Opinión de Antonio Palomo: SATURACIÓN

Opinión de Antonio Palomo: SATURACIÓNOpinión de Antonio Palomo: SATURACIÓN

¿En que se parece la saturación de oxígeno en humana (%SpO2) a la fertilidad en las cerdas? Pues que, cuanto más cerca del 100% mejor. Los niveles normales de saturación que permiten que todas las células de nuestro organismo reciban la cantidad que precisan de oxígeno están entre el 95-100%. En humana, niveles por debajo del 93% requieren que acudamos al hospital, aunque nosotros, con ese valor de fertilidad real ya nos daríamos con un canto en los dientes. Cuando la saturación de oxígeno se encuentra por debajo del 90%, se produce la hipoxia y, si el porcentaje es inferior a 80%, se considera hipoxia severa, que trasladado a la fertilidad es estar en estado crítico. Lógicamente, como regla biológica del 95% de sensibilidad con el 5% de margen de error, podemos aspirar como máximo a un 95% de fertilidad a parto, nivel que he visto como lo rozamos en algunas granjas en estos últimos años. Para ello, la tasa de repeticiones más abortos más cerdas muertas gestantes no debería superar el 5%. ¿De verdad creen ustedes que lo podemos conseguir normalmente como media anual? La fertilidad a parto es un valor que definimos como el número de cerdas que llegan a parir por cada 100 inseminadas. Conocí un ganadero hace más de 30 años que me decía que él tenía un 100% de fertilidad, ya que hacía dos lotes de 80 cerdas cada uno que destetada y juntaba con 8-10 verracos durante dos meses en monta natural, y luego las cerdas parían en un rango de mes y medio. Le llamaban “el idealista”, cuyo nombre tomó una agencia inmobiliaria. Ahora, la tercera generación, que ha modernizado su granja y multiplicado por veinte el censo, tiene un 88,5% de fertilidad a parto, y me decía la semana pasada que ahora tiene más beneficios que cuando tenía el 100% de fertilidad. Evaristo hijo es uno de esos cientos de ganaderos de nuestro país que en lo que va de siglo se ha profesionalizado y gestiona su negocio de forma eficiente, persiguiendo más el profit que la prolificidad y siendo consciente de que pasar del 95% de fertilidad no es factible. Corresponde a ese grupo de personas S.O.S. con las que tanto me gusta trabajar: Slower, Older and Smarter (más lento, más viejo, más inteligente). A ellos dedico esta columna de opinión.

He mencionado en numerosas ocasiones que nuestros ganaderos y veterinarios, con sus alturas de miras, han puesto a nuestro sector porcino en la élite de la porcinocultura mundial, en la que numerosos países fijan su atención e interés. Esto se llama profesionalización del medio rural, que no “descampesinización” como he podido leer en algún informe de grupos de académicos de algunas universidades en las áreas de sociología y derecho, plagados de errores básicos que bien denotan su desconocimiento absoluto del campo, los campesinos y esa España vaciada a la que van de visita los fines de semana, como el que va a un parque de atracciones, pensando que las vacas dan leche sin ser inseminadas. ¡Qué saturación! Quiero recordar a estos insignes académicos, como hijo de campesinos, que utilizan mal dicho concepto, ya que el mismo designa a aquellas unidades que una vez fueron campesinas y que ahora se encuentran en otra situación. Desde la edad media ya se definían dos tipos de campesinos: libres o siervos, los primeros eran propietarios de las tierras (propiedad alodial) y los que trabajaban para quienes tenían grandes propiedades. El término hace referencia a la persona que se ocupa de la agricultura, ganadería, trashumancia, las artesanías relacionadas con la agricultura u otras ocupaciones similares, e incluye a personas indígenas que trabajan la tierra. Quizás estos investigadores están confundiendo a los campesinos de nuestro país con los de países latinoamericanos que tienen un sinfín de tribus indígenas apegadas a la tierra. Sería bueno que se lo hiciesen mirar y que, como titulados superiores utilizasen correctamente los términos siendo más rigurosos y profesionales, salvo que sus intenciones no sean tan sanas como deberían. A ver si es que tienen baja saturación (cantidad de oxígeno que llevan los glóbulos rojos) y no le llega suficiente oxígeno al cerebro. O quizás es que hayan olvidado que los campesinos no fueron personas libres durante algunos periodos de la Edad Media, como en los siglos III y IV, donde muchos ciudadanos romanos debido a la crisis que Roma experimentó renunciaron a su libertad y emigraron desde las ciudades al campo buscando refugio y protección, a cambio debían trabajar la tierra en los señoríos de los terratenientes. Dicho sistema se reglamentó en el derecho de gentes del Medievo y los campesinos se convirtieron, ya en los siglos V y VI, en la fuerza de trabajo de esa época y el principal motor económico de la sociedad medieval. Su alimentación se basaba esencialmente en cereales, verduras, carne de cerdo, aves de corral, animales de cacería y frutas de estación. En su libro las Odas, el poeta italiano del siglo I a.C. Horacio agradece a Fauno, divinidad romana asociada al medio rural, que lo haya salvado aplastado por un árbol. En sus composiciones poéticas ya se refería a la vida retirada en el campo (beatus ille). No estaría de más que hablasen con más propiedad sobre lo que tratan.

El desconocimiento de unos lleva a la saturación de otros. El término fue acuñado por el clásico retórico Quintilio, quien se basó en la raíz de la palabra latina satura, que significa “lleno”, que tiene como sinónimos hartazgo, hartura o saciedad, que es lo que siento personalmente ante tantas declaraciones infundadas y desinformadas. Son como esas soluciones saturadas de 37,5 gramos de sal en 100 gramos de agua a 0ºC, que se conocen como sobresaturadas por contener más soluto del que puede disolver. Aquí ya estamos en algo muy común que no padecían los campesinos de la Edad Media, que es la saturación mental que, es el cansancio que sufre nuestro cerebro cuando le sobrecargamos de tareas y preocupaciones. A veces estamos saturados de información, o desinformación, o de mentiras y promesas electorales como estamos sufriendo estos días. Debo confesar que no sigo los debates demagogos de los candidatos al tener formado criterio propio, y ser muchos carentes de parresia, faltar a la verdad, pero si me ha llamado la atención ver en las calles los carteles con sus caras, en los que casi ninguno mira de frente y a los ojos. Mi Madre me enseño que confiase en quien me mirase de frente, algo que para mi es importante y en lo que me baso para muchas cosas en mi vida. La confianza tiene cinco elementos: autenticidad, empatía, buen juicio lógico, capacidad de generar relaciones positivas y consistencia. Como dice el refranero castellano: “quien del traidor se fía, lo sentirá algún día”. Claro que me gusta aún más aquel que dice:” a quien mal canta, bien le suena; porque si mal le sonara no cantara”, refrán que pone de manifiesto la excesiva confianza que tienen algunas personas prepotentes en sí mismas. Fíate de la Virgen y no corras. Estamos inmiscuidos y saturados de asistir a discusiones más personales que de las ideas. Las grandes mentes discuten ideas, las mentes medianas discuten acontecimiento, las mentes pequeñas discuten sobre las personas. Me permito valorar más a aquellos que expresan lo que sienten y sienten lo que expresan, al tiempo que sus formas de hablar concuerden con sus vidas a efectos de no saturarme mentalmente y, si tener la mayor saturación de oxígeno en mi sangre.

FELICIDADES A LOS NUEVOS COMPAÑEROS VETERINARIOS QUE ESTÁN ACABANDO SU GRADO Y SU MÁSTER EN ESTOS DÍAS – BIENVENIDOS AL SECTOR.

“La vida no es fácil para ninguno de nosotros. Pero… ¡Qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y esa cosa hay que alcanzarla” – Marie Curie (1867-1934) Descubridora del radio y polonio. Polaca nacionalizada en Francia con dos Premios Nobel (Física 1903 y Química 1911).

 

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