La encuesta publicada pone de manifiesto una evolución relativamente positiva del uso de los antibióticos: en efecto, el 32 por 100 de los encuestados declararon haber consumido antibióticos en los últimos doce meses, frente a un 40 por 100 que respondieron afirmativamente en la encuesta realizada en el año 2009.

No obstante y esto es sumamente importante tenerlo en cuenta, muchos de estos antibióticos se utilizaron de forma innecesaria. Lo pone de manifiesto el hecho de que un 20 por 100 de los antibióticos se utilizaran para tratar gripes o resfriados y que el 7 por de las personas los utilizaran sin prescripción médica.

Por su parte, el 66 por 100 de los encuestados sabían que los antibióticos no tienen ninguna utilidad contra los resfriados, y el 43 por 100 sabían que son ineficaces contra los virus. Más de dos tercios de las personas desearían tener más información sobre los antibióticos.

El comisario Vytenis Andriukaitis recordó de nuevo que hay que aunar esfuerzos y combatir la resistencia a los antimicrobianos desde la perspectiva no solo de la salud humana, sino también de la salud animal y del medio ambiente.

Por esta razón está previsto que, a corto plazo, el Consejo ponga en marcha una nueva legislación europea sobre medicamentos veterinarios y piensos medicamentosos,  en la que se establecerá una amplia gama de medidas concretas para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos y promover un uso efectivo, prudente y responsable de los mismos.

Paralelamente, partir del año 2022, en el seno de la Unión Europea no se podrán utilizar antimicrobianos para fomentar el crecimiento de los animales. Tampoco se podrán utilizar de forma preventiva mediante piensos medicamentosos ni en grupos de animales.

Asimismo, habrá restricciones al uso metafiláctico de los antimicrobianos y algunos de ellos se deberán reservar en exclusiva para uso humano. Además, en sus exportaciones a la Unión Europea, los Países Terceros deberán respetar la prohibición del uso de antimicrobianos para fomentar el crecimiento, así como las restricciones sobre los antimicrobianos reservados para uso humano.

De este modo, la nueva reglamentación de la U.E. pretende mejorar significativamente la protección de los consumidores europeos contra el riesgo de propagación de la resistencia a los antimicrobianos a causa de las importaciones de animales o de productos de origen animal.