Opinión de Antonio Palomo: DESINFECCIÓN y DESAFECCIÓN

Opinión de Antonio Palomo: DESINFECCIÓN y DESAFECCIÓNOpinión de Antonio Palomo: DESINFECCIÓN y DESAFECCIÓN

En la semana pasada, primera de plena actividad laboral, posterior a la desaceleración de las fechas navideñas, ha sido muy común la frase de “hemos vuelto a la normalidad”. Personalmente considero que lo que hemos vuelto es a la anormalidad, a tenor del sinfín de todo lo que hemos escuchado en los diferentes escenarios teatralizados. Que agradables fueron esas dos semanas de transición entre 2023-24 donde disfrutamos, al menos en mí caso, de más tiempo con la familia y amigos, pudiendo hacer el trabajo de forma más sosegada y eficiente. Y es que los vacíos sanitarios que incluyen, además de una buena limpieza y desinfección, un tiempo sin animales en las salas, son muy positivos para bajar la presión de infección. También se agradecen esos días pasados donde el absentismo político se evidencia y la presión sociológica e irascibilidad se minimizan, donde el 3% y los del 3% no se visibilizan. Esos días en los que, incluso, ni ese 1.3 millones de absentismo laboral se dejan sentir. Doy mi palabra de honor que no soy uno de ellos, ya que, como bien saben, entre mis defectos se incluye la pasión por el trabajo. A buen seguro que, de mi declaración, nuestra sindicalista médica liberada laboral y hoy, por dichos motivos, ministra de sanidad, ha tomado el concepto de “enfermo bajo palabra de honor”, lo cual va en sentido inverso a los principios tanto galénicos como hipocráticos. No me extraña que el 60% de las personas entre 18 y 29 años que escuchan diariamente todo este sinfín de tropelías se sientan solos.

En mi caso, como bien me consta, junto a numerosos ciudadanos de a pie, todo esto nos provoca una locuaz desafección o condición de desafecto, definida como el no sentir estima por algo/alguien o mostrar indiferencia. Incluso está acuñado el término desafección política que se refiere a un sentimiento persistente de extrañamiento respecto a las instituciones, valores y líderes políticos existentes. Aquí dejaría el dicho de que a mí estos no me representan o no en mi nombre por el mínimo retorno de la inversión que este ciudadano obtiene de su voto. Si me dan a elegir, me sigo quedando con el cerdo. Ya los saberes antiguos y medievales solo consideraban “primos del hombre” a tres animales: el oso, el mono y el cerdo. Pues eso. Además, como bien saben, el cerdo siempre ha mantenido estrechos contactos con el dinero, símbolo de la prosperidad (todos nos hemos deseado próspero año nuevo), siendo, el cerdo, elegido imagen monetaria en la antigüedad romana, prestando su forma a las primeras huchas desde mediados del siglo XVIII en Inglaterra (piggy banks) y haciendo honor a una idea recurrente originaria del mundo rural de “quien posea un cerdo nunca será pobre”. Además, en numerosas expresiones el cerdo va asociado a la suerte, como por ejemplo en Alemania, donde la palabra Schwein (cerdo) reemplaza a la palabra Glück (suerte) en numerosas locuciones o “Schwein haben” (tener suerte), en países francófonos con frases como “avoir une veine de cochon” (tener una suerte de cerdo) o en italiano “un colpo di porco” (un golpe de suerte).

Y hablando de retorno de la inversión, Vaclav Smil, profesor emérito en la universidad canadiense de Manitoba, en su libro “Los números no mienten” dedica un capítulo al tema titulado “El mejor retorno de la inversión: la vacunación”. Hace referencia a las causas de muerte por enfermedades infecciosas que se han ido reduciendo por el uso del agua potable, una nutrición adecuada, las correctas instalaciones sanitarias y las medidas de prevención, juzgando que la relación entre costes y beneficios, la vacunación que se remonta al siglo XVIII, cuando Edward Jenner la introdujo contra la viruela, sale triunfadora. En un estudio respaldado por la Fundación Bill & Melinda Gates y llevado a cabo por sanitarios estadounidenses de Baltimore, Boston y Seattle, han estimado que, por cada dólar invertido en vacunación se esperan ahorrar 16 en costes sanitarios. Esto lo podemos hacer extensivo a nuestras granjas, sabiendo que la vacunación con la desinfección se potencia, aunque las vacunas no palian la falta de vacíos sanitarios. No debemos confundir desinfección con vacío sanitario, ya que lo primero es una parte de lo segundo, y donde se nos suele olvidar que la desinfección sin días de vacío sin animales ni secado de las salas, de poco sirve. Solo tenemos que conocer los tiempos que los principales agentes infecciosos permanecen en el medio a diferentes temperaturas y su sensibilidad frente a unos u otros desinfectantes. Por eso es importante rotar el uso del principio activo y ser activo, como principio, en el tiempo mínimo de vacío sanitario entre lotes – bandas de animales. No en vano, en no pocas ocasiones en los sistemas abiertos comprobamos hasta que punto lo más difícil de percibir es la evidencia que menciona el científico francés Edgar Morin en su teoría del pensamiento complejo.

A mí me produce mucha desafección constatar con elevada frecuencia que no cumplimos correctamente con los vacíos sanitarios estrictos que a medio y/o largo plazo nos provocan problemas sanitarios que suponen un aumento del gasto terapéutico y de las resistencias antibióticas, que se refleja en un mayor coste de producción. Durante la pasada semana analicé datos de gestión técnica de un número importante de granjas para hacer balance del 2023, determinar los puntos de sensibilidad, tomar medidas correctoras y marcarnos los objetivos para este 2024. Tuve ante mí granjas que iban de 100 a 5.000 reproductoras y con rangos productivos de 6 a 38 lechones destetados por cerda y año. Seis, si, seis en una granja de ibéricas en extensivo con monta natural que con 220 cerdas había destetado 1.305 lechones en total. Entre un sinfín de variables siempre llego a una conclusión principal donde la producción eficiente y la sanidad van de la mano, viendo penalizarse drásticamente la productividad en aquellas granjas que padecemos problemas infecciosos. Y en este punto la desinfección prevalece sobre la desafección.

Sabiendo de la proximidad biológica entre cerdos y humanos desde los médicos griegos y árabes, donde incluso en la Edad Media en las escuelas de medicina la anatomía se enseñaba con la disección de cerdos, e incluso en la Italia del siglo XII se hacía el juego de palabras en latín porcus = corpus, apareciendo dicho anagrama en textos médicos hasta el siglo XVII, no termino de entender por qué nos resulta tan complicado comprender la enorme importancia de la desinfección – vacíos sanitarios en nuestras granjas cuando somos tan exquisitos con nuestras normas sanitarias de higiene y limpieza. Los agentes infecciosos nos superan en la experiencia de la contingencia, es decir, son más amos y señores del tiempo que nosotros y, por lo tanto, debemos evitar darles facilidades. No olvidemos los principios básicos de la producción y prioricemos los que tienen mayor retorno de la inversión, que es lo mismo que decir mayores beneficios. Para ello la paciencia y la lentitud (evitar las prisas tan frecuentes) son esenciales, como bien decía F. Nietzsche al comienzo de su libro Aurora: “tanto mi libro como yo somos amigos de lo lento”.

17 ENERO – FELIZ DÍA DE SAN ANTONIO – PATRÓN DE LA FAMILIA PORCINA

“El hombre es por naturaleza un ser olvidadizo (animal obliviscens)” – Harald Weinrich (1927-2022) Filósofo alemán

 

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