Opinión de Antonio Palomo: PAISAJE DE LA LUZ

La semana pasada comenzó con San Isidro y terminó con el Centenario de la Organización Colegial Veterinaria (100-OCV), desarrollándose a mitad de semana en Segovia la VI Jornada Técnica de la Asociación de Veterinarios de Porcino de Castilla y León (AVEPORCYL) constituida por 160 compañeros, en los que me incluyo, y con la asistencia del mismo número de personas, abordando el tema del uso racional de antibióticos, en una excelente convocatoria organizativa por parte de su Presidente Don Javier Llamazares y la Junta Directiva, a quienes deseo felicitar públicamente desde estas líneas y dedicar la columna de opinión de esta semana. El mismo día, miércoles 17, se publicó el Real Decreto 364/2023, de 16 de mayo, por el que se establecen las bases de desarrollo de la normativa de la Unión Europea de sanidad animal, en lo relativo a las obligaciones de vigilancia del titular de la explotación y el plan sanitario integral de las explotaciones ganaderas, donde la figura del Veterinario de explotación, será el responsable de llevar a cabo el diseño, redacción y supervisión de dicho plan, que incluye actuaciones sanitarias, de bioseguridad y uso sostenible de antibióticos, así como detección temprana y respuesta rápida a las enfermedades, diseñando el plan de bienestar animal y la supervisión de su cumplimiento. Sumémosle el lanzamiento de la nueva edición (10ª) del Manual Merck de Veterinaria, escrita por más de 250 profesionales, cuyo primer índice se publicó en 1889, una excelente obra de obligada lectura para cualquier persona que ejerzamos esta noble profesión.

En dicha semana 20 también pudimos atender problemas reproductivos en granjas de diferentes puntos de España asociados tanto al virus Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino, así como a deficientes calidades de dosis seminales. Como todos bien saben, el número de cerdos producidos en lo que va de año ha descendido sobre el 5% que, a tenor de las pérdidas de fertilidad por abortos y repeticiones, sumado al incremento de bajas en todas las fases de producción, como no habíamos visto en las últimas cuatro décadas, bien lo explican. Va en paralelo al 12% de desempleo, a la calidad de los contratos laborales de nuestro país, donde son de peor calidad y menos productivos, al tiempo que el absentismo laboral cada vez es mayor, entre otras cosas por el incremento de las enfermedades mentales, asociado a una reducción del 10% de nacimientos entre 2019 y 2022. Si nos encierran en casa 2 años y no somos capaces de procrear más, mi pregunta es la misma que se hace Marc Anthony en su canción de 2010 “Y cómo es él”, seguido de “en que lugar se enamoró de ti. De dónde es, a qué dedica el tiempo libre. Pregúntale porque ha robado un trozo de mi vida. Es un ladrón, que me ha robado todo”. Tengo meridianamente claro que, tanto a nivel sociopolítico como en las propias granjas, estamos haciendo numerosas cosas, básicas, de forma inapropiada e incorrecta, que están siendo desplazadas por la consumerización y los recursos inhumanos. Sufrimos el sesgo de confirmación en el que, el mal hábito de buscar pruebas que ratifiquen una creencia, y mostrar indiferencia hacia las evidencias que podrían refutarla, son base de la insensatez humana. Ya lo decía el filósofo austriaco de la ciencia Karl Popper, también hace un siglo: “la mayoría de los científicos actuales insisten que la línea divisoria entre la ciencia y la pseudociencia es si los defensores de una hipótesis buscan deliberadamente pruebas de falsarla y aceptan la hipótesis únicamente si esta sobrevive”.

Pero no voy a penar ni a darles pena, sino más bien todo lo contrario, y me voy a centrar en el acto de celebración de los 100 años de la OCV, que tuvo lugar el pasado sábado en el vetusto edificio isabelino, donde se puede leer en el frontal atrial “Sapientiae et Doctrinae”, de la calle de San Bernardo en su número 49, lugar donde se ubica el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, al tiempo que 20 números más arriba habita un gran ser humano, uno de mis hermanos llamado Carlos, nombre idéntico al conocido como el ”Mejor alcalde de Madrid”, Carlos III, quien en 1777 pensionó al albéitar pucelano Bernardo Rodríguez Marinas, quien a la postre se convertiría en el primer Veterinario Tutelado de España, tras pasar, promocionado por el Duque de Medina Sidonia, por la Real Escuela de Veterinaria de Alfort (Francia – 1762), la primera del mundo. La primera Escuela de Veterinaria de España y décima del mundo vio la luz en 1792 en el que hoy es el edificio de la magnífica Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional, en aquel momento terrenos de la Congregación religiosa de San Felipe Neri, junto a la actual Plaza de Colón, punto álgido de la propia avenida de la Castellana que vertebra la capital de España. A este tramo del Paseo de Recoletos se le conoce como el Paisaje de la Luz, que en 2021 fue incluido en el Patrimonio Mundial de la UNESCO.

No en vano, voy a renovar mis hábitos profesionales para los siguientes 100 años, realizando de nuevo el juramento deontológico de nuestra profesión esencial, y que dice así: “Habiendo sido admitido como miembro de la comunidad veterinaria, me comprometo a ejercer mi profesión con la mayor dignidad. Guardaré la memoria de los albéitares y veterinarios que me precedieron. Transmitiré los conocimientos adquiridos de mis maestros y trataré de mejorarlos y actualizarlos. Preservaré la salud y el bienestar animal, evitando su sufrimiento innecesario. Antepondré el beneficio social a mis intereses particulares salvaguardando la salud pública, la seguridad alimentaria y el medio ambiente. Respetaré a mis compañeros y guardaré el secreto profesional en todo momento. Mantendré mi ética profesional por encima de consideraciones políticas, religiosas, de raza o estrato social. Que el mítico Centauro Quirón, origen de la medicina veterinaria, guie mis pasos y no permita que me desvíe de la honradez y dignidad profesional que en conciencia y por mi honor juro solemnemente mantener”.

FELICIDADES A TODA LA PROFESIÓN VETERINARIA.

“May it be – Podría ser u ójala” Canción de cantante irlandesa Enya interpretada en la película el Señor de los Anillos – The Lord of the Rings (2001).

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