Opinión de Antonio Palomo: BULLYING

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Estamos en la semana del bullying, aunque como muchos saben, no son pocos los que la practican las 52 semanas del año, con las pertinaces consecuencias. Según la filosofía china Ying es la fuerza pasiva que, unida con el yang, constituye el principio del orden universal. Y bull viene de toro, cuyo ancestro salvaje, el Bos primigenius (Urus), ya ha desaparecido. Apuesto porque desapareciera el acoso como bien conocíamos todos, hoy llamado bullying. En síntesis, se define como la agresión para ejercer poder sobre otra persona, la cual puede ser física o verbal. ¡Que levante la mano quien no lo ha sufrido en algún momento de su vida! Lo que más me preocupa es que sea intencionado y que el agredido no disponga de la fortaleza mental para superarlo, como está sucediendo actualmente en los más jóvenes, donde 7 de cada 10 confiesan sufrirlo, llegando, en ocasiones, a consecuencias dramáticas. Esto me lo comentaba una destacada alumna de prácticas con quien visité una granja la semana pasada, y que sencillamente, por destacar tanto académicamente como por su brillantez mental, lo llevaba sufriendo desde que inició sus estudios. El bullying no solo es escolar, también se da en la vida laboral, tanto en la empresa privada como en la pública. La palabra proviene de bully, abusador. Las razones del hostigamiento pueden tener diferentes orígenes, como me explicaba la protagonista, después de acudir a un psicólogo, centrándose en problemas de afecto del acosador, envidia del sujeto destino o falta de empatía.

Afortunadamente, nuestros cerdos no sufren dicho problema, aunque bien conocemos como tienen una elevada estructura de jerarquización dentro de su orden social, habiendo animales dominantes y dominados. Dicha jerarquía se establece a las pocas horas de estar juntos, a partir de cuyo momento cada uno come, bebe y descansa por el orden que le corresponde en el grupo. Es un ejemplo más de lo que podríamos aprender de los animales. Una de las formas de paliar esta violencia es llevar a cabo lo que los educadores llaman mirada apreciativa, lo cual me parece totalmente lógico, frente a la despreciativa, que está en la base de las personas que la practican, quienes en no pocas ocasiones se permiten juzgar al otro sin darse la oportunidad de conocerlo y sin analizar todos los condicionantes. La compañera responsable de la granja, ya curtida en mil batallas, y que también había sufrido acoso por parte de compañeros de trabajo, nos dijo que ella lo había superado cambiando su actitud ante los acosos. Esto me recuerda al aforismo de Marcel Proust, que bien practico en mi vida, y que decía: “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”. También me viene a la cabeza otra frase magnífica de mi Madre ante la dificultad: “Hijo, si el día amanece gris, píntalo de colores”. Gracias a ella no sufro neofobia.

Bien sabemos, como mencionaba Heráclito que, el mundo está en un estado constante de cambio, por lo que debemos pensar por delante de las propias personas que nos acosan, y tratar de cambiar dichas situaciones con valentía. Claro que, al ser humano nos cuesta cambiar y salir de nuestro entorno de confort, mucho más a unos que a otros. No querer enfrentarnos a cambios tiene numerosos orígenes, siendo los más frecuentes el miedo a perder el control de las situaciones, perder el reconocimiento de otros, miedo al fracaso, miedo al rechazo o a quedarnos solos y, sobre todo, el miedo global a lo desconocido. Los humanos somos seres tribales, de forma que, cuanto más similares somos a los demás, más probable es que nos sintamos mejor en un grupo, y a su vez, si tenemos disimilitudes, nos enfrentaremos a la resistencia de los demás. Ya saben aquello de que: “prefiero lo malo conocido a lo bueno por conocer”. Yo personalmente, prefiero lo bueno por conocer, y por supuesto lo bueno conocido, que es con lo que me quedo, afrontando el riesgo de dejar de lado lo malo conocido y doblegar la resistencia que me impongan. Se imaginan que en nuestras empresas nos quedásemos con lo malo conocido. Se imaginan que en las granjas nos quedásemos con las cerdas con mala producción en vez de tener un programa de renuevo preciso y necesario por miedo a que esas futuras reproductoras vayan a producir mejor que las que debemos eliminar. En este caso, me asocio con el miedo constructivo vs destructivo, ya que ello no supone ninguna amenaza real. Los cambios no son solo inevitables, sino que son necesarios para continuar avanzando.

Considero importante no obsesionarse con los problemas para poder superarlos, acudiendo a la resiliencia. Actualmente, sufrimos en muchas granjas graves problemas sanitarios, debiendo procurar que nos abrumen, y mucho menos hacernos las víctimas. Visité la pasada semana otra una unidad de engorde en el noroeste del país donde Josep, el integrado, llevaba sufriendo dos cebas con más del 25% de mortalidad y me explicaba que, para él, esa era la causa de que el precio de los cerdos se mantuviese en máximos y que en mataderos de su zona se hayan reducido los sacrificios, suprimiendo algunos turnos de trabajo. Sin duda, era un ejemplo de persona resiliente consciente de su potencial y limitaciones, objetivo, confiado en sus capacidades y asumiendo estas dificultades con el objetivo de aprender. Podría perfectamente estar desesperado, lo que no quita que estuviese preocupado, siendo capaz de tener compasión y empatía hacia si mismo, es decir, cargado de amor propio y con la vista puesta en hacer todo lo posible para que, en la siguiente partida de una decena de miles de cerdos, lograr una mortalidad dentro de los objetivos. Prefiero la resiliencia de Pep como su capacidad a sobreponerse ante diferentes dificultades que la inteligencia como capacidad de tener dominio de las propias emociones y las de los demás. Si, además, como en este caso, goza de un alto IR (Inteligencia + Resiliencia), se lo compro, y a buen seguro será capaz de superar cualquier acoso.

“La vida es aquello que nos va sucediendo mientras nos empeñamos en hacer otros planes” John Lennon (1940-1980) Fundador The Beatles y óscar a la mejor banda sonora en 1970

 

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