LA CONSTITUCIÓN

Escribo esta columna después de un fin de semana de grandes acontecimientos intrincados, comenzando el día 5 por el séptimo aniversario del fallecimiento de una de las personas más influyentes a nivel humanístico mundial del siglo XX, seguido el domingo 6 de uno de los grandes logros en nuestro país que nos ha permitido progresar y al tiempo que proporcionarnos unos niveles de bienestar que nuestros padres no alcanzaban a soñar. Y como no hay dos sin tres, el viernes 4 cumplió años el presidente de una empresa referente de nuestro sector porcino ligada en el tiempo a ese gran logro, a quien quiero dedicar esta columna de opinión. Felicidades querido compañero Javier Llamazares, persona que como todos sabemos también tiene una buena constitución, que se dice comúnmente en nuestra tierra al referirnos al aspecto físico o conjunto de caracteres. Y este también era el caso de nuestro primer referente, Nelson Mandela (Madiba) que con sus 1,85 metros de altura disfrutaba de una buena constitución llegando a vivir hasta los 95 años de los que 27 pasó en prisión, enseñando al mundo el poder de la paz y la reconciliación, así como la importancia del perdón y el respeto a la dignidad de todos y cada uno de los seres humanos. En esta paráfrasis que la Unesco le ha dedicado en este su aniversario, encuentro cinco palabras claves que en muchos casos vemos vilipendiadas diariamente, y que no quiero de dejar de mostrar mi preocupación por ello. No nos debe importar tanto el clamor de los beocios sino la esencia de la realidad y sus antónimos, las personas agudas y despiertas, como las dos mencionadas anteriormente.

La Constitución Española de 1978 reemplazó las Leyes Fundamentales del Reino, y es la norma suprema del ordenamiento jurídico español, a la que estamos sujetos todos los poderes públicos y ciudadanos de España, aunque en estos últimos meses algunos parecen empeñados en saltarse dichas normas y en alterar dicho orden que tanto bien nos ha hecho en estos 42 años. Personalmente me haría ilusión cumplir las bodas de oro de la Constitución. Quizás, todos los que tengan menos de esa edad, no sean del todo conscientes del gran salto tanto cuantitativo como cualitativo que para nuestro país ha supuesto. Sin ir más lejos, ha sido en estos años cuando nuestro sector porcino ha pasado de ser un gran desconocido a uno de los top5 mundiales, y uno de los principales exportadores gracias entre otras circunstancias a un sector con una buena constitución, entendido como tal la forma en que se estructuran sus elementos constituyentes.

Los pícidos son una gran familia de aves del orden de las Piciformes que incluyen entre más de 200 especies a los pájaros carpinteros. Estas aves dan hasta 16 cabezazos por segundo, a una velocidad de 6 metros por segundo y una fuerza de desaceleración de 1.000 veces la de la gravedad, disponiendo de un cráneo especial que absorbe dichos golpes para proteger su cerebro. Sin duda que nuestra cabeza no está tan preparada anatómicamente, lo cual, en muchas ocasiones, no nos vendría mal. Su cabeza tan solo es el 1% de su peso corporal ya que está formado por huesos esponjosos, que no es lo mismo que tener la “cabeza hueca” (nuestro cerebro es sobre un 2% del peso corporal). Los machos taladran los troncos de los árboles para hacer el nido mientras las hembras escuchan el golpeteo, que las atrae y deciden comprobar como el macho lo construye, y si las convence entran en el nido y allí copulan. No tengo ninguna duda de que algunos se sienten pájaros carpinteros dándose golpes con la cabeza contra las paredes, pero los resultados no suelen ser igual de satisfactorios. Los túneles que taladran los pájaros carpinteros pueden llegar a tener 20 centímetros de largo y 15 de diámetro, con un trabajo arduo de 1-3 semanas. Sin duda, también tienen paciencia, perseverancia y tesón, algo esencial en nuestras granjas para alcanzar los objetivos de producción que nos marcamos.  Sin duda que no estaría mal tener un pájaro carpintero en nuestras vidas, lo cual está al alcance de muy pocos. Madiba también ha tenido el privilegio de que una variedad de estos lleve su nombre – Australopicus nelsonmandelai, aunque quizás a alguno de ustedes les atraiga más la curiosidad de saber cuál era el plato de comida preferido de Nelson Mandela. Pues eran los callos, otro ejemplo más de su sencillez e importancia del sector ganadero como actividad esencial. Y para concluir estas reflexiones, me permito recomendarles, a quienes no la hayan visualizado, la película de William Ernest Henley sobre la vida de Mandela titulada Invictus y protagonizada por Morgan Freeman.

“Me gustan los amigos que tienen mentes independientes porque tienden a hacer que uno vea los problemas desde todos los ángulos” – Nelson Rolihlahla Mandela (18 julio 1918 – 5 diciembre 2013) –Premio Nobel de la Paz 1993 y presidente de Sudáfrica 1994-99.

Por Antonio Palomo Yagüe