Las rentas agrarias siguen disminuyendo

El pasado día 25 de septiembre la Comisión Europea presentó a la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo su informe sobre la actuación del año 2016. De este informe se puede concluir que, lamentablemente, el incremento de la competitividad y la productividad que ha registrado el sector, así como la buena marcha de las exportaciones, no se ha reflejado en las rentas agrarias, que desde el año 2013 no han dejado de disminuir (en este sentido la Comisión refleja en su informe un aumento de la productividad de la agricultura y ganaderías europeas del 8,7 por 100 en el período 2013-2015 respecto del 2005).

De acuerdo con los datos que aporta la Comisión, la media de la renta agraria por unidad de trabajo en el año 2016 se sitúo en los 14.503 €.

Tras los sucesivos recortes acaecidos durante estos últimos ejercicios, la mencionada renta se ha situado realmente por debajo de los niveles de los años 2011 y 2012. Esta realidad coincide prácticamente con los primeros pasos del llamado “chequeo médico” de la PAC hacia su configuración actual de ayudas desacopladas y apertura y de desregulación de los mercados.

En un análisis efectuado por la Unión de Uniones, una de las claves de la mencionada bajada de la renta agraria está en la alineación progresiva de los precios agrarios al de los mercados internacionales, que de estar en 2013 un 19% por encima del nivel mundial, se situaron en el año 2015 sólo a un 5 por 100. La Comisión pone esta aproximación en términos de competitividad gracias a la cual las exportaciones agroalimentarias crecieron en 2016 un 1,5 por 100 respecto del año 2015, hasta alcanzar los 130.700 millones de euros, con un superávit sobre importaciones de 19.000 millones de euros.

A juicio de Unión de Uniones, si bien el informe de la Comisión Europea pone de manifiesto la buena marcha del sector, también refleja, como ya se ha indicado, una depresión de las rentas y unas profundas deficiencias en la actual PAC. En este sentido, la organización pone el acento en las recientes conclusiones del Consejo Informal de Agricultura celebrado a primeros de septiembre en Estonia. En el mismo reconocía explícitamente que la PAC no estaba preparada para afrontar las crisis agrarias.

Por otra parte, la organización ha puesto de manifiesto una realidad muy importante y que debe ser mejorada: la PAC vigente tampoco ha resuelto el histórico desequilibrio en el reparto de las ayudas, pese las modificaciones introducidas en el régimen de pagos directos. De hecho, los datos del año 2016 ponen claramente de manifiesto que un 78 por 100 de los beneficiarios de la Política Agraria Común cobra menos de 5.000 euros; es decir, este 78 por 100 solo absorbe el 17 por 100 de las ayudas.

La Unión de Uniones expone que: “Ahora que se abren los debates sobre la futura PAC, las tendencias anteriores deberían mover a una profunda reflexión sobre la deriva que ha tomado en sus últimas revisiones y no seguir profundizando en errores del pasado reciente dando un mayor protagonismo a la agricultura activa (la realizada por ganaderos y agricultores profesionales), dando una mayor protección al modelo agrario (agrícola y ganadero) responsable, seguro, sostenible y de calidad con una distribución más equilibrada de las ayudas”.

Sin duda, unas demandas muy razonables.