El ejemplo de “C´est qui le Patron?”

Se trata de un ejemplo de lo que resulta cuando se hacen las cosas, en este caso en el sector del vacuno de leche y a nivel local, con sentido común, sentido de la justicia y con un respeto al ganadero.

Una persona muy especial es el “alma mater” de este tema. Se trata del señor Nicolas Chabanne. Hace tres años fundó Les Gueules Cassées (­las caras rotas), una asociación en defensa de las frutas feas por fuera y buenas por dentro. Ahora ha sido el que ha generado esta leche “marca para el consumidor” en un envase azul.

Todo empezó siguiendo el mismo camino de aquella organización. El Sr. Chabanne envió un cuestionario a 6.850 personas para elaborar conjuntamente el “cahier des charges” (cuaderno de condiciones) y establecer, para la leche en cuestión, el tipo de embalaje, el porcentaje destinado al agricultor, la alimentación sana y local de las vacas así como la ausencia garantizada de organismos genéticamente modificados en la base animal.

A efectos prácticos, se puede decir que se trata de una leche “sui generis” que llega a un mercado muy complejo y altamente competitivo.

En efecto, en primer lugar, es más cara que las demás (le cuesta al consumidor en el supermercado a 0,99 euros/litro, cuando hay oferta de leche notablemente más barata). En segundo lugar, es la única cuyo precio y condiciones de fabricación los han decidido los propios consumidores a través de la consulta efectuada. Y, en tercer lugar, es la única que asegura un precio justo al productor (percibe el productor actualmente 0,39 euros/litro; antes percibía, en esta zona de Francia algo más de la mitad).

El consumidor, aunque paga más, tiene, además de todo lo expuesto, la contrapartida de que  accede a toda la información sobre el producto, así como puede conocer la identidad del ganadero que produce la leche y las condiciones de manejo que tiene su explotación.

De momento, esta iniciativa local tiene éxito; dos meses y medio después de su puesta en marcha, la cadena Carrefour llevaba vendidos seis millones de litros. La consolidación de esta llamada “marca para el consumidor” ha aportado también otras buenas noticias: por ejemplo, en la región de La Bresse, 50 explotaciones al borde de la quiebra pudieron salir a flote.

Como afirma un productor: “el mundo está cambiando: antes producíamos para el consumidor anónimo; ahora, el consumidor con nombre y apellido nos indica cómo quiere el producto”.

Se trata de un tipo de iniciativa que no debería caer en saco roto.