ALGIA

¿Quién no se excita o estimula por algo todos los días? Pues bien, a partir de una cierta edad todas las personas tenemos algias, y malo sería que no fuera así. En términos médicos, algia es la percepción sensorial localizada y subjetiva en diferente grado que se siente en una parte del cuerpo como resultado de la excitación o estimulación de terminales nerviosas sensitivas en todos aquellos seres vivos que disponen de un sistema nervioso central. Como podemos comprobar el dolor y el placer están muy próximos fisiológicamente hablando, aunque muy distantes en nuestros deseos. Como bien mencionada nuestro compañero recién graduado Don Carlos Baeza Gozalo en su TFG sobre interacción entre nutrición y caudofagia en porcino, a quien dedico esta columna de opinión junto a todos los compañeros graduados este curso 2019/20 como bienvenida a esta noble profesión, el raboteo causa una moderada percepción álgica en los lechones, derivado del griego algia – doloroso, y que todos nosotros en nuestra práctica médica diaria debemos tratar de evitar y/o paliar, de donde vienen las terapias paliativas utilizadas diariamente en humana y los centros especializados contra el dolor, existiendo incluso una Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (pain).

No menos dolorosa fue “la cerdosa aventura que le aconteció a Don Quijote” a su vuelta de Barcelona en el capítulo 68 de los 74 que consta la obra maestra de la literatura española escrita hace 415 años por Don Miguel de Cervantes Saavedra, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, comunidad autónoma donde el porcino supone un espacio relevante y tienen morada grandes compañeros de profesión y amigos. Aquí el relato original que dice: ”De punto en punto iba creciendo el ruido, y llegándose cerca a los dos temerosos: o a lo menos, al uno; que al otro, ya se sabe su valentía. Es, pues, el caso que llevaban unos hombres a vender a una feria más de seiscientos puercos, con los cuales caminaban a aquellas horas, y era tanto el ruido que llevaban, y el gruñir y el bufar, que ensordecieron los oídos de don Quijote y de Sancho, que no advirtieron lo que ser podía. Llegó de tropel la extendida y gruñidera piara, y sin tener respeto a la autoridad de Don Quijote, ni a la de Sancho, pasaron por encima de los dos, deshaciendo las trincheras de Sancho y derribando no solo a Don Quijote, sino llevando, por añadidura, a Rocinante. El tropel, el gruñir, la presteza con que llegaron los animales inmundos, puso en confusión y por el suelo a la albarda, a las armas, al rucio, a Rocinante, a Sancho y a don Quijote. Levantóse Sancho como mejor pudo, y pidió a su amo la espada, diciéndole que quería matar media docena de aquellos señores y descomedidos puercos; que ha había conocido que lo eran. Don Quijote le dijo: Déjalos estar, amigo; que esta afrenta es pena de mi pecado, y justo castigo del cielo es que a un caballero andante vencido le coman ádivas (cierta enfermedad de los animales que les da a la garganta), y le pique avispas, y le hollen puercos”.

Ya don Quijote aventuró el impacto de las zoonosis sobre la salud humana, y que por lo que parece cuatro siglos después nuestros gobernantes no se dan por enterados, lo que a muchos nos provoca cierta algia. Quizás es que tengan poco de caballeros andantes o también que a nivel legislativo las zoonosis son relativamente recientes, definiéndose en la Directiva 2003/99/CE como cualquier enfermedad o infección transmisible de manera natural entre los animales y las personas, directa o indirectamente, agrupándose en zoonosis no alimentarias por contacto con el animal o transmitidas a través de vectores, así como las zoonosis alimentarias cuya vía de transmisión está asociada al consumo de alimentos. La normativa española en este punto aún no ha llegado a la mayoría de edad, basada en el RD 1940/2004 sobre vigilancia de las zoonosis y los agentes zoonósicos, transposición de la directiva europea, a la que hace tan solo seis años se suma el RD 526/2014 por el que se establece la lista de las enfermedades de los animales de declaración obligatoria y se regula su notificación. Si dedicamos un poco tiempo a leer en detalle la lista A y B de dichas zoonosis objeto de vigilancia siempre o en función de la situación epidemiológica, utilizando el pensamiento critico me provoca cierta cefalalgia contrastar las grandes lagunas de dichos documentos, que quizás puedan formar parte de la base argumental de los que debiendo tener en cuenta nuestros conocimientos al respecto, los eluden. Y como terminaba El Quijote, así termino esta columna de opinión, diciendo Vale (significa Adios – saludo de despedida).

“Aunque la cultura en general no es una garantía para vivir mejor ni tener planes de vida más razonables, despreciarla es carecer de armas para enfrentarse a la brutalidad que todos llevamos dentro” – Victoria Camps Cervera – nacida en Barcelona en 1941, premio nacional de ensayo y Catedrática de Filosofía Moral y Política de la UAB

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA