Opinión de Antonio Palomo: SAS

Opinión de Antonio Palomo: SASOpinión de Antonio Palomo: SAS

Con estas siglas, SAS, podemos identificar un sinfín de acepciones, como el lenguaje de programación, el paquete estadístico software de inteligencia empresarial, las aerolíneas escandinavas, la fuerza militar especial británica, la sociedad empresarial por acciones simplificada, el título real su alteza serenísima, el método de hidratación oral propuesto por la OMS – la solución de azúcar y sal o el servicio andaluz de salud. Pero también, dichas iniciales SAS, pueden corresponder al Síndrome Agudo de Stress o al Síndrome de Agotamiento Súbito, que ambos necesitan de la solución de azúcar y sal junto a otros muchos cuidados sanitarios, y que no debemos confundir con el síndrome de fatiga crónica, que más bien corresponde a aquellas personas que, como bien mencionaba mi Madre, han nacido cansadas, y que habiendo consumido suficiente cantidad de ciertos minerales (calcio, fósforo, magnesio, selenio y zinc) y vitaminas (B6, B12, C, D y E) su fatiga no está justificada. En nuestra práctica profesional bien conocemos el Síndrome de Stress asociado al gen halotano en aquellos animales homocigotos, clasificado como enfermedad farmacogenética hereditaria localizada en una transición C-T que controla el canal de salida del calcio del retículo sarcoplásmico del músculo esquelético, lo que origina alteraciones metabólicas (elevados niveles de creatinina quinasa) y fisiológicas que producen, desde las carnes pálidas, blandas y exudativas (PSE), hipertermia maligna, necrosis del músculo longíssimus dorsi – lomo, hasta la muerte súbita.

La semana pasada ha sido la de la fiesta de la democracia, de cuyo sufragio de la considerable participación de ciudadanos (hemos pasado del 69, por ciento) ha dado unos resultados que tan solo espero sean aceptados y respetados por los que han concurrido tanto al Congreso como al Senado, y supongan un fortalecimiento de nuestras instituciones que devengan en la mejor calidad de vida para todos los que vivimos en este excelente país. A ver si obedecen a lo que la élite romana decía hace 20 siglos que correspondía a quien seguía la carrera política, el cursus honorum, o incluso a lo que Rousseau decía de la actividad de los políticos, que debían centrarse en hablar de las costumbres y de la virtud, más que, solo, del comercio y el dinero. Solo deseo que se practique la corriente filosófica del meliorismo, según la cual el mundo tiende a mejorar y las personas podemos contribuir a ello con nuestro esfuerzo, al tiempo que desaparezca lo que los americanos llaman la red tape (cinta roja, que no líneas rojas, que también), que corresponden a esas tupidas redes burocráticas e institucionales que provocan enfrentamientos entre las partes. Mi forma predilecta de entusiasmo es una apacible satisfacción. También, para mí, ha sido la fiesta de la salud y de la amistad, derivado de una atención sanitaria sin precedentes que me han dado una segunda oportunidad, permitiéndome, entre otras cosas, seguir escribiendo esta columna semanal, además de constatar la enorme cantidad de personas que me han mostrado su especial cariño. Gracias a este Síndrome de Amigos y Sanitarios (SAS) que estoy padeciendo de forma tan afortunada, a quienes dedico esta especial, para mí, columna de opinión de esta última semana de este complicado mes de julio que incluye al Apóstol Santiago, santo de mí devoción y festividad celebrada en mi pueblo natal. Como bien me transmitía un buen compañero: “ahora, Antonio, que ya lograste el sueño americano, toca disfrutar de la siesta española”. Así, dedicado a todos ellos, menciono la palabra que Ovidio proclama en su obra maestra Metamorfosis, terminada en torno al año 8 d.C., que según sus estudiosos es el resultado de una pasión, en mi caso los cerdos, y que dice Vivam – “seguiré vivo”.

Los Boy Scouts y Sancho Panza coincidían en aquello de que un hombre prevenido vale por dos; estar preparado equivale a media victoria. Un familiar cercano, que bien juega al mus, lo cual no es mi caso, me dice en numerosas ocasiones que hay que ser capaz de guardarse el mayor número de cartas en la manga, con lo que así tendrá una carta útil para cualquier circunstancia. Soy consciente de que la evolución – la vida, no es una autopista, sino una carrera de obstáculos, y he seguido la analogía del éxito a largo plazo basada en esos receptores del futbol americano eludiendo las acometidas de legiones de atacadores en potencia y trazando un recorrido en zigzag hacia la línea de ensayo, partiendo de estar lo más preparado posible y de ser prevenido. Esto se lo tengo que agradecer a mis Padres por haberme dado la flexibilidad genética que me permite avanzar en las complejidades, derivado de ese pequeño – enorme porcentaje de material genético que alberga las copias únicas de genes funcionales. En ciencia, la preparación es esencial y la tarea científica de calidad es acumulativa, que es algo en lo que creo sobremanera, tratando de aportar mi grano de arena para trasladar la ilusión a las generaciones que nos siguen en su trabajo y continuemos escalando en la excelencia del conocimiento (Step by Step, preciosa canción de Whitney Houston).

Para ello considero que la paciencia es esencial, algo de lo que adolece la sociedad actual, en general. La paciencia goza de una fama antigua y merecida. Geoffrey Chaucer, parlamentario – poeta e hijo de un famoso vinatero británico, ya en siglo XIV, se refirió a ella como “una excelsa virtud, ciertamente” que en el Antiguo Testamento mencionaba como “sabéis la paciencia de Job” (Santiago 5:11). Job se traduce como trabajo, y a mi entender, un buen trabajo te permite ser paciente con los devenires. Muchas ideas, a priori falsas, han resultado enormemente útiles, aunque solo fuera porque el proceso de refutación suele conducir a mayor conocimiento e integración. Ya saben aquello de que el que no hace nada, nunca se equivoca, pero tampoco aporta y tan solo disfruta de su estéril verdad. Prefiero ceñirme a lo que decía el biólogo evolucionista Linneo en su definición de la especie humana, donde sapiens no significa sabio, sino capaz de saber. Así, quiero terminar reflexionando sobre la última frase del Charles Darwin en su libro “El origen del hombre” publicado en 1871: “No queda más remedio que reconocer o así he llegado a verlo yo, que el hombre, con todas sus nobles cualidades, todavía lleva en su estructura corporal el sello indeleble de su origen humilde”. John Berger, uno de los pensadores más influyentes de finales del siglo XX y principios del XXI hizo referencia a que hay dos formas diferentes de poseer, de adquirir, centrado en el modo de comer, que me parecen muy relevantes. El modo de comer del campesino, con el que me identifico, está centrado en el acto de comer en sí mismo y en la comida: es centrípeto y físico. El modo de comer del burgués, por el contrario, se centra en la fantasía, el ritual y el espectáculo: es centrífugo y cultural.

“Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices” – Michel de Montaigne (1533-1592) Humanista y filósofo francés.

 

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