Quiméricos y fundamentalistas, dispares pero coincidentes: Los terraplanistas y los animalistas

Considero quiméricos a quienes defienden, careciendo de una base científica real, como verdadero (o posible) aquello que no lo es y fundamentalistas a quienes ejercen el fundamentalismo como una exigencia intransigente de sometimiento a una forma de entender una temática (por ejemplo, la generación de proteína de origen animal), sin existir disposición alguna a que sean mínimamente cuestionadas sus creencias dogmáticas, despreciando a quienes discrepan y ejerciendo un proselitismo y una militancia agresivos.

Cierto es que la vida, en ocasiones, es generosa y nos pone ejemplos de la capacidad de distorsión de la realidad que pueden llegar a tener ciertas mentes humanas en el siglo XXI. En mi opinión, las actitudes mentales de los animalistas y afines, y de los terraplanistas defensores de que la Tierra es plana, son muy similares.

Los terraplanistas defienden la quimera de que la Tierra es plana y estacionaria, siendo el centro del Universo, con el Paraíso sobre el cielo y el Infierno debajo de la Tierra.  Los animalistas, por su parte, defienden también otra quimera basada, en este caso, en una ideología igualitarista que pretende equiparar al ser humano con los demás animales del planeta creyendo firmemente en sus derechos y los más puristas defendiendo de forma altamente agresiva un veganismo militante y, bajo ningún concepto, la utilización de productos de origen animal (léase vestidos, zapatos, bolsos, etc.).

En ambos casos, animalistas y terraplanistas, se constata cómo su relevancia populista va en aumento, fundamentalmente gracias a su activismo, muy eficiente y eficaz, en las redes sociales de medio mundo.

Ahora, en la ciudad estadounidense de Denver, ha tenido lugar, con la asistencia de más de 650 personas (que pagaron unos 300 euros per cápita para poder asistir), el II Congreso o Conferencia Internacional Terraplanista; para muchas de estas personas fue una oportunidad única para compartir el mismo espacio físico y conceptual con otros creyentes.

Muchas de las personas asistentes al mencionado congreso afirmaron que habían sido expulsadas de sus iglesias o que habían perdido sus trabajos o que habían sufrido problemas familiares, porque habían manifestado públicamente sus creencias acerca de que la Tierra es plana.

La tesis fundamental de estas personas es que nuestro planeta tiene forma de pizza y, consecuentemente, los humanos hemos vivido engañados durante siglos. De acuerdo con las informaciones de que dispongo, el argumento más empleado para defender la teoría de la pizza plana se encuentra en un texto científico de primer orden, la Biblia (de ella extraen más de doce referencias para fundamentar su teoría).

Este hecho convierte, por ejemplo, a los cristianos evangélicos en uno de los grupos más grandes y entusiastas en hacer suya la teoría terraplanista (bien es cierto que todo ello ha generado paralelamente una gran controversia en el seno de esta comunidad).

Pero, y este pero es muy importante, mientas los terraplanistas no me parece que supongan ningún problema para nuestros ganaderos ni para la producción animal, los animalistas sí lo son y como ejemplo de ello están las crecientes coacciones y agresiones llevadas a cabo en los últimos tiempos sin que, incomprensiblemente para mí, caiga sobre ellos todo el peso de la ley cuando, en realidad, se comportan o al menos esto me parece, de una manera manifiestamente delictiva por mor de su declarado “amor incondicional” a los animales.

En definitiva, quimeras y fundamentalismos a nada positivo conducen (caso de los terraplanistas) y/o son fuente de problemas (caso de los animalistas puristas).  Por esta razón, las autoridades deberían estar muy atentas a ellos y actuar en consecuencia, sin miedo a una potencial pérdida de votos.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.