Opinión de Antonio Palomo: CONATOS

En la Ética Spinoza afirma que “cada cosa se esfuerza, cuando está a su alcance, en perseverar en su ser”. Ese esfuerzo es a lo que denominó conatus, que desde mi punto de vista no deja de estar de actualidad, y al que relega el nuevo plan de estudios de bachiller. En nuestro sector estamos, y debemos, redoblar los esfuerzos para mantenernos a flote en este mar turbulento de precios de materias primas y con dudas sobre la evolución en el precio del cerdo. Menos mal que a partir de septiembre solo se va a estudiar la historia a partir de 1812, que además fue bisiesto y año en que Beethoven compuso la Octava sinfonía, lo cual no me parece mala referencia. Entiendo que ello se debe a que el 19 de marzo en Cádiz se promulga la Constitución española de 1812, momento en que el ejército anglo-portugués asediara a los franceses en la Batalla de Badajoz.  Me surgen dudas de si toman la referencia debido a que el 7 de junio de dicho año 1812 nació mi tocayo Antonio Bachiller y Morales, profesor cubano. En dicho caso, sabiendo que Darwin nació en 1809, nos vamos a perder la teoría de la evolución, o es que, ¿quizás no estamos evolucionando? Al menos eso obviará a los nuevos bachilleres a emular la hipótesis del mono borracho propuesta por Robert Dudley, biólogo de UC Berkeley, y quizás ayude a reducir el consumo de alcohol, al no evidenciar que la enzima que metaboliza el etanol, la ADH4n presente en los primates actuales y humanos, ya existía hace 10 millones de años. Cómo es posible que se vayan a perder la importancia del “agua de vida” que los celtas producían al destilar cebada y centeno, lo que hoy conocemos como whisky. O no sepan qué los egipcios y sumerios elaboraban cerveza a partir de la cebada hace 12.000 años. Bueno, así tendremos más cebada para alimentar a nuestros animales.

Y eso de pasar de curso con dos suspensos y graduarte con un suspenso, me deja en shock, ya que, en nuestro propio reglamento de bienestar animal de porcino, no pasamos la certificación con un suspenso, lo que demuestra el grado de exigencia para animales y humanos.  ¡Vamos mal! No obstante, no todo es negativo, ya que tan solo 210 años y 14 días después, tuve la oportunidad de impartir un curso de bienestar animal porcino en el Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres, con la agradable sorpresa de encontrarme con un grupo de aplicados colegas dedicando su fin de semana a formarse junto con dos alumnos de Veterinaria de segundo, es decir nacidos en este siglo XXI, que mostraron un interés superlativo y dieron muestras de gran respeto, educación y ética por nuestra profesión. Sus nombres son Angélica y Jesús, a quienes, junto a los organizadores del curso, Dres. Miguel Ángel y Francisco, quiero felicitar y dedicar esta columna de opinión. La semilla está puesta y confío en que estamos delante de una gran plétora. Los que bien me conocen, saben que creo tanto en el conatus como en los compañeros más jóvenes, sin olvidar aquello de quien abre caminos se araña las piernas. Y es que ya lo decía el pensador alemán Martín Heidegger, que quien es, lleva a cabo un conjunto de acciones que garantizan no solo su supervivencia, sino que incrementa su potencia vital. Creo en potenciar a las personas con las que convivo y trabajo, y no solo en sacar el máximo potencial genético de nuestros animales ya que, sin lo primero, difícilmente conseguiremos lo segundo. De hecho, el filósofo holandés Spinoza al esfuerzo lo llamaba deseo, de tal forma que cuando este se encuentra con personas o situaciones que le impiden desarrollarse, el individuo se ve invadido por un sentimiento de tristeza, mientras que, cuando este se encuentra con seres o situaciones que aumentan su ser, le embarga un sentimiento de alegría. En el primer caso, como mencionó René Descartes, lo urgente nos impide pensar en lo importante. Desde mi punto de vista, este aspecto nos hace desperdiciar tiempos valiosos para “tapar desollones” en vez de avanzar de forma resoluta y resolutiva. No olvidemos que el demonio se encuentra plácidamente en los “casis” y en los “y si´s”.

Conato viene del participio latino conatus, que significa tentativa, intento, esfuerzo físico o moral por lograr algo, o sencillamente continuar mejorando. Un gran profesor que tuve en la escuela, Don Jesús, siempre nos decía que con esfuerzo y continuos intentos es muy posible alcanzar lo que te propones. Personalmente estoy muy de acuerdo, aunque entiendo que no es menos cierto lo que reflejaba Aristóteles sobre el deseo humano, haciendo referencia a que el ser humano no desea hacer algo porque piense que es bueno, sino que piensa que es bueno porque quiere hacerlo. Y si a este pensamiento añadimos un par de copas de vino canario de la bodega Conatus, y especialmente su primer vino tinto llamado Conatvs, que amadrinó la primera mujer enóloga de España y miembro de la Real Academia de Gastronomía llamada Isabel Mijares en 2017, nos puede llevar a perder la medida de las cosas y cometer errores de valoración, derivado de olvidarnos de nuestras limitaciones humanas abordando emprendimiento de proyectos desaforados, o lo que es lo mismo, no medir la fuerzas. En la situación actual de incremento de precios de las materias primas es esencial poner especial atención al circulante, lo que nos exige un esfuerzo financiero considerable. Atemos bien el conatus permanente y dejemos el conatvs para las celebraciones puntuales. No olvidemos que, nos sentimos más expuestos al peligro cuando le damos la espalda, lo que bien queda reflejado en el adagio de que “ante la dificultad, cojamos al toro por los cuernos”, o lo que bien menciona un sabio refrán africano que dice: pongamos el mundo de nuestro lado ya que el buen jinete adapta su cuerpo a la grupa del caballo.

Finalmente, en este esfuerzo para continuar mejorando, creo firmemente en partir de los tres filtros de Sócrates, como son la bondad, la verdad y la utilidad. Para ello debemos comenzar con la concordancia entre lo que se cree, dice y piensa, y lo real. Ya que, si no es real, ¿cómo lo puedo mejorar

LES DESEO UNA FELIZ SEMANA SANTA.

“Todo crecimiento depende de la actividad. No hay desarrollo físico, intelectual o técnico sin esfuerzo, y el esfuerzo significa trabajo” John Calvin Coolidge (1872-1933) Trigésimo presidente de los Estados Unidos