Opinión de Antonio Palomo : MERITOCRACIA

FORO AGRO GANADERO, Opinión de Antonio Palomo : MERITOCRACIAOpinión de Antonio Palomo : MERITOCRACIA

Tendemos a asociar la meritocracia a un proceso positivo, cuando en realidad tiene grandes lagunas. Tampoco es lo mismo que meritaje y en no pocas ocasiones está muy alejado de los méritos. Soy partidario de considerar, inicialmente, a cada ser humano por igual, y me merece el mismo respeto independientemente del escalafón jerárquico al que pertenezca. Creo firmemente en que cada uno de los 7.500 millones de habitantes del planeta, cada uno tenemos alguna/s habilidad/es especial/es, en las cuales destacamos. No es menos cierto que nuestras dotaciones genéticas y económicas son, cuanto menos, considerablemente diferentes. Comenzaré por hacer un apunte práctico en nuestros equipos humanos dentro de una granja, donde una persona puede ser muy eficiente en el área de gestación y no tanto en la de parto, y viceversa. Aquí está nuestra responsabilidad de saber asignar a quién para qué y dónde. Y quiero resaltar aquí, lo que considero un hecho diferencial y punto crítico del sistema meritocrático versus mérito efectivo. No es lo mismo la persona más eficiente que la más cualificada, aunque tampoco tengo exigua duda de que hay personas que acaparan las dos. Todos sabemos aquel dicho de que “llega más lejos aquel que quiere que el que solo puede”. La actitud, la constancia y el trabajo, desde mi punto de vista, son la clave. A esto, unido la calidad personal y humanidad, en mi opinión, hacen que la balanza se incline a la hora de valorar a los compañeros de viaje en el trabajo.

La meritocracia es un status quo adquirido, que desde muchos años atrás nos ha llevado a la tiranía del mérito como menciona el profesor Michael Sandel nacido en Minneapolis en 1953 y que ocupa la Cátedra Anne T, & Robert M Bass de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, que fue Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Meritocracia viene del latín merïtus (debida recompensa) y el sufijo -cracia del griego krátos (poder, fuerza) o gobierno de los mejores. Obviamente viendo muchos gobiernos de todo el mundo, incluido el nuestro, el término no parece para nada definir la realidad, por lo que quizás debamos evaluar en qué aspectos, el mismo, se ha desvirtuado. La meritocracia hace referencia a la selección de jerarquías sociales por la valoración de un tipo de méritos (meritaje) para el desempeño de un puesto de trabajo. Un ejemplo es el gobierno inglés del credencialismo de Boris Johnson donde 2/3 de su gabinete del 2019 habían estudiado en instituciones privadas y la mitad en “Oxbridge” (Universidades de Oxford y Cambridge), menos mal.

Eurostar publicó la semana pasada una estadística en la que España ocupábamos el puesto número cuatro de Europa en la que tenemos más hijos de titulados superiores en riesgo de pobreza. Esto me hizo reflexionar y confirmarme que quizás mi apreciación del final del párrafo primero no sea baladí. Un buen amigo castellano, ya pasada la sexalescencia, hijo de “agricultores sin ningún estudio, pero con mucha cabeza”, como el que les escribe, y de los pocos que realizaron estudios de ingeniería a mediados del siglo pasado con origen humilde, menciona en numerosas ocasiones que estamos en la sociedad con más cuantificación de títulos y menos cualificada humanamente. Desde mi perspectiva, esta divergencia en lo cuantitativo y lo cualitativo desvirtúa el mérito real. En Estados Unidos, tan solo un tercio de la población tienen un título superior, y hay menos del 4% de paro. Muchas grandes empresas están plagadas de títulos académicos y compruebo que no son más eficientes que algunas empresas pequeñas de nuestro sector agroalimentario – ganadero con muy pocos universitarios, aunque quizás no sea yo la persona más adecuada para decirlo, o sí. En 2019 vio la luz un gran fraude en el modelo de admisión de alumnos a las Universidades de élite de norte américa, la Ivy League (Georgetown, Harvard, Princeton, Standford, Sur California, Yale ) protagonizada por el desaprensivo asesor William Singer, quien ingresó 25 millones de dólares durante ocho años por el fraude en los exámenes de ingreso (SAT y ACT), consiguiendo que algunos alumnos ingresaran por la puerta de atrás o la puerta lateral, sistemas que permiten que el dinero valga más que el mérito. Dos terceras partes de los alumnos admitidos en dichas universidades provienen de familias que están dentro del 20% de mayores ingresos de renta americanas. Es lo que algunos sociólogos llaman la epidemia de “madres y padres helicóptero”, lo que ha llevado a generar grandes desigualdades de acceso a ciertos puestos de trabajo, que como es lógico no se han ocupado por los mejores, pero aún más grave, desde mi punto de vista, y es que cuanto más nos concebimos como seres hechos a nosotros mismos y autosuficientes, más difícil nos resulta aprender gratitud y humildad. Y, sin estos dos sentimientos, cuesta mucho preocuparse por el bien común, una deficiencia considerable, que no nutricional, que corroboramos hoy mismo con las disonancias en los que a la hora de vacunarse de Coronavirus solo piensan en ellos. Creo que hay mucho de lo primero y falta mucho de lo segundo en nuestra sociedad actual. A la hora de asignar plazas de trabajo creo en el mérito basado en dos puntales: eficiencia y equidad, basados en el esfuerzo, la iniciativa y el talento. Que nuestra preocupación por los logros no amenace nuestra curiosidad intelectual, ni desplacen la enseñanza y el aprendizaje.

Bonus si, bonus no. Depende que diría un gallego. Considero que si somos capaces en nuestras granjas – empresas – negocios, establecer un adecuado sistema de bonificaciones a los trabajadores, además de iniciar con un sueldo digno de partida, que no tan solo de base, veremos el fruto de esas habilidades especiales de cada persona en su responsabilidad, y detectaremos al mismo tiempo las lagunas, no solo de los más o menos cualificados, sino de los mejores o peores trabajadores. Una persona eficiente produce beneficios, y la otra pérdidas, inconvenientes, quebrantos y deterioro en la convivencia de los equipos de trabajo. Los sinónimos de beneficio son ganancia, provecho y utilidad. En la antigua China, Confucio predicaba que el gobierno debería estar reservado a quienes sobresalían en virtud y capacidad, al tiempo que, en la antigua Grecia, Platón imaginaba una sociedad dirigida por un rey filósofo apoyado por una clase de guardianes con vocación por el público. Y para rematarlo, Aristóteles hablaba de la frónesis, esa sabiduría práctica o virtud cívica que lleva a razonar acertadamente sobre el bien común. A ver si es aquí donde estamos fallando. La historia atestigua un nexo bastante endeble entre la posesión de prestigiosas credenciales académicas, por un lado, y la sabiduría práctica o el instinto para apreciar el bien común aquí y ahora.

Sea como fuere, quiero desearles unas entrañables PASCUAS NAVIDEÑAS gozando de la Familia en esta NOCHEBUENA y NAVIDAD, una rica sanidad, suerte en la Lotería Nacional y a disfrutar del bienestar que nos aportan los méritos obtenidos este año 2021.

 

“Mediante el trabajo, el hombre se realiza a sí mismo como hombre, es más, en cierto sentido, se hace más hombre”. Juan Pablo II (1920-2005) Papa 264 de la Iglesia Católica en su encíclica Laborem exercens sobre el trabajo humano      

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