El control práctico de la calidad fecundante de los verracos (I)

En los países con producción intensiva de porcino, la inseminación artificial (IA) es la técnica rutinaria para la diseminación del material genético. La IA se ha convertido consecuentemente en una herramienta clave, cuyo objetivo es la producción de la máxima cantidad posible de dosis seminales de los mejores verracos, garantizando los mejores resultados reproductivos posibles y la sanidad en la dosis.
 

Figura 1. Variación en el Efecto Directo del Verraco sobre la tasa de partos en 22 países (1.193 verracos y 116.749 inseminaciones). Datos de Topigs Norsvin Research Center B.V. (Beuningen, the Netherlands).

La evolución de la tecnología aplicada a los Centros de Inseminación Artificial (CIAs) implica cambios significativos en los sistemas de producción de dosis seminales, donde pequeños CIAs con producciones artesanales dan paso a grandes CIAs integrados con numerosos verracos genéticamente superiores asociados a laboratorios centrales excelentemente equipados y con personal super-especializado, que producen dosis seminales estandarizadas siguiendo estrictos protocolos intensamente auditados, que permiten prevenir brotes de enfermedades contagiosas y producir diariamente gran cantidad de dosis seminales con una calidad estándar homogénea, de verracos genéticamente superiores, a un precio razonable.

Para poder cubrir más cerdas con cada eyaculado podemos optar por disminuir el número de cubriciones por ciclo, o por disminuir la concentración espermática hasta valores cercanos al límite crítico por debajo del cual la fertilidad y prolificidad se vería afectada. En el CIA, los conceptos clásicos de calidad espermática vienen dados por factores espermáticos mayoritariamente compensables, algunos intrínsecos al verraco, como morfoanomalías, motilidad, contaminación, y otros extrínsecos, dependientes del sistema de producción de dosis, como concentración espermática total o viable, volumen, temperatura durante el transporte y almacenamiento. Esto parámetros de calidad, junto con sanidad y genética, completan un concepto de calidad que en la granja se debe ver reflejado en fertilidad, prolificidad, genética y satisfacción. Desde los CIAs se han promovido numerosos estudios con el objetivo de correlacionar los conceptos de calidad del centro con el concepto de calidad en la granja.

Figura 2. Variación en el Efecto Directo del Verraco sobre el tamaño total de camada en 22 países (1.193 verracos y 116.749 inseminaciones). Datos de Topigs Norsvin Research Center B.V. (Beuningen, the Netherlands).

La herramienta más eficiente disponible en los CIAs para predecir la capacidad fecundante de un eyaculado es la motilidad, tanto objetiva como subjetiva. En este último caso, debemos incluir junto con la motilidad otros parámetros obtenidos del sistema CASA (Computer Assisted Semen Assessment) como motilidad progresiva, VAP, VSL, VCL, ALH y BCF, que directa o inversamente afectan a la fertilidad o a la prolificidad (Broekhuijse et al., 2012). La valoración de la motilidad es rápida y tiene bajo coste, a costa de una baja capacidad predictiva y falta de linealidad entre el valor de motilidad y los parámetros reproductivos de la dosis en la granja, aunque permite establecer un punto de corte por debajo del cual el eyaculado sería infértil (Foxcroft et al., 2008).

Junto con la motilidad, es obligatorio un control rutinario de las formas anormales espermáticas. Las formas anormales suelen ser constantes entre eyaculados en el corto plazo para un mismo animal, y están directamente relacionadas con la prolificidad. Un incremento inesperado en las formas anormales se debería detectar en la motilidad, aunque no siempre sucede así (Cuadro I).

   F.A.<30%  F.A.>30%
MOT. >70% 89% 9,80%
MOT. <70% 40% 80%

Cuadro I. Relación entre la motilidad subjetiva y las formas anormales presentes en el eyaculado de porcino recién obtenido (AIM Ibérica, no publicado).

Por último, la contaminación bacteriana del eyaculado, originada en el propio animal o a través de la manipulación del eyaculado durante su transformación en dosis seminales, es un obvio factor de riesgo para la capacidad fecundante del eyaculado que también debemos monitorizar (Althouse et al., 2005).

 

Alfonso Bolarín Guillén.
Director de calidad y desarrollo.
AIM Ibérica.