Cuando se confunde la gimnasia con la magnesia

Lo exponía el otro día en una conferencia de corte económico que pronuncié ante una serie de empresarios y directivos. Mientras nuestros “políticos de cabecera”, que cobran y no precisamente poco gracias a nuestros impuestos, siguen “negociando” el trozo de “tarta de poder” que van a poder conseguir, dando una vez más un espectáculo que se me antoja, con muy contadas excepciones, absolutamente lamentable por la falta de una verdadera “visión de Estado”, la realidad del nuestro país va por otros derroteros.

Me parece que no quieren entender que España es como una empresa en situación socio-económica muy delicada, que necesita con la máxima urgencia una adecuada gestión (que debe empezar por combatir realmente la brutal corrupción que nos ahoga).

Para cambiar un poco la temática y no volver a incidir hoy en toda la problemática que afecta a los consumos de nuestros productos o a las consecuencias que genera la carencia de unas verdaderas escalas de valor en el “mundo agrario”, me voy a ir a otro mundo totalmente distinto, pero tremendamente significativo, económicamente hablando; me voy a centrar en el “mundo del cemento”.

Como es bien sabido, el consumo global de cemento en un Estado es, en principio, un buen indicador de su “salud económica”, salvo, claro está, cuando se destina a generar macro-obras, innecesarias e inútiles con dinero público (y, en este tema, hemos sido en estos últimos años unos verdaderos “genios”).

Téngase en cuenta como referencia que antes de iniciarse la crisis nuestro sector cementero aportaba a la economía española un valor añadido de unos 2.200 millones de euros; hoy apenas si llega a los 500 (la obra pública “paga”, en gran medida, los ajustes en el gasto público cuando, por ejemplo, hace falta abordar con urgencia la reparación y actualización de las canalizaciones agrícolas o el abastecimiento y la depuración de aguas; una vez más, se confunde la gimnasia con la magnesia).

La recesión en el “mundo del cemento” es muy importante. El consumo de cemento en España ha caído a los niveles de la mitad de la década de los 60 del siglo pasado. Es decir, este consumo ha retrocedido unos 50 años y, desde mi punto de vista, nada indica que esta situación vaya a cambiar a corto plazo; al contrario, porque en ningún programa político presentado por los distintos candidatos (al igual como le sucede al mundo agrario) he leído que se abordara esta cuestión.

Desde el inicio de la recesión (que, por supuesto, no ha terminado) el consumo de cemento en el ámbito de la obra civil ha retrocedido cerca de un 80%, pero lo que más me preocupa es que en el primer cuatrimestre del presente año 2016, el retroceso, respecto del mismo cuatrimestre del año 2015, ha superado el 25%. En estos momentos el consumo mensual está por debajo del millón de toneladas mensuales (en las épocas de bonanza superaba los 2,5 millones mensuales).

Es verdad, como ya lo he mencionado, que una parte muy importante de esta situación se debe a la caída de la obra pública, pero ello es la consecuencia directa de los tremendos excesos cometidos en este ámbito que, a su vez, han sido una de las “grandes fuentes de corrupción” (una vez más “pagan justos por pecadores”).

En conjunto, la demanda interna de cemento representa alrededor del 23-24% de la capacidad de oferta disponible (España es el principal exportador de cemento de la Unión Europea y el séptimo exportador a nivel mundial). El problema (siempre llueve sobre mojado) es que el debilitamiento de la economía mundial ha hecho que las exportaciones en el año 2015 se redujeran un 4,5% respecto del año 2014, lo que ha contribuido a agravar la situación (todo ello determina que la actividad del sector ronde actualmente el 50% de su capacidad).

En definitiva, España, como también se pone aquí de manifiesto, necesita con la máxima urgencia un “gran golpe de timón” si se quiere que “este barco” vuelva a enfilar el rumbo adecuado. Y no me parece que a la vista tengamos una tripulación adecuada ¡ojalá esté totalmente equivocado!

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas.
Universidad Politécnica de Madrid.