Ligera desaceleración en el crecimiento económico español
Hablando en términos generales, la economía española, en el segundo trimestre el año, ha disminuido su ritmo. Así, en este segundo trimestre creció un 0,6 por 100, una décima menos que a principios de año y de lo que habían sido las previsiones del Banco de España.
Esta ligera desaceleración se pone más de manifiesto, según los datos de contabilidad nacional divulgados por el INE, en las tasas anuales de crecimiento, que han quedado entre abril y mayo en el 2,7 por 100. Esto significa que, por primera vez desde hace tres años, la economía española avanza menos del 3 por 100 si se mide en tasa anual.
Tras esta desaceleración, está el freno que está sufriendo el consumo de los hogares españoles. En los últimos trimestres, el gasto crecía por encima del 0,5 por 100; en los primeros meses de 2018 llegó al 0,7 por 100; pero, en los meses precedentes, esta tasa ha bajado al 0,2 por 100. El propio Banco de España lo había adelantado: «en el tramo final del segundo trimestre podría haberse producido un cierto debilitamiento del consumo, como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo que se deriva del repunte de la inflación». Este repunte de precios se ha visto especialmente en los últimos meses; de mayo a julio el IPC se ha situado por encima del 2 por 100.
Evidentemente, en toda esta temática juegan un papel los precios del petróleo y la política energética española. A los mismos hay que sumar elementos clave como las bajas de tasas de ahorro de los hogares (que se sitúan en mínimos históricos) y, consecuentemente, no dan margen de gasto; también juega un papel destacado, como ya se ha publicado con anterioridad en esta misma tribuna, la debilidad de los salarios y la situación contractual de la propia población asalariada (todo hace indicar que esta tendencia se acelerara durante el presente mes de septiembre que, para las familias con hijos, es especialmente duro con la incorporación de los mismos al colegio y/o a la formación profesional y/o a la universidad, después del periodo vacacional, que suele comportar un exceso, más o menos acusado, en el gasto familiar). También influye la caída del empleo “estacional veraniego” (qué solo en el litoral mediterráneo supera las 500.000 personas); ello puede llegar reducir muy significativamente los casi 450.000 empleos a tiempo completo creados en el primer semestre de este año (esto sí, con niveles salariales muy bajos).
Algo ha compensado el comportamiento de la inversión empresarial, que ha pasado de caer un 1,6 por 100 en el comienzo del año a avanzar un 5,5 por 100, y también el gasto público, que ha aumentado su ritmo (del 0,5 por 100 al 0,7 por 100). Pero ambos componentes, como es bien sabido, tienen un menor peso en la evolución de la economía que el consumo de los hogares, que en el caso de España es un factor absolutamente determinante (al margen del endeudamiento que comporta, por ejemplo, el aumento del gasto público)
Otro elemento que ha pesado en la desaceleración de estos meses son las exportaciones, que han caído un 1 por 100 y aquí está jugando un papel importante la evolución negativa del turismo, en gran medida por nuestra inestabilidad política (hemos dejado de batir récords de visitantes y de su gasto).
También tiene una incidencia negativa en nuestra economía la desaceleración económica de países como Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. No hay que minusvalorar aquí el hecho de que España vende a la Unión Europea la mayor parte de sus exportaciones.