RUIDO vs SEÑAL

En la ciencia, el ruido es una generalización que va más allá del sonido en sí para describir la información aleatoria que no sirve para nada y que debemos eliminar para entender lo que oímos. Todos hemos escuchado alguna vez de alguna persona muy cercana a nosotros, aquello de que: “me oyes, pero no me escuchas”. El ruido es lo que tendríamos que pasar por alto; la señal es lo que deberíamos tener en cuenta. Dicen los sociólogos que las personas ecuánimes solo reaccionan a información real y las neuróticas lo hacen principalmente al ruido derivado de que la incapacidad personal o intelectual de distinguir entre ruido y señal es lo que está detrás de la intervención excesiva (Nassim N. Taleb, 2019). En estos momentos que nos tocan vivir estamos viendo cada día personas con cargos importantes, que han pasado de no prestar ninguna atención a una señal, cual faro marítimo, a sobreactuar pulsando el botón de alarma, que sin duda es mucho más ruidoso que el agradable faro del litoral de cualquiera de nuestras ciudades costeras. El primero nos asusta y el segundo nos da calma. ¿Cuál prefieren?

Cuántos más datos miremos, más desproporcionada será la cantidad de ruido que obtenemos (en lugar de lo valioso que es la señal) y mayor será la proporción entre ruido y señal. El propio director general de la Organización Mundial de la Salud, Dr. Tedros Adhanom, ha dado unas recomendaciones a la sociedad para afrontar mejor la crisis sanitaria, siendo una de ellas que no leamos ni veamos mucho las noticias en los medios de comunicación (solo una o dos veces al día) para mantener mejor nuestra salud física y mental. Esto me recuerda a lo que me dijo uno de los presidentes de la Confederación de Fabricantes de Piensos Compuestos (CESFAC) en una ocasión: “Antonio, ahora que tengo una avalancha de información diaria sobre los mercados de materias primas en todo el mundo es cuando más veces me equivoco al cerrar algunos contratos”. En mi modesta opinión, que bien creo en que disponer de mucha información es bueno, y cuanto más sepamos mejor, considero también que es crítico tener bien seleccionadas las fuentes de información, en la misma línea que tener correctamente validados nuestros proveedores tanto de materias primas como de conocimientos. Bien saben todos ustedes que un exceso de datos que sean estériles hace que las estadísticas carezcan totalmente de sentido y que el error de los modelos aumenta cuando las probabilidades son pequeñas. Mi Madre me enseñó que “el saber no ocupa lugar, siempre que deje hueco a saber más y mejor”.

Hubo una señal hace más de una década, publicada por la American Society of Microbiology en la prestigiosa revista Clinical Microbiology Reviews en octubre de 2007 (páginas 660-694) por investigadores del laboratorio de enfermedades emergentes de la Universidad de Hong Kong en China titulado “Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an agent of emergent and reemerging infection” donde concluían diciendo que no se debería ignorar dicha posibilidad, y el virus les está dando la razón. Yo me pregunto: ¿no tendrá la ignorancia más que ver con el ruido que con la señal? ¿Cuál es el riesgo ante un ignorante muy informado? Hay mucho ruido procedente de los medios de comunicación y su glorificación de lo anecdótico que nos hace vivir en muchos casos en una realidad virtual distante del mundo real, y lo más acuciante quizás, es que cada vez nos estemos dando menos cuenta. Una definición de virtual es aquello que solamente existe de forma aparente y no es real, con lo que si es virtual no puede ser real. De aquí la controversia en el propio término que tanto escuchamos y que nos distancia de tener los pies en la tierra. Y es en la tierra, en nuestros campos y en nuestros animales donde afortunadamente una gran mayoría de nuestro sector primario tenemos anclados nuestro quehacer diario. Abogo por seguir viviendo nuestra vida real, que no aparente, pendientes de las señales y alejados de los ruidos.

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los Cielos”.

Don Quijote de la Mancha – Miquel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares 1547- Madrid 1616)

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA