El cambio climático y las reservas de agua en España

Parece cuando menos curioso que a estas alturas de la película aún haya técnicos y científicos que nieguen el cambio climático y/o que se muestren totalmente escépticos con este tema y nieguen la problemática que el mismo supone para las disponibilidades de agua.

En este sentido, es muy interesante señalar que en la jornada “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su vinculación con las presas” celebrada el pasado martes, 14 de noviembre 2017, en el Colegio de Ingenieros de Caminos de Madrid, el propio presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), don Andrés del Campo, hizo un marcado hincapié en la necesidad de avanzar en la ejecución sostenible de obras de regulación para aumentar al menos en un 25 por 100 la capacidad de las reservas superficiales de agua en España, con el fin de hacer frente a los efectos adversos del cambio climático.

El presidente de la Federación manifestó que “satisfacer las diferentes demandas de agua de un modo racional y equitativo pasa por poner remedio a la escasez en aquellas cuencas que lo necesiten a través de, entre otros medios, la construcción de obras hidráulicas, teniendo en cuenta los objetivos medioambientales”.

Así, el señor del Campo expuso, con una visión al año 2050, que teniendo en cuenta un previsible aumento de la temperatura media de 2 grados centígrados y una reducción de las precipitaciones en la Península de un 30 por 100, se deberían incrementar las reservas de agua de los 54.000 hectómetros cúbicos actuales hasta los 70.000 hectómetros cúbicos; se compensarán, al menos parcialmente, los efectos del calentamiento global a la hora de atender a la demanda en el ámbito agrario.

Según el ponente, este aumento de la demanda de agua se notará de forma muy llamativa en los cultivos, ya que, al no tener los mismos la “tregua” que actualmente generan las temperaturas invernales, los cultivos intensificarán su ciclo vegetativo, llegando a aumentar el consumo de recursos hídricos entre un 10 por 100 y un 20 por 100 anual (otro tanto sucederá en el ámbito ganadero).

A su modo de ver, si bien puede ser muy cierto que lo expuesto sea considerado como “una medida impopular” entre determinados sectores políticos y ecologistas, hay que tener muy claro que avanzar en las mencionadas infraestructuras permitiría disponer de agua en los periodos de sequía que se avecinan, minimizando las pérdidas económicas del calentamiento global en las regiones donde la actividad agraria es fundamental.

Paralelamente, afrontar estas mejoras estructurales también constituiría una medida eficaz para garantizar el abastecimiento de agua a la población. De acuerdo con las estimaciones del ponente, si el abastecimiento de agua de los más de 46 millones de habitantes que componen actualmente la población española dependiera exclusivamente del agua de los ríos, sólo se podrían atender, con las ratios de consumo actuales, a unos cuatro millones de habitantes.

No obstante, mientras la propuesta mejora de infraestructuras no se haga realidad, el señor del Campo propone seguir avanzando en la puesta en marcha de medidas complementarias de gestión de la demanda, como son la cesión de derechos al uso privativo del agua, la gestión conjunta de aguas superficiales y subterráneas o la reutilización de aguas regeneradas urbanas.

Obviamente, el problema del agua (que ya es patente en estos momentos con los embalses españoles al 36 por 100 de su capacidad) es uno de los más importantes con que se debe enfrentar con una visión integral España, a nivel nacional, en los próximos años.