El poder de las ‘posverdades’ o ‘fake news’ (noticias falsas) en nuestro sector

El término ‘Fake News’, que tanto se ha popularizado en estos últimos meses, parece ser que lo acuñó, a finales del siglo XIX, el periodista estadounidense Robert Love, que era columnista.

‘Fake News’, que es el término inglés para definir a las “noticias falsas”, especialmente aquellas que tiene la virtud de convertirse en virales por el enorme poder multiplicar que tienen las redes sociales.

El poder actual de estas falsas noticias está sobrepasando ampliamente lo que era imaginable hace solo una decena de años. Como lo ha definido muy bien el profesor Pascal Froissart, de la Universidad de Saint-Denis, que es una personalidad reconocida en este campo, actualmente una ‘Fake News’ no es simplemente una mala, desenfocada o incompleta información; una “Fake News” es, en realidad, «una falsa noticia difundida con conocimiento de causa en el campo mediático«.

En realidad, partiendo de la definición del profesor francés, al menos a lo que al sector agrario se refiere y en mi opinión, sería mucho más apropiado hablar de POSVERDADES.

La posverdad, llamada también “mentira emotiva”, es un neologismo que describe una distorsión libre y deliberada de una realidad. La finalidad primera de la misma es influenciar, sesgar y modelar a la opinión pública. Como es bien conocido, con mucha frecuencia en la mencionada opinión pública (a causa de la ignorancia general sobre el tema tratado), los hechos objetivos tienen mucha menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, sean éstas de índole religiosa, moral, ética o estética.​

Cierto es que la posverdad ha sido regularmente utilizada, por ejemplo, en el ámbito político (en su sentido más amplio) desde los tiempos de los griegos y de los romanos. Pero, con el paso del tiempo, se ha hecho común a otros terrenos de la comunicación. Recuérdense aquí, a título referencial, los panfletos y publicaciones de los siglos XVIII y XIX, que difundían noticias impactantes no verificadas; las revistas “canards” francesas o los hoax (bulos) de la prensa americana del siglo XIX; el objetivo siempre ha sido el mismo: conquistar mercados, físicos o emocionales.

Como tantas veces he denunciado, una utilización comunicativa reiterada y técnicamente muy estudiada de la posverdad, en el marco agrario y especialmente en el pecuario, lleva a tergiversaciones que pueden (suelen) causar verdaderos estragos en la demanda; es decir, en un consumidor que, cada vez con más frecuencia, recurre, por ejemplo, a Internet.

En no pocas ocasiones, las posverdades logran incluso modificar los hábitos de consumo. ¿Recuerdan, por ejemplo, como incidieron las informaciones iniciales sobre el “tema priones” en el consumo de carne en la Unión Europea?

No perdamos de vista, además, que las redes sociales potencian las posverdades y los medios de comunicación, muchas veces lamentablemente, las replican y engrandecen; ¿recuerdan el “famoso” programa de “Salvados”?

Hoy, la posverdad es utilizada con frecuencia en nuestro ámbito, especialmente en el seno de la Unión Europea (aunque también en otras regiones del I Mundo), para transmitir ideologías y, paralelamente, como es lógico, para ganar “adeptos a la causa” (animalistas, proteccionistas y veganos, por citar tres ejemplos, nos lo demuestran continuamente).

No por último hay tener muy en cuenta unos datos que se expusieron en la Jornada que tuvo lugar en la última Alimentaria y que versó precisamente sobre el impacto de las ‘Fake News’ en las empresas y en los consumidores: cada semana hay alertas y mentiras sobre una determinada empresa alimentaria, sobre un alimento o ingrediente concreto; alrededor de un 30 por 100 de las posverdades que se mueven en las redes sociales tratan sobre alimentación y, finalmente, según estima una consultora, en el año 2022, la mitad de la información que veremos en las redes será falsa.

Para mi esta situación es tan grave como dañina para el sector agrario. Por esta razón se hace preciso actuar, por parte de todos los eslabones de la cadena, de forma profesional, urgente, coordinada, y con determinación, denunciando las posverdades sin contemplaciones y obligando a los poderes legislativo y político a actuar con rapidez, eficiencia, eficacia y contundencia.

De no hacerse así, las posverdades nos llevarán a situaciones totalmente indeseables para todos, empezando, no me cabe la menor duda, por los consumidores, víctimas (sí, victimas) propiciatorias de muchas de las posverdades.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.