Opinión de Antonio Palomo: SISIFEMIA

Opinión de Antonio Palomo: SISIFEMIAOpinión de Antonio Palomo: SISIFEMIA

Sísifo es un personaje de ficción de la mitología griega. Se refieren a él como un hombre astuto. Y Sissi Emperatriz, Isabel de Baviera, la última gran emperatriz de Europa de finales del siglo XIX, un personaje avanzado a su época que apoyó los movimientos liberales y nacionalistas en la corte conservadora austriaca, que sufrió de bulimarexia derivado de su obsesión por su físico para mantenerse en sus 50 kilos con 1,72 metros de altura, que la llevó a vivir una vida de dietas estrictas y atracones no menos intensos, así como a realizar sesiones de deporte de manera compulsiva, que la originaron trastornos del comportamiento y el sueño. Solo coincido con ella en que tenía una hija llamada Valery, a quien llegó a considerar su única hija, que en mi caso no tiene ninguno de sus trastornos y si, con unos pocos centímetros más y algo más de peso, tiene unas medidas esculturales (90-60-90). En este siglo XXI en España se estima que hay unas 400.000 personas que sufren estos trastornos alimenticios.

La sisifemia es un trastorno físico y mental que en alguna medida tiene, también, un componente compulsivo obsesivo, y que viene del personaje griego al que los dioses le impusieron el castigo de subir una roca a lo alto de una piedra y repetir dicha tarea, una y otra vez. La sisifemia se encuadra dentro del agotamiento físico y mental de ese trabajador que se ve obligado a responder a unos objeticos que, en no pocas ocasiones, son inalcanzables, y que hoy se encuadra como un trastorno laboral derivado de una ambición obsesiva, autoexigencia y perfeccionismo, que derivan en estrés crónico y cansancio patológico.

Ya estamos, después del lapsus estival, envueltos en el nuevo curso académico y en cumplir los prepuestos/objetivos anuales en este último trimestre-cuatrimestre del año. Hasta hay de acuerdo…, pero sin obsesionarnos y sin pensar que es la única oportunidad que tenemos de demostrar nuestra valía, ya que en nuestras empresas nada depende de una sola persona, aunque nos quieran dar a entender que es así. Si nadie somos imprescindible nadie somos el único responsable, por lo que entiendo que debemos aparcar las obsesiones de Sissí y de Sísifo, y aún más, cuando en psicología hacen referencia a pensamientos, ideas o impulsos indeseables, que se producen de forma repetitiva, generando problemas de ansiedad. Como referían mis Padres: el trabajo hay que hacerlo, mucho y sobre todo bien, pero sin obsesionarse. En el plano académico he conocido a numerosos alumnos obsesionados con las notas que les han acarreado no pocos problemas personales y sociales, sabiendo que no necesariamente el mejor expediente guarda relación directa con el mejor trabajador, aunque también conozco destacadas excepciones. La semana pasada hablaba con un compañero de la empresa que me decía que su Hija comenzaba 4º de la ESO, lo cual marcaba un punto de inflexión en su calendario, lo que sin duda dice mucho de él al estar pendiente de lo importante. Al mismo tiempo es un buen profesional y trabajador que bien cumple con su presupuesto y responsabilidades, pero bien se que no padece sisifemia. A Óscar y su Familia quiero dedicar esta columna de opinión para desearles un estupendo curso académico, y por extensión a todos ustedes.

En mi experiencia, considero partir de ser capaz de discernir, que es lo mismo que distinguir por medio del intelecto una cosa de la otra o varias cosas entre ellas, generando una pirámide de prioridades, que no es lo mismo que el árbol de decisiones, que no pocos confunden. De hecho, el antónimo de discernir es confundir. Ya decía Platón que el filósofo es aquel que desea discernir la verdad sobre el resto, no la mentira por encima de cualquier lógica, algo a lo que estamos siendo testigos a diario, y que sin duda da luz a la escasa capacidad de discernimiento, o quizás también de intelecto. Bien lo mencionaba el eminente investigador social, economista y filósofo alemán del siglo pasado F.J. Hinkelammert, en su teoría del discernimiento de las racionalidades. Las pirámides de Egipto que podemos ver en la llanura de Guiza a las afueras de El Cairo (Keóps, Kefrén y Micerino) se mantienen en pie desde el 2.600 a.C. gracias, entre otras cosas, a que no se construyeron invertidas. También los egipcios hablaban del Logus sembrador como las semillas de la verdad, que a este hijo de agricultor se apunta. Creo que nos hemos desviado un poco del concepto de dicha verdad dulce que arrogaban dichas culturas, y me pregunto si las mentiras no son amargas. O quizás es que estamos hablando de lo que ya, en 1887 Friedrich Nietzsche llamaba la “moral del rebaño”. Siempre he pensado que una teoría que es difícil de asumir no la convierte en falsa, mientras que una falsación evidente carece de base teórica y moral. Jean-Jacques Rousseau ya mencionaba en el siglo XVIII, muy aplicable a los tiempos que corren, que el amor de soi (sana autoestima del ser humano) ha sido reemplazado por el amor pro-pre (amor propio pervertido) que ha convertido nuestra inocencia y virtudes naturales en envidia y lucha de poder, que quizás también estén en el origen de la sisifemia.

Soy partidario de minimizar la sisifemia con la cooperación entre los que formamos parte de cualquier empresa, denominado vagamente trabajo en equipo, con sus innumerables acepciones o decepciones. Decía el científico y político americano del siglo XVIII, Benjamin Franklin, considerado uno de los Padres fundadores de los Estados Unidos e inventor del pararrayos que, la cooperación es frágil y, por eso, al igual que la porcelana, el cristal y la propia reputación, forma parte de la lista de cosas fácilmente destruibles, pero difícilmente reparables. Personalmente creo que cuando se tienen en cuenta las posibilidades que hay de que la cooperación fracase, su éxito parece improbable. Quizás podamos aplicarlo a lo que está aconteciendo para la formación de gobierno en nuestro país, así como en la formación de los equipos de trabajo a todos los niveles. Pensemos en la maximización del propio provecho como antagonista frente a la cooperación, tan frecuente hoy y base del dilema del prisionero. Algo que ya refería Nietzsche: “todos los instintos que no se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro” que, ligado a su concepto del superhombre, bien se ensambla con el actual incremento de padecer sisifemia, ligado a esa sensación general que observo en numerosas personas de difuso desconcierto existencial.

Creo firmemente que, en nuestra sociedad actual, que no en nuestras granjas de cerdos, el bienestar y la felicidad son independientes la una de la otra como bien refleja la paradoja de Easterlin (1974), denominada así por el economista estadounidense Richard Easterlin, quien puso de manifiesto que, dentro de un país, los ricos tenían tendencia a ser más felices que los pobres, pero que las personas de los países ricos en conjunto no son más felices que las de los pobres. No nos obsesionemos y trabajemos – estudiemos con normalidad.

“Solo hay una cosa que supera a la insignificancia del ser humano: su excesivo concepto de sí mismo” – Arthur Schopenhauer (1788-1860) filósofo alemán máximo representante del pesimismo.

 

Date de alta y recibe nuestro 👉🏼 Diario Digital AXÓN INFORMAVET ONE HEALTH

Date de alta y recibe nuestro 👉🏼 Boletín Digital de Foro Agro Ganadero

Noticias animales de compañía

Noticias animales de producción

Trabajos técnicos animales de producción

Trabajos técnicos animales de compañía