CAUSALIDAD vs CASUALIDAD

El principio de causalidad es un principio fundamental de la investigación científica, partiendo de que la mejor forma de entender y explicar algo es conocer sus causas, ya que esto nos permite no solo controlar los efectos, sino también prevenirlos. Así todo tiene una causa y un efecto, de tal forma que las cosas no ocurren aisladamente, sino que unas están ligadas a otras de forma interactiva. Según la RAE significa causa, origen, principio. No es infrecuente observar como muchas personas intentar dar argumentos válidos, pero que no lo son, para justificar acciones que tampoco lo son. Esto se conoce como “Cum hoc ergo propter hoc” que en latín significa “con esto, por tanto, a causa de esto” basado en que dos cosas están conectadas causalmente porque se dan juntas, infiriendo que existe una correlación incluso estadística entre ellas. Esto también lo conocemos como falacia, o lo que es lo mismo que la correlación no implica causalidad. Durante mi vida profesional he podido comprobar y compruebo como en no pocas ocasiones me han tratado de correlacionar un problema con unas causas que para nada tienen ninguna correlación entre sí, y que por lo tanto no pueden ser la etiología del mismo, lo que no corresponde por lo tanto técnicamente con el principio de causalidad. Haciendo parangón con el mundo de la enzimología, cada enzima actúa sobre su sustrato específico, y en el mundo de la vacunología, cada vacuna va dirigida a un agente infeccioso concreto. Por poner un ejemplo, las vacunas de gripe van dirigidas a crear protección frente a la gripe y no frente a la pleuroneumonía. El filósofo escocés David Hume puso énfasis en que la relación causal entre dos eventos no puede ser del todo percibida, pero si su correlación, siendo posible realizar pruebas que lo verifiquen.

Si siembro trigo recojo trigo y si siembro desconfianza, igual recojo desconfianza. No es una casualidad, es una causalidad. Entendemos por casualidad el conjunto de circunstancias no previsibles ni evitables que dan lugar a acontecimientos imprevistos. Lo de recoger trigo por lo tanto no es un imprevisto, ni tampoco la desconfianza, ni que a alguien le vaya bien cuando trabaja mucho. En muchas conversaciones escucho lo de que el éxito no es casualidad. Yo personalmente estoy de acuerdo, aunque en no pocas ocasiones en la sociedad actual tenemos ostentando altos cargos a alguien que muchas personas podemos pensar que no guarda relación causa-efecto, por lo que evidentemente no es una causalidad y si una casualidad. Puede ser, y de hecho lo es, y no con baja frecuencia. Pero, ante este mismo tema que lo hablaba con una compañera de profesión estos día en relación a las elecciones americanas, llegando a la conclusión de que el éxito y el cargo no están correlacionados. A ella dedico esta columna de opinión. Es más, creo necesario redefinir el concepto éxito y cargo, que a buen seguro no son hoy lo mismo que entendían nuestros Padres y Abuelos. Conozco muchas granjas cuyos propietarios son personas de éxito profesional y humano, y no tienen ningún alto cargo. También conozco a varios compañeros de profesión que están dentro de este perfil, y que bien valoro.

Desde un punto de vista racional las casualidades son una cuestión de azar o de algo más. Esto ya lo estudio el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung en su teoría de la Sincronicidad donde determinaba como dos hechos que no están correlacionados entre sí por una relación causa-efecto aparente, si lo están por su significado y conexiones acausales. Aquí entrarían esos hechos causales que tienen un fundamento real, pero como no los conocemos, lo tildamos de causalidad. Y es que no siempre es fácil en nuestra práctica diaria conocer la etiología primaria de un problema en una granja, para lo que es esencial conocer los principios de la propedéutica médica. Voy a poner un ejemplo que entiendo nos puede servir para reflexionar y diferenciar entre causalidad y casualidad basado en un texto escrito por Eva van den Berg en National Geografic titulado “El camino hacia el amor es un largo zigzag” centrado en la relevancia de los olores en la atracción sexual en numerosas especies, incluida la humana. La primera descripción de las sustancias responsables de estos olores conocidas como feromonas la hizo el bioquímico alemán y Premio Nobel de química en 1939 Adolf Butenandt identificando el bombicol (fragancia sexual emitida por las hembras de la mariposa de la seda). La hembra libera dicho principio en pequeñas bolsas al aire que lo va dispersando y que los machos van encontrando en base a receptores alojados en sus antenas, identificando si corresponden a su especie, y en dicho caso su cerebro le hará volar hacia otra bolsa zigzagueando de un señuelo químico a otro hasta encontrar a la que será, si tiene suerte, la madre de sus hijos. No me dirán que la descripción no es bonita, y que corresponde más a un hecho causal que casual. Sigamos por tanto trabajando en nuestro sector en base al principio de causalidad y sincronicidad a efectos de tener un cierto control sobre los efectos posibles, además de poder prevenir ciertos problemas que laten a nuestro rededor.

 

“Cuando hagas algo noble y hermoso y nadie se dé cuenta, no estés triste. El amanecer es un espectáculo hermoso y, sin embargo, la mayor parte de la audiencia duerme todavía”.  John Lennon – Cantante y compositor británico (1940-1980)

 Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA