Opinión de Antonio Palomo: MERMAS

FORO AGRO GANADERO, Opinión de Antonio Palomo: MERMASOpinión de Antonio Palomo: MERMAS

A la edad de 35 años, Martin Luther King recibió el premio Nobel de la Paz 1964 por, según los miembros del jurado, “mantener su convicción del principio de no violencia”, mencionando que la guerra, no solo es una merma trágica de jóvenes vidas humanas, sino una tremenda pérdida de recursos para los países. Wastage lo traducimos en ambos sentidos, como merma o como pérdida, en ambos casos nada positivo. Bien conocemos todos las mermas que tenemos en las fábricas de pienso, que van del 0,5-1,5%, o el kilo que nos descuentan en el matadero o las mermas por oreo de las canales, y ya no les digo las de los jamones y paletas, que son mucho más cuantiosas. Vamos, que estamos muy familiarizados con ir perdiendo algún céntimo por el camino desde la granja a la mesa. Pero en nuestra actividad ganadera no tenemos mermas personales ni perjudicamos a ningún otro sector, las asumimos internamente, algo que se controvierte frontalmente con las guerras que provocan los humanos demasiado humanos que decía Nietzsche, y que carecen del sentido de humanidad. Llegan incluso a manifestar que hacen la guerra para defender la paz, lo cual es una profunda hipocresía, un ejemplo más de retórica provocativa y retrata a aquel que lo justifica. El mismo King así lo expresó en uno de sus grandes alegatos: “cuando los hombres malvados conspiran, los hombres buenos hacen planes – cuando los hombres malvados tiran bombas y queman, los hombres buenos deben construir y unir – cuando los hombres malvados gritan palabras feas de odio los hombres buenos deben comprometerse a las glorias del amor”. Prefiero el amor a la guerra y la paz a la guerra, cuyas iniciales van en las de mi nombre y primer apellido (A&P). En esos mismos momentos (entre 1955-1975) se estaba librando, haciendo oídos sordos al líder pacifista afincado en Atlanta, la guerra de Vietnam o Segunda Guerra de Indochina, donde fallecieron casi 6 millones de personas (similar a las derivadas del virus Sars-Cov2 a nivel mundial) y otro gran número que han mantenido mermas psíquicas graves. En la película, dirigida por Francis Ford Coppola de Apocalypse now en 1979, podemos darnos cuenta del horror, aunque hoy las imágenes impactan de nuevo nuestra retina en Ucrania, provocando, al menos al que les escribe, una mezcla de repulsa y vergüenza como ser humano.

Unos 50 años antes (1914-18) tuvo lugar la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial centrada también en Europa, que se llevó por delante 17 millones de personas (10 millones de militares y 7 millones de civiles), además de las muertes indirectas derivadas de la hambruna, enfermedades, sumadas a numerosas mermas físicas y mentales. No conformes con esa locura, los humanos provocamos en solo dos décadas la Segunda Guerra Mundial (1939-45) después de ser invadida Polonia por Alemania, conflicto bélico a nivel global más destructivo conocido en la era contemporánea, también desarrollada en el continente europeo, además del asiático y africano, con unas mermas de seres humanos que se estiman entre 55-70 millones. No me cabe la menor duda de que los europeos estamos en el ojo del huracán y mantenemos un comportamiento bipolar surgido de esta enorme atrocidad, o al menos así queda palpable después de la invasión de Ucrania por Rusia, y esto después de un periodo de gran estabilidad de 76 años que muchos hemos tenido la fortuna de disfrutar plenamente, y que una vez más la propia ambición humana echa al traste. Muchos de los que me conocen, bien saben que es lo que pienso al respecto, y que manifiesto con aquella frase que dice: “cuantas más personas conozco, más me gustan los cerdos”. Pero en mi caso es una simple opinión de una persona afortunada por lo bien que me tratan los cerdos, además de un enorme número de personas, por lo que me voy a permitir poner un par de ejemplos que me suscitan momentos para la reflexión.

El lunes 14 de marzo es el aniversario del nacimiento de un genio, incluido el de mi hermano el pequeño, a quien dedico esta columna de opinión y felicito doblemente en público también por su merecido ascenso. Me refiero a Albert Einstein, que cumpliría 143 años, y que después de la primera guerra mundial, y tan solo siete años antes de la segunda, escribió una carta fechada el 30 de julio de 1932 al psicoanalista Sigmund Freud, que residía en Viena, preguntándole: ¿existe algún medio que permita al hombre librarse de la amenaza de la guerra? Einstein se refería al “apetito político del poder” que, en su ceguera mental, se niega a renunciar a ninguna cuota de soberanía alentado por intereses principalmente económicos. Sin duda, era un genio al adivinar con 90 años de antelación la catadura moral vigente, donde se presta más atención al  bitcoin price chart y a las bajadas de las bolsas que a las pérdidas humanas junto a la privación de los derechos más elementales a miles de personas, y no solamente en el momento del conflicto, sino a futuro, además de generar desconfianza, odio y rencor, que tiene un calado mucho más profundo en la sociedad, y cuyas consecuencias en las próximas generaciones somos incapaces de poner en valor. Einstein se cuestionaba la posición pasiva de una mayoría de la población, lo que se explicaba por la propaganda belicista, en aquellos momentos en las escuelas, la prensa y la iglesia. Analizando esto hoy en nuestro entorno digital, de redes sociales, inteligencia artificial (que no tanto natural, con la que otro gallo nos cantaría) y hackers informáticos (ciberguerra), donde los rusos son los reyes, tenemos el caldo de cultivo idóneo para cometer cualquier tipo de atrocidad, llegando incluso a la más elevada, la de dar muerte a personas inocentes por motivos supremos imperialistas. Einstein le preguntaba a Freud, si además de lo expuesto, no habría en el ser humano un instinto propio de destrucción, a lo que el psicoanalista le respondió con los argumentos de la tendencia a la violencia, que no de la fuerza, de un porcentaje no desdeñable de seres humanos.

Y el segundo ejemplo, que me conmueve no menos, ha sido la respuesta a mi pregunta a las dos personas que me llevaron en sus taxis (amarillo y verde) la semana pasada durante mi estancia en Estados Unidos.  Se habían criado en Etiopía y Senegal, migrando al sueño americano hacía 28 y 36 años respectivamente, sintiéndose felices de trabajar y vivir dignamente con sus familias allí. Mostraron curiosidad al decirles que era español, de saber cómo estábamos viviendo la invasión de Ucrania por órdenes de Putin, a lo que les inquirí con la pregunta inversa. Sus respuestas fueron también geniales: “la guerra no es necesaria” y “la guerra es injusta e insensata”. Ahí lo dejo.

“Si entendiéramos completamente las razones del comportamiento de otras personas, todo tendría sentido” Sigmund Freud (1856-1939)

 

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