Opinión de Antonio Palomo: IE e ie

Opinión de Antonio Palomo:  IE e ieOpinión de Antonio Palomo:  IE e ie

Con tan solo cinco vocales, a-e-i-o-u, construimos infinidad de palabras. Actualmente la i y la e las vemos en infinidad de acepciones, fundamentalmente ligadas a la tecnología y a lo ecológico- eléctrico respectivamente. En nuestro sector la i con la a nos refiere, principalmente, a la inseminación artificial, ya que el porcino está basado en la inteligencia natural, sin dejar de lado la artificial en los avances en ganadería de precisión o granjas 4.0. A nuestro referente pionero en el desarrollo de la inseminación artificial, que este dos de octubre hace 23 años que nos dejó, quiero recordarle y honrarle en esta columna. Gracias, apreciado Santiago Martín Rillo por tu legado, una vez más. Además de jugar al rugby destacaba por su inteligencia emocional que destaco en mayúsculas (IE), ya que también la tenemos con minúsculas, haciendo referencia al instituto de empresa, donde varios de nuestros compañeros se han formado en finanzas estudiando su MBA. La inteligencia natural depende de más de un millar de genes mientras que la conciencia digitalizada depende de la tecnología asociada a la inteligencia artificial, pudiendo hablar de Homo sapiens y de Homo sphinx respectivamente. Aquellas personas IE suelen destacar sobre las ie en un amplio espectro de rasgos, y son deseables de incluir en los equipos humanos que trabajan en las granjas – empresas – administración, al igual que los Veterinarios responsables. ¿Si tuvieran que elegir uno para sus granjas y solo pudiera tener una de las dos, a quién contratarían, al IE o al ie? Si alguno no lo ha leído, le sugiero la lectura del libro del brillante psicólogo estadounidense Daniel Goleman titulado “Inteligencia Emocional” (1995). No es menos cierto que, si tiene las dos, miel sobre hojuelas. Personalmente conozco a algunos compañeros IE, otros ie, algunos ni IE ni ie, e incluso, quienes suman ambas. Me siento especialmente orgulloso de uno de ellos, que además es uno de los genios de la Unión Europea de nuestro sector porcino, que coloquialmente lo voy a llamar EU-Genio, a quien dedico esta columna de opinión. Él bien sabe los motivos, a los que se añade su presente en forma de jamones para uno de los días más importantes de mi vida.

Luego están la io y la iu, que a buen seguro a muchos les recuerdan algo, como los 1001 juegos o un partido político. En mi caso, quiero destacar a IU, la cantante de pop surcoreana número uno de su país con su canción “Lost and Found”, que no estaría de más que lo aplicásemos a estos tiempos convulsos en nuestros políticos, a ver si son capaces de encontrar las normas básicas de educación que con tanta frecuencia nos demuestran han perdido. Ya decía Nelson Mandela que la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo, así como que ningún país se puede desarrollar realmente hasta que sus ciudadanos son educados. Debo confesar que me interesa especialmente todo aquello que pueda afectar a la rentabilidad de nuestro sector porcino, como me preocupan el incremento de problemas mentales, la elevada tasa de parados, las subidas de los precios, las brechas socio económicas, así como los cuatro pilares del bienestar centrados en la alimentación, la sanidad, la educación y las fuerzas de seguridad. Estos días hemos sido testigos de la falta de leche y carne en Cuba, algo insólito, indicando una vez más como el sector ganadero es esencial, como lo fue durante la pandemia, so pena de que ciertas políticas tengan lagunas en sus memorias, que quizás, más bien, correspondan a intereses partidistas, corriendo riesgos a futuro, y no solo en países autocráticos. Aún así, lo que más me preocupa es la falta de educación, que en lo que va de siglo lo vengo observando sistemáticamente en cualquier ámbito vital, lo que me lleva a repetir reiteradamente que nos iría mejor si promulgásemos más la educación, la ética y el respeto. Ya Aristóteles lo llamó frónesis o prudencia al conjunto de la educación con la razón más la sabiduría.

El ruso – americano Isaac Asimov, profesor de bioquímica en la facultad de medicina de la Universidad de Boston en el siglo pasado, definió el anti-intelectualismo como el culto a la ignorancia, la cual ha sido una constante en nuestra historia política y cultural, promovida por la falsa idea de que la democracia consiste en que “mi ignorancia es tan válida como tu conocimiento”. No en vano, observamos conductas despóticas diarias, que, no en pocas ocasiones, van asociadas a la prepotencia, lo que, sin duda, son caldo de cultivo de la mala educación. Unido a esos titulares en las redes sociales o hechos en sede parlamentaria, más propios de la mafia calabresa, como “dales duro my friend”, “los mejores son los que tienen más facultades para medrar”, “dar cachetes en la cara” o “el jarabe democrático” …, nos podamos explicar muchas de las conductas de algunos adolescentes y también de adultos. Claro que luego todo son excusas, pretextos, evasivas, subterfugios, exculpaciones, coartadas y retrecherías. Es lo que mi querida Madre, que hoy día 3 de octubre cumpliría 89 años, hacía referencia a que se tiran de una oreja y no se llegan a la otra. Perdonen que siga la tradición confuciana de servir a nuestros padres para tratar de ser más humano. El escritor ruso Alexander Solzhenitsyn (1918-2008) que estuvo preso once años en un gulag (campo de trabajo forzado) y muy crítico con el socialismo soviético, Premio Nobel de Literatura en 1970, en el discurso de graduación de 1978 en Harvard, dijo lo siguiente sobre la cultura del legalismo, que estoy convencido les sonará de plena actualidad: “es una cultura que permite, e incluso alienta, a todos a perseguir sus propios fines egoístas hasta el límite que la ley impone”. También, puntualizaba, que la sociedad occidental y las personas libres en su conjunto, no disciernen entre la libertad de hacer lo que se debe hacer y la libertad de hacer lo que no se debe hacer, que lo definía como fundamentalismo de mercado.

Me permito recomendarles un libro de Marcia Jacobs titulado “The Excuse Book” o el de Tracey Turner “The Book of Big Excuses” que sospecho deben ser manuales de mesilla de noche de algún que otro legalista.  ¿Creen, de verdad que este es el ejemplo que debemos dar a las nuevas generaciones para que desarrollen su inteligencia emocional? Decía el eminente científico Albert Einstein que dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera. Ya del futbol ni hablamos. Me viene a la cabeza aquel adagio que dice: “si quieres saber como es ese hombrecito, dale un carguito” o lo que decía el filósofo Epicuro en el siglo IV a.C.: “nada es bastante para quien lo bastante es poco”. Si pusiéramos música a estos desaires me quedaría con la Sinfonía nº 6, “Patética”, la última de Tchaikovsky cuyo estreno dirigió tan solo nueve días antes de su muerte, que realmente se traduce por apasionada. Prefiero lo emotivo a lo sombrío. El gran escritor ruso Dostoievski, con su aguda pluma, dijo que la existencia de la culpa nos consume tras hacer el mal y que un hombre honesto no puede escapar a sus responsabilidades. Summa Cum Laude ¡Voto cuando hay elecciones, y cada día en mi derredor, por tener líderes honestos en cualquier ámbito!

“El gran beneficio que puede obtenerse de la lectura de autores premodernos es darse cuenta de que, después de todo, nosotros (los modernos) podríamos estar equivocados” – C.F.J. Marín – Académico medievalista

 

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