La problemática generada por la Vespa velutina nigritorax
Estas avispas, aparte de alimentarse de gran cantidad de abejas, también se alimentan de otros insectos, desequilibrando el ecosistema; las aves insectívoras ven disminuidas sus presas; las plantas anemófilas (las que necesitan de insectos polinizadores para la fecundación de sus flores y conseguir producir semillas) se ven en gran medida afectadas; los arándanos, los cerezos, las zarzas, los castaños, fundamentales para la alimentación de especies en peligro de extinción, como el oso pardo y el urogallo cantábrico, ven reducidas sus producciones.
Negrete localizó, en colaboración con los apicultores del valle de Guriezo, el primer nido de Vespa Velutina Nigritorax en Cantabria. Era nido de gran tamaño: 70 cm de ancho por 90 cm de alto, ubicado en un pequeño castaño. Estaba en un monte de pequeños eucaliptos rodeado de fuentes de agua muy próximas a su alrededor. El nido se encontraba en la parte baja del valle en una ladera con bastante inclinación.
Como ya esperaba, las primeras avispas se localizaron en los valles próximos al País Vasco. En aquel otoño se localizaron avispas adultas en cuatro puntos de Cantabria: Ojebar, Incedo, Tarrueza y Otañes. En estos cuatro núcleos rurales no se había encontrado hasta aquel momento ningún nido. El primer nido que se localizó fue el de la población de Trebuesto, en el valle de Guriezo.
Gracias a que en esta época del año, otoño, los árboles tienen pocas hojas, se pudo encontrar el mencionado nido. Las avispas suelen anidar en árboles muy frondosos y cerca de su copa; aprovechan los cursos de agua del fondo de los valles para expandirse, ya que necesitan el agua para fabricar sus nidos de celulosa. En este caso estaba el rio Agüera que discurre por el valle de Guriezo.
Desgraciadamente el nido se descubrió un poco tarde para poder destruirlo antes de que salieran las reinas fundadoras de la primavera siguiente. Esta salida acontece entre los meses de agosto y septiembre, cuando el nido produce machos y hembras; estas últimas, fecundadas, invernan escondidas en los troncos de árboles o en pequeñas grietas, esperando a la primavera siguiente. Aquéllas que sobreviven al invierno (muchas mueren con el frío), inician la construcción de un nuevo nido.
Lo aconsejable es proceder a la retirada de los nidos poco antes del anochecer; entonces la mayoría de las avispas están en el nido y, además, al haber poca luz están menos activas y son menos agresivas. Es necesario hacerlo de esta manera ya que potencialmente todas las hembras del nido pueden llegar a ser futuras reinas fundadoras. Cuando se procede a la retirada de un nido debe habilitarse una zona de seguridad de unos 60 metros de diámetro para evitar accidentes innecesarios. Si el nido está a una altura elevada, se introduce en él, con una pértiga extensible de aluminio, un biocida; posteriormente se retira el nido y se mete en unas bolsas de plástico para poder proceder a su destrucción. Es importante actuar silenciosamente; el ruido irrita a las avispas y pueden atacar. A continuación se deben retirar los restos que han quedado en el árbol y en el suelo, para eliminar toda fuente de residuos químicos dañinos para el medio ambiente y para las aves que pudieran alimentarse de las avispas muertas.
Cuando los nidos se localizan tarde las reinas fundadoras de la primavera siguiente, ya han abandonado el nido madre, quedando en el nido descubierto sólo algunas avispas obreras que todavía realizan actividades de alimentación y cuidado de las últimas larvas. Por esta razón es peligroso retirarlo sin la adecuada protección, que no es la que utilizan los apicultores en su tarea cotidiana con las abejas. En este caso hay que llevar una protección especial: un traje con doble tela, casco duro en la cabeza y pantalla protectora para los ojos. Estas avispas asiáticas tienen un aguijón grande, mide entre 3 y 6 mm, y lanzan su veneno a los ojos de la persona que retire el nido.
Es importante no confundir esta especie invasora, la Vespa Velutina, con otro tipo de avispas, que son autóctonas del país. Si se destruyen los nidos de estas últimas se perderá biodiversidad y, paralelamente, se favorecerá la expansión de la especie invasora.
Durante el momento en que las avispas están cazando abejas delante de una colmena no son peligrosas para el hombre, pero la situación cambia cuando nos acercamos a menos de 8 metros del nido. Si son molestadas se puede producir un ataque en masa contra el intruso en el que participan hasta el 90% de todos los insectos adultos del nido.
Cuando hay muchas avispas cazando abejas delante de una colmena las abejas tienen tanto miedo que no salen de la misma, anulando la entrada de alimento y de agua. La colonia se debilita y termina padeciendo enfermedades. Si el apicultor no lo remedia, la colmena acaba muriendo generándose un daño importante (como es bien sabido la abeja es el insecto polinizador más efectivo que hay en la naturaleza. Infinidad de plantas y animales dependen directamente de ella).
Marcos Negrete Ocejo
Presidente de la Asociación Española de Apicultores