Opinión de Antonio Palomo: MIRMECOLOGÍA

A sensu contrario como célebre expresión del siglo XVIII formulada por el filósofo y científico prusiano Immanuel Kant, como contraste entre lo que sabemos y lo que deberíamos saber, nos pone en una situación de minoría de edad inocente. Para salir de esta etapa, partimos de ser los únicos culpables cuando las causas no están tanto en la falta de entendimiento como en la falta de decisión y valor propios, que fue el lema de la Ilustración: sapere aude, ten el valor de usar tú propio entendimiento. El avance del conocimiento nos hace, a la vez, más sabios y más ignorantes. La ciencia ha avanzado más que su comprensión por las personas y mientras haya dicho desfase nos encontraremos con una resistencia, que más que irracional tiene su lógica. La única manera de reducir esa complejidad es, como decía el sociólogo alemán Niklas Luhmann en 1968 en su teoría general de los sistemas sociales, mediante la confianza, ya que la cuestión no es confiar o no, sino hacerlo razonablemente o no. Es lo que hoy conocemos como la información que desorienta. Necesitamos la ciencia para ser mejores, más libres, y estar más y mejor informados para no pasar como meros transeúntes por este azaroso viaje que es la vida, como menciona en sus publicaciones el catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid el Dr. José Manuel Sánchez Ron. Aunque algo parecido ya dijo Miguel de Cervantes hace cuatro siglos (1616): “ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña; el engaño está en quien no la sabe”. Desde mi punto de vista, una terapia adecuada es asistir a foros de conocimiento como los que he tenido la posibilidad de participar en estas dos últimas semanas, tanto el de la Asociación Americana de Veterinarios de Porcino en Indianápolis (AASV) como el XII Foro de la Asociación de Veterinarios de Porcino Ibérico (ANVEPI) en Córdoba, cuna de los estudiosos judíos Maimónides y Averroes, en la que estuvimos casi medio millar de compañeros. Quiero felicitar a la Junta Directiva, Comité Organizador y Comité Científico del encuentro en esa preciosa ciudad califal, agradecerles públicamente su hospitalidad, al tiempo que dedicarles esta columna de opinión. Y así puedo decir aquello que expresó Goya en su dibujo del Álbum de Burdeos: “Aun aprendo”.

Mi objetivo esta semana, en la que vamos a celebrar el Día del Padre, por lo que aprovecho a felicitar tanto a los José como a todo Padre, es ver como todas las personas ligadas al sector porcino podemos colaborar entre nosotros para afrontar los tiempos difíciles en los que estamos inmersos, aprendiendo unos de otros, trabajando a modo de esos pequeños insectos que bien conocemos todos como son las hormigas, y que ya se mencionaban en el proverbio bíblico 6:6-9; “sigue el ejemplo de la hormiga, mira lo que hace y aprende de ella, la cual, no teniendo capitán, ni gobernador ni señor, prepara en el verano la comida, y recoge en el tiempo de la siega su sustento”. Es la sabiduría colectiva de las hormigas que trabajan para el bien de toda la colonia. También lo decía mi sabio Padre: “el mundo iría mucho mejor si cada uno hiciésemos lo que tenemos que hacer”. De esta manera, quizás, estaríamos libres de irredentos, personas que consideran como propios a los territorios dentro de las fronteras de otra nación por razones étnicas, culturales, históricas, lingüísticas, raciales o de otro tipo, a lo que me permito añadir lo que decía el filósofo humanista judío alemán Erich Fromm en 1960: “no se puede buscar la Paz recurriendo a las amenazas”.

La Mirmecología es la ciencia que estudia a las hormigas, en inglés ants, acrónimo de mi propio nombre, lo que me inspira a trabajar como ellas. Es más, hay una especie llamada Lasius neoniger, conocida como “hormiga del día del trabajo”. Cuando mis hijas tenían poco más de 3 años vimos la película infantil americana Antz, producida por Dreamworks Animation, donde en una colonia con millones de hormigas, la obrera Z-4195 se siente insignificante dentro de un sistema conformista y decide cambiar la situación en la que vive. Igual la película no les dice nada, pero si les doy los nombres de los actores que pusieron las voces a las protagonistas, quizás sirva de aliciente. Ellos fueron Woody Allen, Sharon Stone, Jennifer Lopez y Silvester Stallone, entre otros.

Se conocen más de quince mil especies de hormigas, estimando una población mundial de diez mil billones (un millón de veces el número de personas), con más de 150 millones de años de existencia, lo que significa que ya estaban aquí cuando los humanos llegamos (cien veces más tiempo). En base a su peso medio, significa que el peso total de las mismas es prácticamente idéntico al de todos los humanos juntos, por lo que quizás, tendríamos que, tenerlas en cuenta a la hora de valorar su greenhouse. Son insectos que no son portadores de enfermedades, y que, si eliminan a otros insectos que, si las transmiten, lo que sumado a que todas las hormigas que participan en la vida social de las colonias son hembras asumiendo todo el control, ya dice mucho de ellas. Para las hormigas el servicio a la colonia lo es todo con altruismo y valentía, lo que ya me gustaría a mí que fuese así en los humanos, donde, sin duda, todos conocemos honrosas excepciones. Las hormigas macho adultas son bastante patéticas, cuya única función en la vida es inseminar a las reinas vírgenes durante los vuelos nupciales, lo cual no siempre lo consiguen. En este caso, se parecen mucho a nuestras granjas de cerdos, y a buen seguro, lo que a algún varón se le está pasando por la cabeza. Las hormigas hembras proceden de óvulos fecundados, mientras que los machos de los no fecundados. Una hormiga reina puede llegar a producir unos 150-200 millones de individuos (obreras) durante su vida biológica media, que es de unos 10-15 años, también similar a la de un cerdo. Mientras que algunos humanos, por incluirles en la especie de alguna manera, envían a sus jóvenes y adultos a la guerra, las hormigas envían a sus señoras mayores por razones laborales. A ver si es que algunos humanos vamos a ser tan belicosos como las hormigas. Las colonias de hormigas son enormemente resilientes, lo que ya me gustaría para cualquier equipo de trabajo en nuestras granjas-empresas. Quizás se deba a que se basan en el gusto y olfato, mientras que los humanos somos la principal excepción del mundo animal, que basamos nuestras relaciones en la vista y el oído. Esto hace que estos insectos hablan y escuchan mediante feromonas (10-20 terpenoides) producidas por la glándula de Dufour, lo que hace que los cerdos se parezcan más a las hormigas que nosotros en el aspecto sensorial (también emiten unos 20 ruidos diferentes), siendo expertas en la comunicación química, que las hace especies eusociales, de forma que las sociedades se forman mediante el altruismo y elevados grados de cooperación. ¡Cuánto podríamos-deberíamos aprender de las hormigas, no les parece, e incluso de los cerdos! No es menos cierto que su cerebro es relativamente rudimentario. ¿A ver si es que lo que nos sobra a los humanos es cerebro para unirnos más? Si a alguno de ustedes les interesa conocer más sobre nuestra relación con las hormigas, les recomiendo el libro del genetista americano Caryl Parker Haskins titulado “Of ants and men”. Muchas veces me he parado a ver esas hileras de hormigas donde unas van y otras vienen en perfecto orden, lo que se expresa en el cuadro de Ambroglio Lorenzetti (1340) titulado “Alegoría del buen gobierno” que retrata la ciudad de Siena gobernada en perfecto orden, donde todos los ciudadanos son productivamente activos y se comportan respetuosamente entre ellos. ¡Permítanme soñar, soy Padre!

“Ojalá que lleguen pronto los tiempos del trabajo alegre y de la alegría trabajadora” José María Echegaray y Eizaguirre (1832-1916) Ingeniero, matemático y dramaturgo español que fue ministro de Hacienda y presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

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