, que bien denostaba y sobre los que tomó decisiones drásticas. No sería por casualidad que haya sido el mandatario más longevo en el cargo de la historia, ya que ganó cuatro elecciones presidenciales consecutivas. Claro que algunos hablan de conspiración, a modo de conclusión extraña y profética, que me recuerda más a esos seres bíblicos que hablaban en términos apocalípticos, término que viene del latín apocalypsis, y que significa revelación. En este sentido, escuchamos con frecuencia lo de que nunca ha habido tanto ignorante con título, a lo que Gérald Bronner, profesor de sociología de la Universidad de París, llama apocalipsis cognitivo, basado en el estudio que confirma esa mala noticia en la forma que los seres humanos utilizamos la información. El 59% de las personas que comparten artículos en las redes sociales no han leído más que los títulos y nada de sus contenidos. Nuestros circuitos de recompensa a corto plazo pueden adueñarse rápidamente de nuestra mente, derivado de la producción de dopamina, favoreciendo las decisiones que toma la amígdala o el hipocampo, por encima del cortex prefrontal que rige las preferencias a largo plazo. En síntesis, que estamos asistiendo a como en el hemiciclo predominan las regiones posteriores del cerebro sobre las anteriores.

Confundir la correlación con la causalidad de hechos es uno de los clásicos de los errores que los humanos cometemos en general, y de los razonamientos conspiracionistas en particular. Esta realidad se conoce como la Ley de Brandolini, que hace referencia a que la cantidad de energía necesaria para refutar las idioteces es superior a la que es necesaria para producirlas. Ya saben que, a nivel nutricional, depositar un kilo de tejido muscular necesita menos energía que producir un kilo de tejido graso, por lo que es más eficiente producir carne que grasa. Pero, a la inversa, recuperar la misma cantidad de masa muscular requiere aproximadamente cuatro veces más energía que restablecerlo de grasa. Ya lo decía otro pensador francés precursor de la sociología clásica, de principios del siglo XIX, Alexis de Tocqueville: una idea falsa, pero clara y precisa, siempre tendrá más poder en el mundo que una idea verdadera pero compleja. No me cabe ninguna duda de que la manipulación de la información deja sembrado el terreno a estas vilezas en base a la falacia de las pruebas incompletas, falta de pruebas o de la supresión de las pruebas, que se conoce como cherry picking.

Definitivamente, quiero dedicar mi tiempo de disponibilidad mental al concepto sufisfactorio, basado sobre todo en el capital humano que bien se representa en el relieve situado en el “Parque Enciclopédico Pasatiempo” creado en 1893 en Betanzos (La Coruña) por dos hermanos agricultores, que representa el “Árbol Genealógico del Capital”, el cual desciende del entendimiento, voluntad, orden, previsión, honor, carácter y rectitud. Siete virtudes capitales, sin duda.

SALUD, SUERTE Y FELIZ NAVIDAD.

           “Ganarse la felicidad implica trabajar para conseguirla, y hacer el bien y no especular ni ser un holgazán. La holgazanería podrá parecer atractiva, pero la satisfacción solo la da el trabajo”.  Ana Frank (1929-1945) Niña judía que falleció de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen (Alemania)

 

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