Opinión de Antonio Palomo: TIMO

Opinión de Antonio Palomo: TIMOOpinión de Antonio Palomo: TIMO

Pensé que mi presencia era un impedimento para formar gobierno y ha sido irme una semana fuera de España y tenerlo, aunque quizás sea más bien un desgobierno. En cuanto a las manifestaciones, partiendo de que personalmente me manifiesto de otras maneras, me parecen muy respetables siempre y cuando sean pacíficas. Quizás haya influido en mi postura lo que un día me quedó grabado al oír la respuesta de mi Padre a unos agricultores compañeros suyos: ¿Leopoldo, no vas a ir a la manifestación por el campo a Madrid?, a lo que respondió, por el campo tengo que ir a las tierras a arar. Siempre me ha llamado la atención que haya responsables que ni siquiera saben sumar, me refiero a enumerar la cantidad de personas que se manifiestan. Cuando escucho que según la organización son casi millones y los responsables de la seguridad dicen miles, alguno falta a la verdad. No será que tratan de manipular, además de faltar al respeto a cada ciudadano que se manifiesta libremente. Creo que hay métodos tecnológicos más que suficientes para hacer un cálculo con una desviación mínima, lo que en biología llamamos 95% de sensibilidad con un 5% de coeficiente de variación. En nuestras granjas inteligentes digitalizadas podemos calcular con imágenes hasta el peso de los cerdos sin pasarlos por la báscula. No estaría de más saber el peso medio y la desviación entre los que se manifiestan, según en que tipo de convocatoria para hacer algún estudio sociológico y sacar correlaciones. Cuando un trabajo es malo, académicamente solemos decir que es tan malo que ni siquiera está mal.

En este contexto me siento timado y más si vamos a la acepción griega del timo que es “thymus”, que significa energía vital, lo que explica que tenemos ladrones de energía, además de que en algunas culturas orientales lo consideran el centro que regula las emociones y la felicidad. Aquí me estoy refiriendo a ese minúsculo órgano que tenemos los vertebrados que está entre el corazón y el esternón debajo de la glándula tiroides, bien protegido, siendo responsable de la producción de la hormona timosina por parte de las células de Kulchitsky y elaboración de células de la serie hemática blanca (glóbulos blancos que circulan por la sangre), los linfocitos y concretamente T, de timo, que hacen una labor inmunológica encomiable en nuestro organismo y al de los cerdos. Tiene la gran particularidad de ir de más a menos, como tantos, de forma que su tamaño es mayor en los albores de nuestra infancia para irse atrofiando, llegando a ser imperceptible al final de la adolescencia, aunque aquí me queda la duda de que algunos siguen teniendo un gran timo, quizás por no haber superado la adolescencia. Como menciona tantas veces mi hija Valeria: “Papa, ese no ha madurado”. Algunos, al timo le llaman el director de la respuesta inmunitaria, y luego está el presidente del timo. Sabiendo que en la infancia el timo es de color gris rosáceo y en los adultos de color amarillo, bien podemos hacer la analogía del cambio de color y chaqueta de algunos de los reyes del timo a medida que pasan los años.

La función del timo fue descubierta al tiempo que yo nacía, donde Jacques Miller, estudiante de doctorado en Londres de tan solo 30 años lo definió en 1961. Se denominó así por tener un parecido a las hojas lobuladas del tomillo, aunque ya Galeno en el siglo II d.C. lo definió como una glándula grande y blanda situada por encima del corazón. Y la producción de linfocitos T con su capacidad de reconocer fragmentos de proteínas virales, tan solo viene de hace cincuenta años, cuya sensibilidad milagrosa es discernir una célula infectada por un virus de otra que no lo está, es decir, actúa como un detective privado que va de casa en casa en busca de los delincuentes que se esconden dentro.

Si nos vamos a la acepción de la RAE, el timo consiste en hacer que el estafado acepte un fajo de supuestos billetes a cambio de una cantidad de dinero. Bien les sonará lo del timo de la estampita, estafa tradicional en el que el timador se muestra amable y cercano, ganándose la confianza de las víctimas, quienes normalmente no se percatan del engaño hasta después de haberse consumado. Ya en 1959, algunos de nuestros grandes actores españoles, Tony Leblanc, Antonio Ozores, Laura Valenzuela, José Luís López Vázquez y Concha Velasco, entre otros, participaron en la película “Los Tramposos”, que podía haberse filmado este mismo año durante las bochornosas negociaciones políticas. En aquellos momentos, los dos golfos que practicaban el timo de la estampita se hacían llamar Paco y Virgilio. Los dos actuales también empiezan por P y ninguno de los actores de la película tenían sus nombres. Estaba el actor José Orjas que en el celuloide se hacía llamar Sánchez.

Partiendo de que no he estudiado ni ciencias políticas ni sociología, aunque si filosofía, desconozco los mecanismos por los cuales se puede llegar a perpetrar lo que muchos expertos consideran el mayor ataque al estado de derecho desde que se instauró la democracia en nuestro país. Me quedo con dos pequeños detalles que considero injustos que, no me cabe ninguna duda, son disruptivos y traerán cola a medio plazo por las desigualdades entre ciudadanos y comunidades derivados de esta política napoleónica de divide y vencerás. Uno es la falta de solidaridad entre personas según donde residas en la consecuencia de condonar la deuda de 15.000 millones a una comunidad con el dinero de todos, en vez de que se reparta entre toda la nación, utilizando sus términos. ¿Algún banco les ha suprimido su deuda o le ha perdonado las pólizas de crédito cuando ha ido a presionarles para tal fin? ¿Usted se va sin pagar o cuándo adquiere cualquier bien o servicio lo paga convenientemente? ¿Es justo que unos hagan un “simpa” sin que se les enjuicie? Y la otra, por poner solo dos ejemplos de todo este sinsentido, que es aceptar que alguna comunidad vs nación gestione el dinero de todos los impuestos que recaude. Aquí se cumple soberanamente aquello de que solo estamos para pedir y no para dar, solo para lo bueno y no para lo malo, solo en la salud y no en la enfermedad, todos los días de nuestras vidas. Amén. Voy a proponer a Hacienda, que ya no somos todos que, en mi próxima declaración de la renta, en vez de que se queden con lo que me corresponde pagar de impuestos, algo que llevo haciendo puntualmente durante los últimos cuarenta años hasta el último céntimo, me lo dejen a mí, que lo voy a autogestionar estupendamente.

Permítanme que me quede, por gusto propio, con el timo como glándula frente a acto delictivo, lo cual siempre es mucho más agradable y satisfactorio. Mi querida colega, Dra. Isabel, en respuesta a cuando su hijo Javier la llama “Mama”, bien le responde pícaramente con esa frase digna de una catedrática de Universidad: “la mama es una glándula”. A esta es a la que me refería, al tiempo que dedico esta columna a la entrañable familia Castro & Simarro a la que agradezco su amistad y felicito por sus contiguos cumpleaños la semana pasada.

 

“Estoy por la verdad sin importar quien la diga; estoy por la justicia sin importar quien esté a favor o en contra” – Malcolm X (1925-1965) ministro y activista de los derechos humanos.

 

 

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