Opinión de Antonio Palomo Yagüe; DEMAGOGIA – ASK & BE AWARE
El concepto de demagogia proviene de la época en que las clases sociales estaban muy jerarquizadas, clasificando a las personas en nobles y plebeyos, y por ello se definía como la dominación tiránica del pueblo. No estoy tan seguro, que algunos estamentos o incluso individuos en el día de hoy no utilicen la demagogia en ese mismo sentido. Si nos vamos a una explicación más amplia del término, estoy convencido que muchos pensaremos en que es de aplastante actualidad, identificando a primera vista a sus protagonistas. Dícese de la demagogia el empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir, y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política. Está considerado, desde el punto de vista sociológico como una práctica degenerativa. Algunos de sus sinónimos son populismo y electoralismo. En el campo opuesto tenemos lo que a muchos nos enseñaron nuestros padres, aquello de “que hechos son amores y no buenas razones”. Analizando la teoría de la evolución del ser humano no he encontrado en ningún sitio que la demagogia formara parte del Homo sapiens. A ver si es que no guarda ninguna relación con nuestro apellido. Jean Batiste Lamarck (1744-1829) marcó uno de los hitos esenciales de la evolución biológica basada en la herencia de los caracteres adquiridos y su filosofía zoológica, en la que los seres vivos adquieren características según sus necesidades, siendo dichas características adquiridas heredadas por su descendencia. Solo deseo que la demagogia no termine modificando nuestro genoma ni ser heredable.
El artista florentino Leonardo di Ser Piero da Vinci entre los siglos XV-XVI se dedicó a la búsqueda de la naturaleza del hombre dejando en su icónica hoja de papel el dibujo del “Hombre de Vitruvio”, como la medida del mundo que le rodea. También decía que la parte del juicio de las personas parece encontrarse donde todos los sentidos se encuentran, y ésta es llamada sentido común. Permítanme que no converja del todo con Leonardo da Vinci cinco siglos después. A buen seguro este es un hecho diferencial entre los distintos seres vivos que habitamos la Tierra: animales, humanos y plantas. Aristóteles en el siglo IV a. C. ya relató en su “Historia de los animales” un estudio de las relaciones entre los seres vivos que culminó en su “Scala Naturae” ordenándolos de manera lineal, continua y progresiva, desde el más simple hasta el más complejo que se identifica con el hombre, sin conocer la demagogia. Hoy se considera obsoleta a pesar de aquella célebre frase de Leibniz y sus trabajos sobre cálculo infinitesimal que decía “la naturaleza no hace saltos” y que ha sido demostrada por dos paleontólogos americanos en 1972 (Niles Eldredge y Stephen Gould). A estos sabios seguramente la evidencia de que los seres humanos del siglo XXI, como integrantes de la naturaleza junto al resto de seres vivos (animales y plantas), les gustaría ver como vamos más que a saltos a trompicones. Esto está abalado por la teoría biológica del saltacionismo. A mi personalmente me gusta más el concepto de paso a paso o el empleado por los atléticos aficionados al futbol de “partido a partido”, a quienes dedico esta columna de opinión por su tesón, y sobre todo por algo muy importante, el saber ganar y ante todo aceptar la derrota. Bueno, no quiero tampoco esconder mi gusto por la canción de Whitney Houston “Step by step”, o quizás mejor por su voz y como ejemplo, este sí, de un buen proceso evolutivo del ser humano en sus caracteres fenotípicos.
Las evidencias genéticas indican que hace unos 60.000 años en el Medio Oriente, los neandertales y los Homo sapiens se gustaron e hidridaron, pero con una particularidad, y es que el cruce que sobrevivió fue el de mujeres sapiens con hombres de neandertal. Lo cual deja a trasluz que sin sexo no existiríamos y nos habríamos extinguido como bien dijo Charles Darwin en 1871 en su libro “El origen del hombre y la selección en relación con el sexo”, además de algo que también he pensado toda la vida, y es ¿quién elige a quién? Les aliento a todos a que lo sigan practicando. Y para ello, también me baso en la importancia del efecto verraco en nuestras granjas. Hay que recuperar “el efecto verraco”, con o sin mascarilla, que como todos bien sabemos, es esencial para la detección del estro y una vida reproductiva satisfactoria. Para que dicho efecto sea óptimo es importante que se den de forma simultánea el contacto físico, visual y olfativo. Como menciona la filósofa y educadora María Calvo del Brío en su libro recién publicado sobre “Comunicación no verbal para humanos curiosos” la comunicación no verbal primitiva viene a ser un lenguaje simple, binario, compuesto de dos signos: me gusta/no me gusta. Durante los últimos años muchas personas en las empresas hemos recibido cursos sobre la importancia de la comunicación de los gestos, la no verbal, que se ha visto interrumpida por la pandemia y que creo necesaria recobrar. El experto en comunicación intercultural Roger Axtel nos traslada que el mejor consejo en relación con los gestos es el de las dos aes (aks and be aware), es decir, preguntar cuando tengamos cualquier duda y estar atentos a cualquier malentendido para aclararlo cuanto antes. No se puede entender el proceso evolutivo de la humanidad sin sus dos grandes pilares, el alimento y el sexo. Además, asociado a lo que en este año un equipo de la Universidad de Berkeley (California) ha demostrado que en nuestro proceso de autodomesticación como base de la evolución de los seres humanos, la amigabilidad es esencial, que si lo unimos a lo que decía el etólogo Frans de Waal, que el contacto y los abrazos son desde nuestros parientes los primates un poderoso símbolo de vínculo y unión, que quizás, y es mi opinión, este año y medio de pandemia nos está perjudicando en nuestra propia evolución biológica. Pues que sigamos evolucionando en base a estos tres grandes pilares, dejando de lado la demagogia.
“¡Que bella es la humanidad! ¡Magnífico nuevo mundo que tiene tales habitantes!”. William Shakespeare (1564-1616) Poeta y dramaturgo inglés
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