OBESIDAD vs SÍNDROME DE CERDA GRASA

En humana se correlaciona la flora digestiva con los hábitos alimentarios y ciertas patologías (alergias, ansiedad, asma, autismo, colitis ulcerativa, depresión, enfermedad de Crohn, migrañas, obesidad ..), lo que también se está estudiando en porcino. La mayoría de las enfermedades empiezan en el tracto digestivo cuando las bacterias buenas no son capaces de controlar a las bacterias malas (Elie Metchnikoff 1845-1916). La salud digestiva cubre múltiples aspectos del tracto gastrointestinal en el cerdo como son mecanismos fisiológicos y funcionales relacionados con la digestión y el metabolismo de los nutrientes, la estabilidad de la microbiota, las funciones de la mucosa y la respuesta inmune (Soumya Kar,2018). Y aquí me hago una primera pregunta: ¿cómo influye el exceso de grasa corporal en las cerdas sobre la digestibilidad de ciertos nutrientes, su respuesta inmune y su microbiota?

En este siglo y por primera vez en la historia, los problemas de salud derivados de la obesidad en humana sobrepasan el número de fallecidos anuales a los originados por el hambre, derivados de apnea del sueño, diabetes, hipertensión, fallos cardiacos, accidentes cerebro-vasculares, problemas oncológicos, insuficiencia renal, problemas reproductivos, trastornos óseos y articulares. La obesidad se referencia como la “Epidemia del siglo XXI“ que supone entre 2-8 % del gasto sanitario en los países desarrollados y la OMS la define como un exceso en la cantidad de grasa o tejido adiposo, mientras que el sobrepeso es una elevación en la relación peso-talla. Bien sabemos que en nuestras granjas las cerdas grasas tienen más problemas reproductivos, osteo-esqueléticos y urinarios, con una tasa más elevada de mortalidad y renovación. Y de aquí deriva la segunda pregunta: ¿qué porcentaje del gasto sanitario nos supone esto en la práctica? Además debemos considerar que es un problema económico doble, ya que a las pérdidas productivas sumamos el sobreconsumo de pienso. Es decir, perdemos dos veces. De aquí que sea importante tener controlado el consumo de pienso-nutrientes en cada fase de producción según la curva de alimentación que tengamos diseñada en cada granja, evaluando mes a mes nuestro objetivo de consumo para evitar que tengamos cerdas grasas.

Pero no es menos importante, desde mi punto de vista, cómo pueden influir los excesos de ingesta de nutrientes en la cerda reproductora sobre la salud intestinal de sus lechones. Como bien sabemos el desarrollo del tracto gastrointestinal comienza en la fase de gastrulación dentro de la fase embrionaria y el desarrollo del sistema inmune sienta sus bases a partir de los 16 días de gestación (0´Doherty, 2017). En humana está bien correlacionado el excesivo aumento de peso (obesidad) durante la gestación con la presencia de una microbiota diferente a la de las personas en una buena condición corporal (Sridhar et al. Am J Obstet Gynecol 2014 ; 211:259). Por lo tanto debemos tener un adecuado plan de nutrición de precisión en las cerdas, basado en cubrir las necesidades de mantenimiento y producción en cada una de las tres fases de la gestación. Debemos monitorizar periódicamente (mensual) las curvas de consumo en base a necesidades según genética, estadio productivo, ciclo reproductivo, genética, condiciones climáticas, niveles de producción, estado sanitario y sistema de alimentación.

 

“Quien no conoce la composición de los alimentos, ¿cómo puede comprender las enfermedades del hombre?” (Hipócrates de Cos, 460-377 a.C.)

“Come poco y cena poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago“– Don Quijote a Sancho . (Don Quijote de la Mancha-Miguel de Cervantes Saavedra, 16 enero 1605)

 

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA