El cambio climático, ¿todavía dudamos?

Obviamente se puede negar la existencia del cambio climático. También se puede ser, por ejemplo, Terraplanista (por cierto los Terraplanistas americanos están preparando un viaje al fin del mundo para demostrar que la Tierra es plana), animalista compulsivo o negacionista del cambio climático.

Pero la realidad es que en la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático “Change the Change”, que se celebró la semana pasada en San Sebastián, los ponentes aportaron una serie de datos muy importantes sobre esta cuestión.

Personalmente y desde hace una docena de años soy un seguidor fiel del señor Nicholas Stern, el economista que en el año 2006 publicó un interesantísimo informe en el que, por primera vez, se alertó con una gran base técnica, de las negativas consecuencias que puede tener, tendrá, el calentamiento global sobre la economía mundial. El señor Stern no es una persona cualquiera, es el Presidente del Instituto Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la London School of Economics.

Me ha impactado profundamente lo que dijo el señor Stern en San Sebastián: “lo que hagamos en las próximas dos décadas será clave para el devenir del planeta”.

Comparto plenamente la opinión del señor Stern y así lo llevo manifestando desde hace años en mis charlas, de que los políticos, los líderes, tienen un papel muy destacado, fundamental diría yo, en esta “lucha contra el cambio climático”.

Ellos son los que han de asumir, en primer lugar, la identificación de los riesgos reales unidos a esta compleja cuestión (marcados por técnicos y científicos); afrontar adecuadamente la gestión de los mismos y, probablemente lo más importante, no respaldar las tesis negacionistas porque ello implica “estar en el lado equivocado de la ciencia y también en el lado erróneo de la historia”.

No hay que olvidar aquí la Cumbre de Paris del año 2015 dónde 195 países adoptaron una serie de importantes compromisos para limitar el aumento medio de la temperatura del planeta hasta finales del presente siglo a los dos grados centígrados.

Pero, un estudio muy interesante publicado el año pasado en la revista “Science” asegura que limitar este aumento de la temperatura a 1,5ºC salvaría a un gran número de especies de los efectos negativos del cambio climático (téngase en cuenta que en más de tres millones de años la temperatura media de la Tierra no ha subido más de 3 grados). Si hasta final de siglo la temperatura media del planeta subiera alrededor de 3 grados, de acuerdo con el señor Stern “España correría el grave riesgo de convertirse en un segundo desierto del Sáhara”.

Para el señor Stern y yo estoy plenamente de acuerdo con él, el problema en estos momentos es que “nuestro Mundo no está cambiando suficientemente rápido; se están dando progresos, pero no con la rapidez necesaria”. En este marco, insiste, “se deben crear núcleos urbanos dónde se pueda respirar, moverse sin originar problemas que afecten negativamente al cambio climático y dónde se generen ecosistemas perfectamente sustentables”.

Y es en este marco dónde la agricultura y la ganadería se deben implicar técnicamente con todas sus fuerzas, aplicando, sin dudarlo, todos los avances científicos que supongan una mejora en el sentido del ahorro en la emisión de gases efecto invernadero y una reducción de las contaminaciones, directas y cruzadas.

Es hora, lo creo sinceramente, de que se deje de aplicar reiteradamente esta doble moral bajo el título de “hacer lo políticamente correcto”, especialmente en la Unión Europea y en el primer mundo. Es el momento de dejarse de zarandajas, de hacer caso omiso a los “antisistema” (sean del tipo que sean); es hora de avanzar, sin miedo, en la producción agraria (agrícola y ganadera) por el camino real que nos marcan las realidades, los avances y las pautas de actuación de naturaleza técnica y científica.

Claro que para ello es necesario poder disponer de verdaderos LÍDERES (con mayúsculas) dispuestos a afrontar la imposición, sin miedo a los votos futuros, de los procedimientos ineludibles para mitigar, en la medida de lo realmente posible, el aumento de la temperatura media de la tierra.

Pero, entendiendo adecuadamente el tópico literario, derivado de un pasaje del libro de Don Quijote de la Mancha (convertido en una expresión literal), resulta aquí que “con la Iglesia hemos topado”… ¿estamos?

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio