Opinión de Antonio Palomo: DISFORIA

Opinión de Antonio Palomo: DISFORIA, foto Antonio Palomo YagüeOpinión de Antonio Palomo: DISFORIA

Estamos viviendo momentos contrarios a la euforia, opuesto etimológico al término disforia, que viene del griego difícil de llevar. La semana pasada nos invitó la empresa, después de una jornada de trabajo, a asistir a una comedia donde, una pareja, se autodefinían, ella negativista y él positivista. Es la versión de que polos opuestos se atraen, aunque no lo tengo tan claro sabiendo que ya desde el siglo V a.C. consideraban los griegos a Demócrito de Abdera como el filósofo risueño, y a su opuesto, Heráclito, como el filósofo llorón. A pesar del buen rato, en el ambiente se podía sentir un cierto estado de ánimo de inquietud, ansiedad e irritabilidad, que es lo que conocemos como disforia. Este trastorno del estado de ánimo va muy ligado a la difícil situación económica que vivimos a nivel tanto social como sectorial.  El distinguido y longevo economista formado en Harvard con honores magna cum laude, doctor en filosofía y miembro de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, Thomas Sowell, pasó de ser marxista a los 20 años, a rechazar dicho sistema económico a favor de la teoría económica de libre mercado, teniendo como maestro al Premio Nobel de Economía George Stigler. En su publicación Knowledge and Decisions (1980) muestra cómo el conocimiento es también una variable económica, adelantándose a lo que en este siglo XXI conocemos como la “gestión del conocimiento”. Quizás el conocimiento nos pueda prevenir de la disforia.

Comentaba que es difícil imaginar una manera más estúpida y peligrosa de tomar decisiones que poniendo esas decisiones en las manos de gente que no paga ningún precio por estar equivocada. Warren Buffet se refería al dios mercado como que, a diferencia del Dios verdadero, el mercado no perdona a los que no saben lo que hacen. Se me están ocurriendo muchas personalidades, mejor dicho, personajes de nuestro arco parlamentario. No menos interesante me parece la reflexión que hacía Sowell sobre nuestra sociedad actual, a la que se refería concretando: se ha creado un mundo donde el éxito de otras personas resulta ser una ofensa en lugar de un ejemplo. Podría poner algunos ejemplos. A renglón seguido, afirmaba que, uno de los tristes signos de nuestros tiempos es que hemos demonizado a los que producen, subsidiando a los que se rehúsan a producir y canonizando a los que se quejan (“victimistas u ofendidillos”). Conozco a algunas personas encuadradas aquí, que no me extrañaría nada que tuviesen disforia. Seguro que a ustedes también se les ocurren numerosos prototipos, que viene de proto y tipos, aunque a buen seguro que prefieren el Protos reserva 2015. Aquí tengo que declararme absolutamente un ignorante asesorado por uno de mis hermanos con un paladar más exquisito que el mío. Este es el peor de mis cinco sentidos, aunque no me preocupa en absoluto, ya que como bien dice Alejandro Sanz en su canción titulada “Yo no quiero suerte”: no quiero suerte, yo te tengo a ti, y yo creo en el valor de atreverse a vivir. También tengo un pequeño remedio en términos culinarios para combatir la disforia, que es uno de los síntomas de la hipoglucemia, y es tomando siempre un postre rico, como bien saben los que me conocen.

El grupo musical Dvicio Taburete, en su canción titulada los 5 Sentidos, decía: “tú me alimentas los cinco sentidos”. Y en este sentido, quiero referirme a lo que en una reunión sobre la situación de nuestro sector porcino mencioné durante la semana pasada, dando lugar a un interesante debate. Estamos en momentos complejos de gran volatilidad, donde la toma de decisiones no es nada sencilla, pero si muy necesaria, por lo que las mismas precisan de tener datos objetivos con una precisa cuantificación basada en un profundo conocimiento del sector, llevando a cabo esa buena gestión del conocimiento que nos enseñó Sowell. En mi caso particular, y estoy seguro, que también, en el de muchos de ustedes, el porcino nos alimenta los cinco sentidos. Como bien me refería una excelente compañera segoviana, joven promesa de nuestra maravillosa profesión, que los más noveles de nuestro sector son unos “friquis del porcino”. Bien estoy seguro de ello, y me queda la tranquilidad en este momento tan complejo de saber que ya está aquí mi renovación, como escuchaba decir a mi Padre en los albores de su vida refiriéndose a sus nietos. ¡Que gran verdad, y que alegría me da ver en los equipos técnicos de las empresas y las granjas a muchas personas a las que doblo en edad! Forward always forward.

No debemos confundirlo con la película de los hermanos Marx titulada “Los cuatro cocos” (Cocoanuts, 1929) donde ahondaban en lo que para ellos era el dinero en una trama que se desarrolla en base a gestiones de dudosa reputación para salvar un hotel en crisis, llevando a cabo acciones para aliviar la situación económica, que no son precisamente las más loables. Les recomiendo esta película, que, aunque seguramente no aporte soluciones financieras aplicadas a nuestro sector hoy, si algunas reflexiones y por supuesto 90 minutos divertidos.  Los hermanos Marx eran cuatro (Chico, Groucho, Harpo y Zeppo), como mis sentidos en positivo. Aunque en la referida película cinco canciones las compuso el mismo autor, otra vez cinco. Aquí dejo reflejada mi preferida y dedicada a nuestro sector en los próximos ciclos productivos: “When my dreams come true”. Me quedo tranquilo pensando en que los elementos de la naturaleza son cuatro o cinco, normalmente agua, aire, fuego y tierra, a los que muchas doctrinas antiguas añadían el éter, también conocido como la quintaesencia. Para los presocráticos eran los cuatro primeros y para la medicina tradicional china cinco: agua, fuego, madera, metal y tierra. Claro que el 95% del cuerpo de los seres vivos está formado por cuatro componentes orgánicos, como son el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, también conocidos como bioelementos básicos de la vida o biogénicos, a los que comúnmente se añaden el fósforo y el azufre, indispensables para la vida y denominados CHONPS. En nuestras granjas, el periodo de tiempo de 5 meses (150 días), también es esencial tenerlo en cuenta para hacer cualquier valoración o tendencia, tanto técnica como económica, siendo la base de los ciclos productivos: reproductivo como intervalo entre partos y periodo de vida de un cerdo desde nacimiento a matadero. Esto significa, entre otras cosas, que lo que veamos a pie de granja durante ese periodo impactará en los datos financieros los siguientes cinco meses, como mínimo. Considero que es importante distinguir entre el significante y el significado para evitar hacer juicios subjetivos con una correcta gestión del conocimiento, a efectos de tomar decisiones que no sean equivocadas y nos evitemos la disforia.

VIVA SAN FERMÍN Y FELICIDADES A QUIENES CUMPLEN AÑOS EN ESTE MES DE JULIO, ALGUNOS A LOS QUE BIEN CONOZCO Y ESTIMO.

Demócrito no está loco, en absoluto, sino que está con toda razón riéndose de las tonterías de la humanidad. Creo que hay dos causas de su risa, las cosas buenas y las cosas malas, pero se ríe de una cosa: de la raza humana” Hipócrates de Cos (460-370 a.C.) Médico griego llamado el Grande, contemporáneo de Sócrates y Platón

 

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