Buenas intenciones en los objetivos frente a una realidad incontestable

Uno de los objetivos prioritarios de nuestra Ministra, doña Isabel García Tejerina, si la he entendido bien, es el de lograr, a lo largo de la presente legislatura, una mejora (entiendo que significativa) de nuestra Renta Agraria.

Desde mi punto de vista, este más que loable objetivo es, con la realidad actual de nuestro mundo rural, prácticamente irrealizable, porque la realidad es la que es y, además, es incontestable; obviamente, estoy hablando siempre en términos de precios constantes, no de precios corrientes: es decir, teniendo en cuenta el factor deflactor del PIB.

En este sentido, lo he comentado ya en alguna otra ocasión, si analizamos la renta agraria ̶ insisto, a precios constantes ̶ por “Unidades de Trabajo y año” (UTA), que es un dato enormemente referencial, y de acuerdo con los datos disponibles facilitados por la Subdirección General de Estadística del propio Ministerio, nos encontramos con que la mencionada renta por UTA estimada para el año 2015 (13.428,6 euros) es inferior, por ejemplo, a la del año 1996 (13.564,7 euros) cuando, en el año 1996, había 1.105.000 UTAS en nuestro campo y, en 2015, quedaban únicamente 802.800 (se pierde renta y se pierden UTAS; sencillamente ¡muy preocupante! ¿Cómo va a haber relevo generación así? Y ¡atención! No se olvide que aproximadamente un 29 por 100 de la Renta Agraria viene por vía subvenciones y ayudas del Estado y de la U.E…).

Desde mi punto de vista, la lectura es muy clara; ha mejorado muy sustancialmente la productividad unitaria de nuestra agricultura y de nuestra ganadería; se produce, sin duda alguna, hablando siempre en términos generales, más y mejor con menos gente; el sector hace las cosas bien. Es decir, por una parte, el sector se moderniza, se tecnifica; se está sustituyendo capital humano por capital financiero. Por otra, busca aplicar la economía de escalas; todo correcto.

¿Dónde está entonces el problema? ¿Por qué no aumenta la Renta Agraria ni, a pesar de todo lo expuesto, la Renta Agraria/UTA? Sencillamente, como estoy cansado de exponer, porque no evoluciona de la forma adecuada en el sector el tercer margen bruto (en base a una contabilidad analítica: los beneficios o pérdidas antes de impuestos) y esto sucede, lamentablemente, nos guste o no, cuando el diferencial real entre “la calidad de vida urbana y la de la vida rural”, sigue aumentando.

Nuestros ganaderos y nuestros agricultores se esfuerzan, sin duda alguna, cada día, insisto, en ser más eficientes (haciendo lo que hay que hacer) y más eficaces (haciéndolo cada día mejor), pero los costes son los que son, porque, por una parte, están limitados por los “modelos europeos de producción” (sic) y, por otra, en no pocas ocasiones, están condicionados por la realidad internacional (véase, por ejemplo, la cuestión de las materias primas destinadas a la alimentación animal).

Luego la única solución a la cuestión planteada debe discurrir, inexorablemente, por el aumento adecuado de los ingresos netos, pero, para ello, hay que hacer muchas e importantes cosas; la primera (¿cuántas veces lo he manifestado?) establecer de una puñetera vez (perdón por la expresión) unas verdaderas, reales y consistentes escalas de valor; pero de esto, en serio, no habla nadie…ni tampoco la señora Ministra (porque ella, que es una persona muy preparada, sabe, mejor que nadie, que éste es un tema de Política de Estado, por lo cual está muy lejos de sus posibles ámbitos de actuación). Ergo, una mejora significativa de la Renta Agraria, hoy por hoy, en España, por muy objetivo prioritario que pueda ser, no es viable porque falla la realidad estructural; así de sencillo.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.