Alemania y el ganado porcino

Me parece oportuno hoy empezar estas líneas recordando aquel viejo adagio que dice “cuando veas las barbas de tu vecino afeitar…pon las tuyas a remojar”.

Vamos a ver: desde hace muchos años (prácticamente desde un par de años después del nacimiento de la CEE -6 y lo puedo constatar por los años que he vivido, estudiado y trabajado en Schleswig – Holstein – RFA) la Comunidad Económica Europea primero y la Unión Europea después, ha tenido y tiene como referente en muchísimas cuestiones (con sus correspondientes altibajos) a Alemania.

También es así en lo que atañe a la ganadería y, más concretamente, al ganado porcino (Alemania, como es bien sabido, es actualmente y desde hace muchos años, el primer productor en este campo de la Unión Europea, U.E. – 28). En este contexto, hay dos cuestiones que me parece interesante poner en negro sobre blanco.

La primera se refiere a que, en el año 2017, la producción de carne de porcino en este Estado ha descendido, según la Oficina Alemana de Estadísticas, un 2 por 100 con respecto a 2016 (- 167.000 t) llegando la producción a los 5,4 millones de toneladas (prácticamente el 22 por 100 más de lo que produce España, unos 4.2 millones de toneladas).

Concretando, el año pasado se sacrificaron en Alemania 1,5 millones de cerdos menos que en 2016 (se sacrificaron unos 58,7 millones de cabezas; en España unos 49 millones). Este dato es significativo, no solo por la reducción que supone, sino también en relación con el tipo de cerdos cuyo sacrificio ha disminuido.

Muy importante es señalar aquí que la reducción más destacada en lo que atañe a los sacrificios, corresponde a los porcinos importados para ser sacrificados en los mataderos alemanes (839.000 animales menos, lo que supone un descenso del orden del 18 por 100). Por el contrario, la reducción de sacrificios en el número de cerdos de origen alemán ha sido mucho más moderada a nivel porcentual (-1,3 por 100) si bien en cifra absoluta ha sido significativa (-690.000 cabezas). No hay que olvidar que el sacrificio de cerdos producidos en Alemania es el porcentaje más elevado de los porcinos sacrificados en este Estado llegando casi a los 54 millones de cabezas en el año 2017 (el número de cerdos “importados” para ser sacrificados en Alemania ha rondado el año pasado los 4,6 millones de cabezas).

La segunda cuestión, que ha costado casi 5 meses de muy duras negociaciones y después de que la señora Merkel haya cedido en diversos aspectos de su propio programa electoral, es que está a punto de formarse un “gobierno de gran coalición” entre tres partidos; la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD).

En las mencionadas negociaciones el sector porcino ha tenido su protagonismo y se ha llegado en ellas a una serie de acuerdos (algunos de los cuales afectan a toda la ganadería de forma transversal).

Entre los mencionados acuerdos cabe destacar, por su trascendencia práctica y económica, los siguientes: el establecimiento de un etiquetado con varios niveles de bienestar animal; establecer prácticas alternativas a la castración de los lechones dando prioridad a su bienestar (lo que se enmarca dentro de la “filosofía básica” de la U.E. de la “no mutilación”); continuar con la política de la reducción del uso de antibióticos en el ganado porcino;  afrontar la revisión y optimización de la prevención y del control de enfermedades animales en Alemania, así como tomar medidas  para detectar y combatir los patógenos de manera temprana; considerar los robos en el medio rural como delito penal (lo que me parece clave)promover la modernización de las instalaciones ganaderas y, finalmente, potenciar la digitalización, sobre todo en el caso de las recetas veterinarias y de la recopilación de la información de notificación obligatoria.

Queda por dilucidar (y no es precisamente ‘peccata minuta’) el “cómo” y el “quién” va a afrontar los mayores costes que todo ello va a originar.

En este sentido, se puede constatar que, en este aspecto concreto, Alemania y España no son muy diferentes…no sé si esta realidad va a poder consolar a nuestros empresarios porcicultores; me temo que no.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.