Opinión Antonio Palomo: HIPÓCRATES vs HIPÓCRITAS

Opinión Antonio Palomo: HIPÓCRATES vs HIPÓCRITASOpinión Antonio Palomo: HIPÓCRATES vs HIPÓCRITAS

Los griegos ya hablaban de la doctrina de los contrarios, mencionando la palabra érasis como el equilibrio y armonía entre los contrarios, tan poco común en nuestro siglo XXI. Ya Empédocles de Agrigento, conceptuado como uno de los primeros médicos y filósofos, allá en el siglo V a.C. decía que si los elementos están en equilibrio se produce la buena salud, mientras que si un elemento está en desequilibrio se produce la enfermedad. Esto bien lo podríamos aplicar a nuestras granjas que se rigen por seis pilares productivos, sabiendo que cuando uno de ellos se desequilibra, “se nos tuerce la granja”, como bien mencionaba un entrañable ganadero aragonés. Ese siglo fue la edad de oro en Grecia, momento hasta el que nunca se había dado tanta libertad individual, lo que atrajo a muchos talentos en busca del conocimiento, siendo uno de ellos Hipócrates de Cos, el padre de la medicina con su Juramento hipocrático, código moral que regulaba la ética en la práctica sanitaria y que no sería nada desdeñado que alguien 25 siglos después establecieran un Corpus Hipocraticum Político para poner un poco de orden y equilibrio. Apunto algunos detalles de dicho juramento que se basaban en el amor al paciente y el amor a su arte, para que podamos hacer una reflexión comparativa. En la primera parte especifica los deberes del aprendiz hacia el maestro y la obligación de transmitir el conocimiento, la segunda contiene los deberes de justicia, secreto, respeto y su solidaridad con los compañeros, terminando con la tercera parte donde el profesional debe ser ejemplar tanto en los aspectos técnicos como en su comportamiento, incluida la decencia, debiendo resultar agradable e inspirar confianza, hablando con corrección, serenidad y moderación. No sé, si encuentran alguna diferencia con el día a día de nuestros días.

Un alumno aventajado de Hipócrates fue Galeno, considerado el primer investigador experimental al diferenciar la estructura de las venas y las arterias, así como descubrió siete de los doce pares nerviosos craneales, gracias a sus disecciones de animales, incluidos de forma preferente los cerdos y los monos. Ya en esa época se estableció una jerarquía en los órganos, mencionando tres como los más nobles: hígado, cerebro y corazón, lo cual continuó hasta los médicos y filósofos árabes del siglo X (Avicena) y XI (Averroes), quienes siguieron los principios hipocráticos. Averroes nació en la Córdoba del Al-Ándalus como algunos compañeros de profesión estupendos a los que dedico esta columna de opinión, y que muchos de los cuales siguen la escuela hipocrática. No estoy tan seguro de que alcancen el grado laborante de Averroes del que se dice que solo hubo dos días en su vida que no estudio, el de su boda y el de la muerte de su Padre. Averroes daba suma importancia a la nutrición como centro de la medicina y que la salud depende de una adecuada alimentación y de la evacuación de las sustancias tóxicas. Ya pronosticó sin quererlo que la alimentación de nuestros cerdos nos iba a suponer este año entre el 70-75% del coste de producción y que tuviésemos problemas sanitarios por tóxicos ligados a las dietas.

Ante todo, no deseo caer en la incorrección de diferenciar palabras por su género, que como decía el matemático gallego del siglo XVI Francisco Sánchez, algo alejado del actual Sánchez: aunque la autoridad manda creer; la razón me demuestra que hipócrita no tiene nada que ver en absoluto con Hipócrates. Francisco era de Tuy, que no de El Ferrol como YD (Yo Dior), quien escribió una de las obras más escépticas del Renacimiento titulada Quod nihil scitur (No se sabe nada), que estaría de impactante actualidad para referirse a las conversaciones de Ginebra. Bien decía que suponer no es saber; sino fingir, por lo cual de suposiciones surgirán ficciones, no ciencia. Esto lo llevo muy a pecho en mi práctica diaria profesional. Aquí, considero relevante discernir entre las normas biológicas que emergen simultáneamente a las necesidades fisiológicas hipocráticas correspondientes, mientras que las normas sociales son el resultado de la confrontación entre diferentes intereses y necesidades sociales, o en no pocos casos particulares. Recuerdo las confrontaciones entre YD y Nadia Calviño durante la anterior legislatura. A ver si va a tener más razón la recién nombrada presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), a quien felicito y de lo que me alegro desde esta columna de opinión. Un ganadero castellano, la semana pasada, cuando visitaba su granja con otra compañera, hizo un parangón que me parece simpático: ¿en que se diferencian la ministra de trabajo y Antonio? – en que la primera sabe mucho de paro y nuestro veterinario de trabajo. Afortunadamente nuestro sector nunca ha estado subvencionado ni en sus manos, por lo que somos el primer país europeo en producción porcina y exportador mundial, además del primer país en paro laboral. Ya saben aquello de sector subvencionado, sector arruinado. Japón es uno de los países con menor paro del mundo y con mejor calificación de conocimientos en jóvenes en el informe PRISA publicado la semana pasada, y sin darles subvenciones.

Hipócrita es un adjetivo que dice de alguien que finge ser o sentir lo contrario de lo que es o lo que siente, también asociado a personas que muestran sentimientos falsos con el fin de recibir ganancias o reconocimiento. En muchos idiomas, un hipócrita es quien trata de esconder sus intenciones y verdadera personalidad. La palabra viene del griego hypokrites que significa actor, que viene del verbo actuar, propio del teatro griego. Personalmente asiento en que en numerosas ocasiones más que hablando están actuando. Hipócrita e Hipócrates comparten el término hipo, pero sin tilde. El hipo desde el punto de vista médico es una serie de espasmos diafragmáticos entre dos respiraciones normales, aunque desde el punto de vista coloquial, como escuchaba a nuestros mayores, se asociaba con haber dicho alguna mentira. A ver si entre la hipocresía y el hipo vamos a tener correlaciones que desconocemos en tierra firme, o es que quizás sean tierras movedizas como menciona la canción latina titulada Hipócrita de Anuel AA, que dentro de su delirante letra incluye el epígrafe: “un día me ama y otro me odia”. También me recuerda al luminoso que vemos estos días en nuestras autovías: “Acuérdate – si bebes no conduzcas”. Me temo que el problema está en que cuando beben no se acuerdan.

La semana pasada celebramos el 45 aniversario de nuestra Constitución del 1978, en el mismo día de San Nicolas de Bari, sabiendo que Nicolas tiene un origen también griego y significa la victoria del pueblo, además de que en alemán se escribe Nikolaus, santo del que se origina la figura de Papá Noel o Santa Claus. Tanto una cosa como la otra me parecen gratas y les invito a celebrarlas, más desde el punto de vista hipocrático que hipócrita, para evitar conflictos.

“La sinceridad hace a la persona más pequeña de más valor que el hipócrita más talentoso” – Charles Spurgeon (1834-1892) Teólogo británico conocido como el Príncipe de los Predicadores

 

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