CEREBRO vs CELEBRO

¿Sabían ustedes que el peso medio de nuestro cerebro humano y el peso vivo de un lechón recién nacido son muy similares? El peso medio del cerebro es de 1.360 gramos y el peso del lechón al nacimiento 1.385 gramos o 3 libras (Paul Yeske) con un rango de variación de 600 a 2.200 gramos. El peso al nacimiento del lechón si guarda relación directa con su viabilidad posterior (+100 gramos equivalen a + 4,3% supervivencia en lactación y +0,5% después del destete). Pero el peso del cerebro no estoy seguro de que mantenga dicha correlación y mucho menos que sea lineal y estadísticamente significativo con el grado de inteligencia, para lo que pongo tres ejemplos: premio Nobel de Literatura Anatole France 900 gramos, Albert Einstein 1.220 gramos y el poeta del romanticismo británico Lord Byron 2.270 gramos. Ya al nacer nuestro cerebro pesa 350 gramos (10% peso vivo) y tan solo en un año se multiplica por dos, llegando a pesar el kilo a los tres años de vida. ¿Y luego qué? Sin duda es un órgano con un gran peso comparado con el volumen corporal y base del sistema nervioso central. Por ejemplo, el de una vaca adulta tan solo pesa 450 gramos. Tengo un buen compañero, especialista en rumiantes, que ha sido sometido a varias operaciones cerebrales, y referencia que en cada una de ellas le han quitado una pequeña parte del mismo, sintiéndose cada vez mejor. ¿No será que solo utilizamos, según los casos, una muy pequeña parte de nuestra capacidad cerebral? A él le quiero dedicar esta columna de opinión y celebrar que está vivo.

En el caso del lechón trabajamos para tener mejor peso al nacimiento y menor dispersión de pesos entre los hermanos, lo cual, obviamente, no es el caso de los humanos, aunque a alguno les gustaría. Ya en 1873 Camillo Golgi, con su tinción, cambió el mundo de la neurociencia al permitir el conocimiento de las conexiones entre las neuronas, el cual, junto con el eminente médico español Santiago Ramón y Cajal, compartieron el Premio Nobel de Medicina en 1906 por sus descubrimientos sobre la estructura del sistema nervioso, y a quien debemos la “doctrina de la neurona”. La neurocientífica brasileña Suzana Herculano-Houzel, recientemente, determinó que el cerebro humano contiene algo más de 86.000 millones de neuronas. Muchas veces he escuchado decir que “hay personas con una sola neurona”, que en ocasiones no parece descabellado. No menos curioso me parecen algunos de esos brainstorming a los que en ocasiones asistimos, que coloquialmente se llaman tormenta de ideas y que en no menos veces son más storming que brain. Parece ser que es tan importante tener muchas neuronas como tenerlas bien conectadas, lo que se conoce como conectoma. Quiero pensar que es lo mismo que en cualquier equipo de trabajo, que este será más eficaz no solo por el tamaño, sino por tener a todos sus miembros bien conectados. Por ello, echo muchas veces en falta, en diferentes ámbitos de la vida, la existencia de un cuerpo calloso, como el de nuestro cerebro, que comunica e intercambia de forma adecuada la información entre los dos hemisferios cerebrales, el izquierdo y el derecho.

En el caso del humano, el objetivo es entender mejor el cerebro, momento en el cual, según decía el neurobiólogo madrileño Rafael Yuste, la humanidad se entenderá a sí misma, de lo cual se deduce, como es bastante obvio, que ahora no se entiende. Hace tan solo una década se puso en marcha el Human Connectome Project en EEUU y en 2013 la administración Obama lanzó la iniciativa Brain, para investigar y cartografiar la actividad cerebral, al tiempo que en Europa se inauguró el Human Brain Project. Sin duda un gran reto, que viendo como en nuestro país en situación de alarma sanitaria se han abierto antes los bares, las piscinas y los partidos de futbol masculino (no los femeninos) que las escuelas-universidades y centros de investigación, permítanme que sospeche de algunas lagunas cerebrales importantes, que al menos a mí me causan estupor y me generan preocupación. Sin duda, queda trabajo por hacer, y será interesante seguir en el empeño de cómo mejorar el peso de los lechones al nacimiento y ser escultores de nuestro propio cerebro, como bien decía Don Santiago Ramón y Cajal. Una cosa es el cerebro, también llamada nuestra “caja negra” y otra, algo muy diferente, el celebro, como queda patente. Celebro y cerebro son parónimos, pero nada más, ya que puedo celebrar tu cerebro, pero difícilmente cabe hacer lo contrario. Celebro según la RAE es la conjugación del verbo celebrar y cerebro es un sustantivo. Ahí lo dejo.

“Sería bueno sentir menos curiosidad por las personas y más por las ideas” – Marie Curie (1867-1934) – Premio Nobel de Física y Química

 Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA