Opinión de Antonio Palomo: MINERALOGÍA

FORO AGRO GANADERO, Opinión de Antonio Palomo: MINERALOGÍAOpinión de Antonio Palomo: MINERALOGÍA

La dificultad agudiza el ingenio. Es lo que estoy tratando estos días, para con las graves dificultades de aprovisionamiento de materias primas que estamos teniendo, nuestros animales vean penalizados sus necesidades y rendimientos lo menos posible. Me baso en el ingenioso autor, anónimo, de la novela de poco más de cien páginas “El Lazarillo de Tormes”, aprovechando que el Tormes, afluente del Duero, pasa por Salamanca, Zamora y Ávila, en su vertiente de retrato a la sociedad de su época de forma irónica, no muy diferente a la actual, donde narra como el personaje Lázaro atraviesa por diferentes circunstancias a lo largo de su vida y las soluciones que aporta, dejando constancia de lo malo que son los perjuicios.  La historia cuenta la vida de un niño humilde, que en un principio es inocente, para poco a poco ir modulando su vida, para sobrevivir a las duras circunstancias que le tocan vivir. Lázaro pasa por manos de siete jefes que le irán enseñando las distintas versiones de un mundo cruel y pesimista. Encuentro numerosas similitudes con la crueldad de la guerra en territorio ucraniano y el pesimismo en nuestro sector derivado de las subidas ingentes de las materias primas, gastos energéticos y de transporte. En las primeras simulaciones, la subida de los piensos para el mes de abril nos supone el salto más grande intermensual que he vivido a lo largo de mis casi cuatro décadas formulando piensos. Es más, ha dejado enturbiado y relegado a segundo término la supresión del óxido de zinc que tenemos a tres meses vista, no por ello intranscendente. En la página 66 del Lazarillo menciona: “y pienso que el hambre me daba luz para encontrar esos negros remedios, pues por algo se dice que el hambre despierta el ingenio, y por el contrario, la hartura lo adormece”. Quizás llevemos demasiados años de hartura. ¿Qué opinan? Claro que la solución suele ser siempre la misma, que bien queda patente en las palabras que ha dedicado en Indian Wells (California) nuestro extraordinario humano tenista Rafa Nadal a la joven promesa murciana Carlos Alcaraz, diciendo que su carrera puede ser imparable, ya que tiene todos los ingredientes: pasión y humildad suficientes para trabajar duro. Así, quiero dedicar esta columna a algunos buenos amigos murcianos, dos de los cuales también se llaman Carlos.

            La hormona del apetito, la grelina, liberada en el estómago insta al cerebro (sistema nervioso central mediante el nervio vago) a buscar alimentos, al tiempo que actúa como antidepresivo. El alimento es la primera libertad de nuestra normativa de bienestar animal en porcino. Esta hormona está detrás de la conducta de olisquear de nuestros cerdos, que a su vez está relacionada con ciertos núcleos hipotalámicos relacionados con la regulación homeostática del apetito, regida por señales del aparato digestivo y los estímulos hormonales (colecistoquinina, glucocorticoides, insulina y leptina). El hambre es la sensación fisiológica que nace de la respuesta a una necesidad fisiológica de nutrientes energéticos, de aquí que mencionemos que el limitante del consumo es la energía, y el del crecimiento el aminoácido lisina. Pero esto no es todo, ni mucho menos, ya que la micro nutrición está en la base del equilibrio homeostático para mantener las funciones vitales de humanos y animales. El zinc juega un papel importante en la regulación del apetito junto con la leptina, hormona secretada por los adipocitos, al tener una gran influencia en el metabolismo energético (lípidos, hidratos de carbono y proteínas) así como de la vitamina A. Este mineral, que algunos llaman la chispa de la vida, no se le reconoció su esencialidad en nutrición humana hasta 1961 por la Dra. Ananda Prasad al relacionarlo con procesos de anemia por deficiencia de hierro, que más bien es por antagonismo, al reducir su absorción por un exceso del primero, con efectos también negativos en la absorción del calcio, cobre y selenio. Uno de los principios de la nutrición es que los nutrientes tienen que estar equilibrados, y que tanto las deficiencias como los excesos nos originan problemas. En 1869 en estudios con Aspergillus niger se demostró su papel biológico esencial, en 1926 fue demostrado necesario para crecimiento de plantas, en 1934 para el de las ratas, y en 1955 se demostró por primera vez su deficiencia en cerdos que mostraban paraqueratosis.

El mismo se encuentra distribuido de forma ubicua por todo el organismo, siendo el oligoelemento intracelular más abundante, sabiendo que al menos 300 enzimas requieren zinc para su actividad metabólica. Dosis por encima de su nivel de toxicidad, considerado en cerdos a partir de 1.500 ppm, nos provocan pancreatitis, fragmentación del ADN mitocondrial y muerte celular, además de modificaciones en algunos plásmidos de selección de resistencias antimicrobianas, lo que nos deja claro que debemos trabajar con niveles nutricionales de zinc, no terapéuticos, basados en fuentes de la mayor biodisponibilidad para reducir también la excreción de dicho mineral al medio como principio de sostenibilidad medioambiental. Esto es lo que los americanos llaman “los wicked problems” o problemas malvados del zinc a dosis terapéuticas. Para resolverlo, desde mi punto de vista, una de nuestras prioridades en estos momentos, basada en principios heterárquicos, es decir, no tanto por la jerarquía que nos imponga una normativa europea o la pirámide de los minerales de más a menos necesarios en base a los niveles de superioridad de unos sobre otros, sino por nuestra propia motivación en interactuar con otros micronutrientes de forma sinérgica en base a los beneficios del conjunto, ya que no solo hay un mineral esencial. Como decía el humanista estadounidense Walt Whitman conocido como el padre del verso libre: “o bien, me veo en todos, ninguno es más que yo, ni es menos un grano de cebada”.

             Evidentemente, la mineralogía, rama de la geología que estudia las propiedades físicas y químicas de los minerales, va mucho más allá del zinc, como también va la propia nutrición, donde para los animales consideramos 27 esenciales, clasificados en cuatro grupos: 7 macrominerales esenciales necesarios por encima de 100 ppm, 9 micro minerales esenciales por debajo de esa dosis, 11 minerales esenciales menores y 3 minerales altamente tóxicos. Hay otros muchos minerales dentro y fuera de la tabla periódica que no se encuadran en los necesarios para alimentación animal, como son los minerales radiactivos, conductores de electricidad, minerales preciosos. En el número de marzo de National Geografic hablan de ellos por si alguno está interesado, bajo el título de “Tierras raras: la guerra silenciosa por los elementos más codiciados del siglo XXI”, también llamados minerales críticos, 17 elementos químicos básicos para la tecnología actual, que se encuentran en la naturaleza por debajo de 100 gramos por tonelada, y que tampoco están exentos de riesgos. También podemos ampliar conocimientos de estos minerales dentro del excelente libro escrito por Alicia Valero, ingeniera química de la Universidad de Zaragoza, titulado “Thanatia: los límites minerales del planeta”.

Feliz primavera 2022.

“Cuando Hamlet se pregunta ¿ser o no ser? vacila entre aceptar pasivamente los reveses de la fortuna o alzarse ante el mar de obstáculos, sabiendo que nada sale a la primera porque la excelencia jamás se regala” William Shakespeare (1564-1616) Dramaturg

 

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