La guerra comercial China – Estados Unidos

Todo parece indicar que la guerra comercial entre las dos superpotencias se va complicando a medida que pasan las semanas. Así, el señor Trump anunció la semana pasada que impondrá tarifas sobre cerca de unos 200.000 millones en productos procedentes de China. La tasa del 10 por 100 entró en vigor ayer, 24 de septiembre, y se incrementará hasta el 25 por 100 a finales del presente año 2018.

China respondió inmediatamente y anunció tarifas comerciales que oscilan entre el 5 por 100 y el 10 por sobre un valor de las importaciones procedentes de Estados Unidos de 60.000 millones de dólares.

Aunque es cierto que estas tarifas aduaneras no afectan directamente a las oleaginosas, el sector agrario teme que China, como medida de presión y de respuesta a la política Trump, disminuya de forma significativa las compras de harina de soja procedente de los Estados Unidos (EE.UU.). No se trata de que China sustituya el origen de sus compras de harina de soja sino que, según comentan ciertos analistas, una de las estrategias que se está planteando la República Popular Chinare es la de reducir significativamente la cantidad de harina de soja en el pienso destinado a su cabaña porcina.

Así, por ejemplo, pasar del 21 por 100 de harina de soja al 15 por 100 podría equivaler, en una primera aproximación, a una reducción de unos 24 millones de toneladas anuales (los técnicos chinos consideran que una reducción de esta magnitud no tendría por qué afectar a los índices técnicos de crecimiento de sus porcinos). La aplicación por parte de China de esta medida podría significar una reducción estimada de un 75 por 100 de la cantidad global de soja que China compra anualmente a Estados Unidos.

Como explicaba doña María Antonella Ortiz – BLD S.A. en el boletín de Agroeducación, el anuncio oficial de la aplicación de las mencionadas medidas sitúo los precios argentinos de la soja en un rango de precios más bajo, ya que no sólo se eliminó el recorte mensual, sino que inmediatamente pasó de un 26 por 100 a aproximadamente el 29 por 100. Además, se estableció un componente fijo igual al 18 por 100 más un factor móvil dependiente del tipo de cambio con un tope máximo del 12 por 100.

Habrá que ver en los próximos meses en qué deriva esta guerra comercial, cómo evolucionan los precios de la soja (y también de otras materias primas fundamentales para la industria de los piensos compuestos) en el mercado mundial y, sobre todo, cómo reaccionan, con visión de medio plazo, los agricultores norteamericanos (y también los agricultores argentinos y brasileños). El siguiente aspecto a considerar es qué medidas seguirá abordando la Administración Trump en esta guerra comercial que poco bueno presagia.