Nuevo conflicto entre agricultores franceses y fruta española

Este es un episodio que con diversos productos españoles se produce con ya demasiada frecuencia y en estas fechas, con las elecciones europeas en la puerta, unas acciones de esta naturaleza tienen un gran oportunismo político y ponen evidentemente en jaque el principio del libre comercio en el seno de la Unión Europea.

Como es sabido los agricultores franceses viene quejándose desde primeros de mayo de los tomates y de los fresones, que llegan desde España porque ambos están declarados en crisis coyuntural en Francia.

En esta oportunidad ha sido la organización agraria francesa Confederación Campesina (Conféderation Paysanne) la que ha actuado. Ahora no han sido los tomates ni las fresas las víctimas; han sido los albaricoques.

La mencionada organización puso el pasado día 16 de mayo, una barrera en el peaje de Le Boulou (Departamento de Pirineos Orientales), muy cerca de la frontera con España. El objetivo evidente, bloquear y filtrar la entrada de camiones cargados con fruta procedentes de España.

La mencionada organización pide que se establezca un precio mínimo de entrada en Francia para las frutas y para las hortalizas, con el fin de impedir que los productos importados también de otros Estados miembros de la Unión Europea se vendan por debajo del coste de producción francés. Según la Confederación Campesina no sería necesario establecer fronteras físicas para poner en marcha un mecanismo de eta naturaleza, sino que sería suficiente con controlar los documentos que acompañan a los mencionados productos en las fronteras.

Según argumenta la organización en los últimos 25 años ha desaparecido en Francia aproximadamente un tercio de la superficie dedicada a la producción de frutas y/o de hortalizas y en los últimos 6 años prácticamente un tercio de las explotaciones.

Es cierto que casi la mitad de las frutas y hortalizas que se consumen en Francia proceden del exterior, sobre todo de otros Estados de la Unión Europea, fundamentalmente de España, de Italia y de Alemania. Obviamente, es un problema tanto de coste de producción como de coste oportunidad y de comercialización.

En este marco sería interesante que la Confederación Campesina no olvidara, por ejemplo, que sucede con la leche producida en Francia y el mercado español.