Efecto de las dimensiones de las granjas avícolas sobre su eficiencia energética

El parque actual de granjas avícolas de engorde está experimentando una importante renovación por el reemplazo de granjas antiguas por otras nuevas y más tecnificadas. Las estadísticas del Ministerio (2016), comparando datos de 2007 con los de 2015, reflejan una disminución del 13,23% del número de explotaciones, al mismo tiempo que los animales sacrificados experimentan un ligero ascenso (7,52%). Ello, entre otros aspectos, evidencia una mayor capacidad en las granjas de nueva construcción.

En el diseño de estas nuevas granjas se consideran aspectos de funcionalidad, bioseguridad, bienestar animal, gestión de residuos… así como la normativa aplicable a toda construcción y las normas del municipio de emplazamiento, pero resulta difícil encontrar algún proyecto de nave avícola en el que se apliquen criterios de eficiencia energética, aspecto que repercute de modo importante en los costes de producción y que, dado el sistema productivo mayoritario en integración, afecta directamente al avicultor.

La eficiencia energética de la granja, en lo que a aspectos constructivos se refiere, consistirá en la minimización del flujo energético que atraviesa las superficies que delimitan el volumen interior en las distintas situaciones que se nos planteen. Así, como situaciones extremas, nos encontraremos con animales de un día en época de invierno y con animales adultos en época estival. En el primer caso, el flujo será hacia el exterior de la nave, generando un coste de calefacción, mientras que en el segundo caso, este flujo energético entrará y deberemos extraerlo con el sistema de refrigeración. Para reducir este flujo contamos con las propiedades aislantes de los materiales utilizados en la construcción.

Las tipologías constructivas y los materiales utilizados han ido evolucionando, siendo actualmente muy habituales los cerramientos con configuraciones en sándwich, compuestos de unas superficies exteriores y un núcleo aislante, y variando los materiales aislantes así como los grosores de los mismos. Otro de los cerramientos que definen el interior de la granja es el pavimento, que se confecciona con hormigón.

Este flujo energético total de la granja (W/K) resulta mayor para granjas de más capacidad, pero al referenciarlo a las unidades productivas (W/K/m2, W/K/1.000 pollos…), su valor decrece, ya que el incremento del flujo energético que experimenta la granja al aumentar en dimensiones es menor al incremento en superficie o capacidad de animales.

Las mejoras en aislamiento sobre cubierta tienen el mismo efecto por unidad productiva, con independencia de las dimensiones de la granja, debido al hecho de existir una relación directa con el flujo que atraviesa la cubierta y las unidades productivas (m2, pollos…).

Las actuaciones en mejora del aislamiento en los cerramientos verticales tienen mayor repercusión en las granjas más estrechas frente a las de mayor anchura.

El flujo que atraviesa el pavimento depende básicamente del perímetro de la solera de la granja expuesto con el exterior. Este valor se reduce sustancialmente con la aplicación de aislamiento en el perímetro, obteniendo mejores resultados en las granjas más estrechas, por ser estas las que peores resultados aportan sin este aislamiento.

Como conclusión, las mejoras en el aislamiento tienen un efecto mayor en las granjas más estrechas que en las de mayor anchura, pero sin llegar a alcanzar los valores de estas últimas. A similitud de características, las granjas más anchas presentan valores menores de flujo energético por unidad productiva.

Carles Seire Escribano
Ingeniero Agrónomo
New Farms, S.L.