Opinión de Antonio Palomo: EXAMEN DE MADUREZ

Opinión de Antonio Palomo: EXAMEN DE MADUREZ, foto antonio palomoOpinión de Antonio Palomo: EXAMEN DE MADUREZ

Tan solo puedo desearles que hayan comenzado este mes de septiembre tan bonito como el que les escribe, y sirva de acicate para afrontar el último cuatrimestre de este año, que a priori se nos presenta complejo. Empieza un nuevo curso académico en el que se incluye dentro de las pruebas de acceso a la Universidad un examen de madurez, que llevará implícito hasta un 75% de la nota final. No menos determinante va a ser la prueba de madurez que vamos a tener que pasar en nuestras empresas para cumplir nuestros objetivos en este 2022. En este punto quiero hacer mías las palabras de Joseph Robinette Biden Jr, 46º presidente de los Estados Unidos, con educación como Juris Doctor en Derecho y Grado en Artes, a quien le honra que su hermana se llama como mi hija pequeña, Valerie; refiriéndose a su país: “nunca nos rompemos, nunca nos rendimos y nunca retrocedemos”. En la dificultad se demuestra el grado de preparación y madurez, y no tengo ninguna duda de que una gran mayoría de todos los que estamos involucrados en la cadena alimentaria, y muy especialmente en el mundo del porcino, pasaremos dicho examen con nota. No creo que necesitemos esas lentes de larga distancia que algunos mencionan, cuando realizan acciones a muy corta distancia tan solo pensando en sus réditos. Y es que no es lo mismo el net profit que el “net pro mi”. Aquí hago un parangón con la práctica de la conducción automovilística, que para tomar bien una curva debemos fijar la vista en la misma antes de llegar a esta y no mirar el morro del coche, pero tampoco a las siguientes curvas que nos marca el GPS. En el primer caso corremos el riesgo de salirnos, y en el segundo de no llegar. El gran filósofo alemán F. Nietzsche se preguntaba ¿por qué el hombre no ve las cosas?, respondiendo: “el hombre se interpone a si mismo; tapa las cosas”.

Dentro del examen de madurez, no debemos olvidarnos de una de las bases de la Ley orgánica de educación en la que se hace referencia a la igualdad de oportunidades, lo cual me parece magnífico, y así sea. En términos jurídicos, de la doctrina de la igualdad, hacen referencia a la igualdad para los iguales y la desigualdad para los desiguales, para concluir diciendo aquello de “no igualar jamás a los desiguales”. Aquí nos surge la duda de si al destetar los lechones debemos poner todos juntos independientemente de su peso o separar pequeños, medianos y grandes, además de machos y hembras. Ahí lo dejo. Claro que, si nos vamos al significado de oportunidad, este se refiere al momento oportuno, cierto, exacto para realizar o conseguir algo, lo que quizás nos haga reflexionar en que eso de que todos tengamos las mismas oportunidades solo sea sobre el papel. La palabra viene del latín opportunitas (op que significa antes y portus de puerto) que quiere decir delante del puerto. Personalmente me parecen más realistas sus sinónimos como ocasión, congruencia, conformidad y circunstancia. Los psicólogos aseguran que a las personas que aprovechan las oportunidades y toman decisiones según van surgiendo estas, se les van desencadenando nuevas oportunidades. Mi madre ya me refería en el siglo pasado que “cuando las ocasiones las pintan curvas, toma la decisión más madura ante la oportunidad que se te plantee, considerando que el tiempo corre y las oportunidades pasan”. De aquello aprendí a conjugar el tiempo y la acción, además de llevar, a veces, y en situaciones complejas, algunas decisiones fuera de su horizonte mediato, de forma que no será la excepción la que confirma la regla, sino que es la regla la que confirma la excepción o, dicho de otra manera: el monje hace al hábito.

Estamos en el Año Xacobeo, donde numerosos amigos y compañeros (ganaderos y veterinarios) han hecho el Camino de Santiago, incluso alguno de ellos se llama Santiago, quien celebró su cumpleaños en el camino, y a quien quiero dedicar junto a su familia, con quien hizo el camino, esta columna de opinión por su gran valía profesional y humana. Ya los griegos mencionaban que los presuntos “caminos más cortos” han llevado siempre a la humanidad a grandes peligros. Cada vez que la humanidad oye la buena nueva de que se ha encontrado un camino más corto, se aparta de su camino… y pierde el camino.

Se me significa complejo cómo van a valorar la madurez, no ya por su asignación al sector frutícola, que hace referencia a que es el fruto que ha alcanzado su desarrollo completo, sino por ese estado personal en el que ha alcanzado su pleno desarrollo o mejor momento en algún aspecto. En euskera se dice heldutasuna, en catalán maduresa y en italiano scadenza, por lo que no parece que estemos muy de acuerdo en su completa definición. Solemos decir que hay jóvenes bien maduros y adultos inmaduros, y no me refiero al de Venezuela y sus acólitos; como también personas con gran formación académica inmaduros y otras sin estudios con elevada madurez. Mi hija Valeria, ante ciertas declaraciones de personas que nos gobiernan, suele decir aquello de: “esa persona no ha madurado”. En dicho caso, me alegro de dicho examen de madurez, sobre todo para que quien el día de mañana ostente un cargo público o privado relevante, con decisiones que competen a muchas personas, haya tenido que demostrar sus capacidades madurativas. Si nos basamos en lo que el rabino americano Joshua L. Liebman referencia sobre la madurez, la cual se logra cuando una persona pospone placeres inmediatos por valores a largo plazo, quizás el porcentaje de personas maduras no llegue ni a las dos cifras.

Ser maduro no significa no cometer errores, sino evaluarlos, corregirlos y seguir adelante. En nuestras empresas – granjas cometemos diariamente errores que son subsanables, por lo que entiendo debemos responsabilizarnos de los mismos con propósito de enmienda, aceptando las limitaciones, hacer autocrítica y poner en marcha las medidas correctoras, esta vez sí, de forma inmediata y en el corto plazo. Como bien mencionaba un aforismo, seamos más listos que las serpientes que se tienden demasiado tiempo al mismo sol. Prefiero el término providencia como medida para lograr un fin determinado o para prevenir o remediar un daño. Quizás no las tengamos todas con nosotros para alcanzar los objetivos que nos marcamos en nuestras empresas a principios de año por la situación tan compleja, pero nos tenemos a nosotros y nuestra madurez sectorial y profesional.

Como cazadores de información, nos volvemos ciegos para las cosas silenciosas, discretas, incluidas las habituales, las menudas o las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser”

Byung-Chul Han (Seul, 1959) De su libro “No-cosas: quiebras del mundo de hoy”

 

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