Opinión de Antonio Palomo: SÍNDROME DEL IMPOSTOR

FORO AGRO GANADERO, Opinión de Antonio Palomo: SÍNDROME DEL IMPOSTOROpinión de Antonio Palomo: SÍNDROME DEL IMPOSTOR

¿Estudias o trabajas? Esto era lo que en mi juventud nos preguntábamos entre chicas y chicos, lo que quizás fuera uno de los desencadenantes del auge de los estudios superiores en las últimas cinco décadas. Personalmente prefiero decir aquello de que antes estudiaba y trabajaba, y ahora trabajo y estudio. Les puedo asegurar, como bien saben muchos, que es posible, a pesar de que exista un número demasiado elevado de “ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan) en nuestro país como líder de los países desarrollados según los últimos datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) (24% entre 18 y 24 años), estando al mismo nivel que Colombia, Costa Rica, México o Sudáfrica. La tasa de repetidores en la ESO de España cuadruplica la media internacional siendo un 60/40 entre chicos/chicas. Como profesor universitario llevo varios años viviendo esta evidencia y me consta que las causas son múltiples. El número de titulados superiores ha ido aumentando considerablemente, lo que bien sabemos muchos que venimos de familias donde algunos de nuestros padres ni siquiera pudieron ir al colegio, y han escrito y leído con dificultad, lo que no les ha hecho menos dignos y cultos, y si ser muy rentables para la economía del país. Un buen agricultor-ganadero y amigo de Castilla la Mancha, cada vez que nos vemos, me dice que se considera un inculto por no haber estudiado, a lo que yo siempre le respondo lo mismo: la cultura no se mide por el número de títulos académicos. Creo que hoy vivimos en un mundo plagado de “incultos con título universitario”. La cultura en sus principios antropológicos incluye el conjunto de bienes que poseemos en un amplio sentido, como el modo de vida, conocimiento, costumbres, hábitos, patrones y valores. La cultura general nos debe permitir tener nuestro propio criterio, analizar diversos asuntos y responder con éxito a lo que se nos plantea. Victor Hugo ya dijo en el siglo XIX que “la ignorancia es peor que la miseria”:

Esto me lleva a pensar en el mercantilismo de la cultura, que muchas veces es incultura y aliñado con falta de conocimientos. Si esto va asociado a que muchas personas hoy son exitosas con dicha carencia, no nos extraña que tengan el Síndrome de Dunning-Kruger, donde estas personas que carecen de competencias se valoran a si mismas como muy competentes. Seguro que a muchos les son familiares en muchos ámbitos, desde las más altas a las más bajas esferas. Este problema me preocupa especialmente en nuestras granjas y empresas, y que muchas veces detectamos escuchando al sujeto decir aquello de “qué me va a enseñar a mí este” o “sobre esto ya está todo descubierto y me lo sé todo”. El opuesto a este proceso es el Síndrome del impostor o también conocido como Síndrome del fraude. En muchos casos, bien me consta que no lo persiguen. Dicho trastorno psicológico se provoca debido a que dichas personas son incapaces de asimilar sus logros, al pensar que no tienen los méritos para estos, y lejos de lo que podríamos pensar que están exultantes, realmente suelen sufrir. Dicho síndrome se reconoció en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes que lo describieron como el problema que sufren aquellos que hacen cosas destacadas o fuera de lo común, creyendo que son consecuencia de la suerte, sin merecer mayores elogios, no pudiendo internalizar dichos éxitos. Este es el caso de mi amigo de Cuenca, así como de otros muchos grandes profesionales, tanto estudiantes, ganaderos como veterinarios que conozco. Siempre he pensado que son muchos los compañeros que merecerían ser reconocidos tanto como lo hemos sido otros, y no me cabe la menor duda de que en este punto la vida tampoco es justa con los justos, aunque no estoy muy seguro de cuál es el porcentaje real dominante de quienes sufren uno u otro síndrome. Ya conocen aquel dicho de “si quieres saber cómo es ese hombrecito, dale un carguito”. En algunos textos relatan como detrás de estos síndromes están culturalmente la humildad y la mediocridad. Cesar Antonio Molina, gallego y exministro de cultura, acaba de publicar un libro titulado “Qué bello será vivir sin cultura”, donde nos dice que “el mejor antídoto frente a los peligros de la idiotización es la cultura”. Me sirve de reflexión saber como en el pasado las grandes familias ricas luchaban por tener la mejor biblioteca (Biblioteca de Alejandría, Biblioteca de los Medici, Biblioteca Laurenziana), mientras hoy pugnan por tener el yate más lujoso o hacer viajes espaciales. Miguel Delibes llegó incluso a decir que la cultura se creaba en los pueblos y se destruía en las ciudades.

Creo sinceramente en primar el trabajo, el esfuerzo y la eficiencia, sobre el amiguismo, la pillería y el oportunismo, o lo humanamente correcto a lo políticamente correcto, para aumentar la tasa de aprobados tanto en el mundo académico como social y laboral. Con no poca frecuencia, llevamos demasiado tiempo dando mejores notas a quienes no son, ni los que tienen más conocimientos ni a los que son los más eficientes vs rentables. Quizás sea uno de los motivos por los que la deuda tanto económica como social no deja de aumentar. En el mundo de las comunicaciones, son muchos los especialistas que dicen que es donde, aunque nos comunicamos muy rápidamente, lo hacemos mucho peor que en épocas anteriores que teníamos menos medios. No es lo mismo tener un acceso más fácil a la información que el acceso al conocimiento, el cual requiere de atención, concentración, estudio y reflexión, lo mismo que la educación. A ver si es que también estamos normalizando la falta de educación y la muerte del pensamiento que el pensador francés Georges Bataille (1897-1962) menciona en su libro “El no-saber” y que ya a mediados del siglo XX mencionó como la teología del ocio. Por ello, personalmente creo más en el Homo sapiens discens, hombre que aprende a lo largo de toda la vida, que en el Homo sapiens pantalicus, término acuñado por los franceses Gilles Lipovetsky (Caballero de la Legión de Honor) y Jean Serroy, que es el humano absorbido por lo disperso, lo banal, lo intrascendente, secuestrado por la fascinación del medio más que por el valor y la calidad de los contenidos. Estos dos autores dicen que la economía ya no se rige por el oportunismo de la oferta y la demanda, sino por una lógica basada en la dinámica de la moda que tanto nos envuelve hacia la volatilidad de los mercados, que bien nos suena en nuestro sector. Aprovecho para recomendar su libro “La estetización del mundo: vivir en la época del capitalismo artístico”, por si alguno de ustedes quiere profundizar en este tema.

“Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan” Confucio (551-479 a.C.) Pensador chino

Date de alta y recibe nuestro 👉🏼 Diario Digital AXÓN INFORMAVET ONE HEALTH

Date de alta y recibe nuestro 👉🏼 Boletín Digital de Foro Agro Ganadero