Opinión de Antonio Palomo: RENUNCIA SILENCIOSA

Opinión de Antonio Palomo: RENUNCIA SILENCIOSA, foto Antonio PalomoOpinión de Antonio Palomo: RENUNCIA SILENCIOSA

Entre unas cosas y otras ya estamos a mediados de septiembre, y solo quedan 16 semanas para concluir el año, de forma que las cerdas que vamos a inseminar esta semana ya van a parir el año que viene, y los lechones que están naciendo esta semana, ya saldrán de los engordes en 2023. Bien me parece que cada uno haya disfrutado su reglamentario descanso estival como mejor le conviniese, aunque no puedo ocultar la preocupación que me conculca al echar de menos, laboralmente hablando, a numerosas personas que silenciosamente no han dado señales de vida durante gran parte del verano. Reino Unido, que ha cambiado de primer ministro a primera ministra, y de reina a rey en un par de semanas, experimentó un fuerte aumento en el número de personas que renunciaron a sus trabajos el año pasado, y una quinta parte de los trabajadores de dicho país aún dice que tiene pensado renunciar en el próximo año en búsqueda de una mayor satisfacción laboral. No hace falta irnos al país del “Britain exit”, ya que me consta que aquí, en nuestro territorio, han sido varios los compañeros de profesión que han abandonado sus puestos de trabajo para promocionar a otras facetas laborales, algunos fuera del sector porcino, unos voluntariamente y otros forzados por reajustes de plantillas, que como bien saben, es culpa de Putin. Conozco unos de gran valía, tanto profesional como personal, que me provoca, no deseo ocultarlo, cierta amargura y preocupación. ¿Qué está pasando?

            Pero, no dejando de ser grave esta situación, me inquieta sobremanera la conocida como “renuncia silenciosa”, de la que podría relacionar numerosos casos, y que engloba a personas que no sintiéndose ni felices ni reconocidos en su trabajo, optan, no por abandonar o cambiar, sino por hacer lo mínimo indispensable para justificar el puesto. La Ley del mínimo esfuerzo y máximo rendimiento no siempre sale a cuenta al erario de nuestros negocios, que no es lo mismo que “negar el ocio”. Tampoco considero justo aquel aforismo de que paguen justos por pecadores, cargando de trabajo a unos por la holgazanería de los otros. Me pregunto si cualquiera de ustedes mantendría en la granja una cerda con baja productividad pensando en que hay otra “supercerda” que compensa a la primera. En este caso, sabiendo que la cerda rentable continuará su ritmo productivo sin pararse a pensar en la que baja la media, no se sentirá insatisfecha, y por lo tanto no renunciará a su trabajo. Quizás sea una ventaja la de no tener consciencia, ni tampoco mala.

            Me preocupa que las nuevas generaciones (Y o millennial nacidos entre 1981-96 y Z del 97 en adelante, posteriores a la X) puedan entrar en esta dinámica de renuncia silenciosa al no encontrar satisfacción en el trabajo que realizan, sabiendo que parten de la base de no vivir para trabajar, sino trabajar para vivir, buscando más flexibilidad en el trabajo. Soy partidario del trabajo razonable, responsable y rentable (3R´s), adaptado a las individualidades, al tiempo que bonificar y cuidar a los más eficientes versus no poner cortapisas. Alguno, que bien me conoce, puede pensar que, por el número de horas que suelo trabajar, primo el tiempo a la calidad, pero no es cierto. Lo primero porque solo trabajo media jornada diaria, segundo debido a que me gusta mucho trabajar y ser muy rentable dando beneficios de toda índole para quien laboro, tercero por responsabilidad y cuarto por dignidad. Juan Pablo II decía que el trabajo dignifica, y personalmente me duele saber que vivo en un país con una tasa de paro muy superior a la de la mayoría de nuestro entorno, suponiendo casi 3 millones de personas. Esa misma frase la dijo anteriormente Karl Marx (1818-1883): “el trabajo dignifica al hombre” donde resumía su filosofía sobre la relación del hombre con su propia naturaleza. Considero que debemos hacer desde nuestras empresas e instituciones todo tipo de acciones, tanto materiales como extra monetarias (educación – ética – respeto y valoración), para que a las personas activas de valor añadido les permita alcanzar dicho grado de satisfacción, al tiempo que este sea proporcional al del valor personal-profesional e inversamente proporcional en el caso de los trabajadores portadores del virus de la PPA, conocidos como “Personas Poco Activas”.

            La diseminación de la PPA solo puede prevenirse por su detección temprana, basada en los métodos de control centrados en su supervivencia, investigación epidemiológica, trazabilidad de animales, sacrificio de granjas infectadas, cuarentena estricta, control de movimiento de animales y medidas estrictas de bioseguridad. De igual manera podemos evitar la diseminación de la renuncia silenciosa en el trabajo, detectando a los portadores, evitando que contagien a los “trabajadores sanos”. En la PPA los cerdos que sobreviven pueden mantenerse persistentemente infectados durante meses, lo que contribuye a la diseminación y mantenimiento de la enfermedad. Ya saben aquello de que se contagia más fácilmente la pereza que el esfuerzo, y más si este segundo no se valora, o incluso se ningunea. En un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, publicado en PLOS Computational Biology por Marie Devaine, bien lo demostraron en 2017. En términos similares de contagio de comportamientos humanos, el sociólogo de la Universidad de Harvard Nicholas A. Christakis incide en dicho contagio social, que no infeccioso, para explicar la epidemia de obesidad en Estados Unidos, como pueden leer en su libro “Conectados”. Nuestros progenitores trabajaban más horas que nosotros con menos medios, lo cual era un considerando y condicionante primario, pero muchos de ellos se sentían más realizados y satisfechos que ahora, quizás debido, entre otras muchas cosas a que a mayor trabajo más autoestima. ¿Qué piensan que ha cambiado? Quizás tan solo corresponda a una relación lineal más es más y menos es menos, o como se dice en Cataluña “més a més”. En mi opinión, que practico, esto se resumen en las 3T´s: Talento, Tiempo y Trabajo, con un efecto sumatorio tridimensional y potenciador. Como bien saben, no es lo mismo un triplete que un trío. Un ejemplo lo tenemos en las grullas sarus (Antigone antigone) con casi dos metros de altura, que suelen ser monógamas, aunque en ocasiones permiten que se una un tercer individuo, no para formar un trio sexual, con el que muchos han soñado, sino para ayudar a la cría de los polluelos de la pareja y en el caso de la nodriza tomar experiencia y práctica en el cuidado de la camada que mejorará sus futuras dotes como madre o padre, por lo que más bien es un terceto derivado de dichas sinergias en la que todos quedan satisfechos sin necesidad de hacer una renuncia silenciosa. Me quedo, a este respecto, con el concepto de educación platónico que comprende dos elementos fundamentales, como son los contenidos y sobre todo el interés y la pasión por aquello que se hace. Ya conocen aquella frase tan promulgada de hazlo con pasión o cambia de profesión, asociada a que la mejor filosofía es trabajar con alegría. Acabamos siendo, en buena parte, lo que nos han enseñado a ser.

WE LOVED YOU MA´AM. GOD BLESS THE QUEEN. GOD SAVE THE KING.

Se tarda mucho en olvidar lo que mucho tiempo llevó aprender” “Haz lo que debes y no lo que puedes” “Las buenas costumbres se han perdido desde que a los vicios se les ha dado el nombre de virtud”  Séneca el Joven – filósofo estoico romano S. I

 

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