Opinión de Antonio Palomo: GESTIÓN DEL TIEMPO

Opinión de Antonio Palomo: GESTIÓN DEL TIEMPO, foto antonio palomoOpinión de Antonio Palomo: GESTIÓN DEL TIEMPO

En el mundo hay muchas más personas que tienen un patrimonio económico de 1 millón de euros que 1 millón de horas de vida, el equivalente en años a los días de gestación de una cerda reproductora 114 (113 ibéricas y 116 blancas) – 3 meses, 3 semanas y 3 días. Partiendo de esta base, priman los días a los euros, y si no que se lo digan a la prima de riesgo (>100) que tenemos en nuestro país, prefiriendo el que les escribe, la prima en el seguro de vida, aunque a ninguno se nos escapa esa prima con riesgo que, al menos tenemos una. Ojalá fuera cierto que nuestros gobernantes gestionasen tan bien el euro como sus tiempos. La gestión del tiempo ha sido, y sigue siendo, en mi caso particular, una de mis máximas en la vida, desde que, desde muy pequeño, mi Madre nos mencionaba aquello de que “el tiempo es oro”. Todos disponemos de 24 horas al día, que no las de Le Mans que se acaba de celebrar el 11-12 junio en el Circiut de la Sarthe en su 90 edición, y de 52,143 semanas al año, de forma que según las gestionemos, seremos más eficientes en nuestra vida. Traducido a la producción porcina equivaldría a pensar en los kilos producidos por cerda presente y año (>3.000 kilos) o día (>8 con el objetivo en 9), y no solo en el número de lechones destetados. El 2 de octubre de este 2022, hará 22 años que nos dejó uno de los referentes de nuestra profesión del siglo XX, Dr. Santiago Martín Rillo, a una edad desgraciadamente temprana, quien en el propio Hospital de la Princesa de Madrid me dijo, “Antonio, no es tan importante cuántos años vivas, que además no lo sabemos, sino cuan cualitativamente vivas. Aprovecha el tiempo”. En esta línea, quiero mencionar a otro gran referente en el campo de la Medicina del siglo XX, alumno en histología del Dr. Santiago Ramón y Cajal, el Dr. Gregorio Marañón Posadillo, quien tiene un gran hospital en Madrid en su honor, y que su ingente obra como médico y humanista pudo llevarla a cabo gracias al aprovechamiento del tiempo, bien escaso en nuestras vidas, concepto que le llevó a autodefinirse como “un trapero del tiempo”. En sus 72 años de vida tuvo cuatro hijos, escribió 125 libros, 1056 artículos científicos, 250 prólogos y 32 monografías médicas. Su hermano gemelo murió nada más de nacer y su madre Carmen a los 3 años del alumbramiento.

Siempre he pensado que en este siglo XXI trabajamos poco tiempo, con honrosas excepciones, cuando me pongo a pensar cómo y sobre todo cuánto trabajaron nuestros progenitores, lógicamente con muchos menos medios, pero con al menos el mismo talento. En el calendario laboral de la empresa para quien trabajo puedo leer que los días a trabajar este año son 225 laborables, lo que es el 61,64% de los días y 1.760 horas de trabajo sobre las 8.760 horas que tiene el año, que equivalen al 20%. Suponiendo que dediquemos a dormir 2.555 horas, una media de 7 al día (casi 30%), aún nos queda la mitad del día.  Vaya, no tenía yo tan claro lo de la regla 20/80 como hasta ahora. Personalmente solo trabajo media jornada como el homo aviator que refería el filósofo Gabriel Marcel durante la ocupación nazi de Francia. De todas formas, no dejo de pensar en la cucaracha Blatella germánica y sus 90 minutos de gloria, que son el 16% del día. Quiero decir que, si ese 20% del tiempo fuese tan bien aprovechado como el del insecto blatodeo, me daría por satisfecho. Y es aquí donde se circunscribe la gestión del tiempo. Es aquí, donde quiero introducir, honrar y agradecer a un compañero infatigable, longevo en años y prolijo en rendimiento académico y humano, gracias a su excelente gestión del tiempo. Es el Catedrático de Veterinaria más antiguo en activo de la especialidad de reproducción de la Universidad española, quien continúa generando Tesis Doctorales, esta vez defendida por el hoy Dr. José Javier Piñán Miguel, en la que tuve la honra y el honor de formar parte del Tribunal que lo evaluó la semana pasada. A ambos quiero felicitar, mostrar mi gratitud y dedicar esta columna de opinión, al tiempo que mencionar la introducción que el director de dicha Tesis, el Prof. Dr. Juan Carlos Domínguez Fernández de Tejerina, hizo mención en su discurso de entrada como Académico de número de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y Leon en 2018. Refería, como egregio ejemplo, lo siguiente: “agradezco a la comunidad Universitaria haberme acogido en su seno durante tantos años de mi vida, donde pude escalar el conocimiento y la sensatez mientras era joven, para después transmitir a todos aquellos que han querido escucharme cuán grande es nuestra ignorancia”.  Al finalizar su conferencia, en el capítulo VII donde refiere la crisis universitaria en el futuro, llega a decir algo que bien comparto, y es que “lo peor no es la pobreza económica, sino la pobreza intelectual”. Así, considero relevante unificar las competencias duras (el saber, el saber hacer) con las competencias blandas (el saber ser-estar) en y al mismo tiempo, para su correcta gestión.

Durante tantos años en la empresa privada, he tenido la oportunidad de participar en numerosos cursos impartidos internamente sobre la gestión del tiempo, que no es lo mismo que el tiempo de gestión. En no pocas ocasiones, quien lo impartía, ya adolecía, y en otras, la coherencia brillaba por sus fueros. No es menos cierto que, algo aprendimos de plataformas integrales automatizadas de dichos procesos, aunque debo confesar que los mejores mentores de la gestión del tiempo fueron mis Padres si nos ceñimos a la definición del término, que también se traduce como organización del tiempo o administración del tiempo, como aquel proceso de plantear y ejercitar el control consciente del tiempo empleado en actividades concretas, especialmente para aumentar la eficacia, la eficiencia o la productividad. Lógicamente, el talento, el conocimiento poliédrico y la capacidad de trabajo determinan hacer más trabajo real en un día, al tiempo que aplicar la máxima de mi infancia: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. No es menos relevante discernir lo importante de lo urgente, como tampoco qué es lo importante depende de para quién. Marañón afirmaba que la úlcera de estómago no es la misma enfermedad en un segador que en un profesor de Filosofía. Claro, que lo primero que quiero es desearles salud para gestionar el tiempo, ya que, sin ella, como bien decía Herófilo de Calcedonia (siglo III a. C.) a Alejandro Magno: “cuando la salud falta, la fuerza no puede actuar, la sabiduría no puede revelarse, el arte no se manifiesta y no es posible aplicar la inteligencia”.  ¡¡¡FELIZ VERANO!!!

Sonroja pensar que abunden hombres de ciencia que menosprecien la Veterinaria moderna, tan digna de todos los respetos y consideraciones, y que tanto puede influir, e influye, en la riqueza y salud de los pueblos” Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) Aragonés, Premio Nobel de Medicina 1906

 

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