Las claves del quehacer cotidiano en la explotación porcina

La iniciativa de los porcicultores buscando obtener un producto inocuo y de excelente calidad, sumada a los intereses de un consumidor que cada día es más exigente con los productos pecuarios, especialmente los procedentes de la explotación intensiva del ganado porcino, ha generado, en estos últimos 20-30 años, un mayor nivel de tecnificación de las granjas y una mejora constante de las prácticas porcícolas (sistemas y técnicas de producción).

Alcanzar el éxito en la producción primaria depende, fundamentalmente, de la integración y del equilibro de diversos factores técnicos y administrativos implicados, lo que resulta de vital importancia para la gestión que se debe realizar, día a día, en nuestras explotaciones.

Por esta razón los porcicultores deben tener en cuenta, en el ámbito de los factores técnicos, la implementación de actividades que se encaminen a la obtención, en la base animal, de un adecuado nivel de bienestar. Unas instalaciones bien diseñadas y manejadas, con espacios y volúmenes óptimos en las distintas etapas productivas, una alimentación técnicamente correcta y un buen manejo, dentro y fuera de la granja, son claves para poder garantizar la obtención de un excelente producto final.

La sanidad animal también es un aspecto absolutamente clave. Un buen estatus sanitario significa que los cerdos no sufran enfermedades y cuenten con unos correctos programas de desparasitación y de vacunación. Para esta razón es imprescindible contar en la explotación con unos protocolos establecidos de bioseguridad que impidan la entrada de patógenos potencialmente infecciosos. Granjas más sanas son, sin duda, granjas más productivas.

En muchas explotaciones porcinas colombianas se aplica además la metodología de la inseminación artificial que garantiza una mejor utilización de los machos reproductores. Un adecuado control sanitario de los mismos permitirá una transferencia de genética más eficaz y rápida, optimizando el manejo reproductivo dentro de la granja.

La correcta implementación y el mejoramiento de las buenas prácticas ambientales y de las mejoras técnicas disponibles, para la preservación y conservación del recurso hídrico, del suelo y del aire, debe ser también una apuesta de los productores. La porcicultura, por razones técnicas y sociales, debe ser amigable y sostenible con el medio ambiente.

Por su parte, la industria de la carne de cerdo ha logrado, en los últimos años, significativos avances en materia de bioseguridad, de sostenibilidad, de calidad y de inocuidad, que no solo dinamizan al sector sino que, además, atiende los requerimientos del nuevo consumidor; este consumidor cada día más crítico y exigente.

En este contexto tan complejo entre los que denominamos “componentes administrativos” hay uno que sobresale y es precisamente el recurso humano. La clave de los buenos resultados, en las producciones de animales, especialmente las sujetas a modelos intensivos, es el manejo de la base animal por parte de del personal de la granja.

Los operarios, los técnicos y demás colaboradores de la granja deben contar con todos los requisitos laborales necesarios y deben recibir constantemente capacitaciones que les permita estar actualizados en temas de buenas prácticas.

Reconocer la actividad porcícola como un sistema productivo de alto nivel significa que todos sus componentes deben operar constantemente de manera integral.

Sólo bajo estas premisas los resultados técnicos y económicos (costes) obtenidos en nuestras granjas serán lo suficientemente adecuados como para poder garantizar, con una visión a medio – largo plazo, su futuro empresarial.

 

María del Carmen Otero

Expresidenta de la Asociación Colombiana de Porcicultores, 

Granja Paraíso – Colombia