Opinión de Antonio Palomo: COMPLEJOS Y/O PREJUICIOS

FORO AGRO GANADERO, OPINION ANTONIO PALOMOEn una columna de opinión anterior hablamos de Síndromes y mencioné que abordaríamos los Complejos. El más conocido y con mayor impacto económico en nuestras granjas de porcino es el Complejo Respiratorio Porcino (CRP). En el mismo están involucrados bacterias, virus y parásitos, lo que hace que sea tan complejo, tanto su diagnóstico preciso como su control. Bien sabemos que en estos casos también es importante discernir la pirámide etiológica e identificar tanto cronológicamente como por orden de importancia epidemiológica y clínica, cada uno de los agentes involucrados, que para eso tenemos el PCR, y no solo para poder viajar ahora. Tenemos muchos medios para controlar el CRP en nuestras granjas, disponiendo de una excelente gama de vacunas para incluso prevenirlo, por lo que es más sencillo de controlar que los top ten de los complejos que nos afectan más comúnmente a los humanos, como son el complejo de inferioridad, superioridad, Peter Pan, Cenicienta, Edipo, Electra, Otelo, obesidad, estatura y el de la nariz. Siempre me ha llamado la atención que los dos primeros tienen el mismo origen, y es una baja autoestima, cambiando solo la reacción, de tal forma que, en el segundo caso, actúan intentando enmascarar dicho complejo. Pero no es menos cierto que afortunadamente hay muchas personas con pocos complejos, como la matemática americana Nan McKenzie Laird que cuando empezó a estudiar en la Rice University of Houston (Texas) en 1961 era la única mujer de su clase y acaba de ser la primera mujer en ganar el Premio Internacional de Estadística 2021 (conocido como el Nobel de Estadística) por sus aportaciones al estudio de datos longitudinales como por ejemplo los relativos a estudios clínicos de pacientes bajo tratamientos prolongados en el tiempo. Conozco otra persona, pilar de mi vida, que carece de complejos, aunque lleva dos años trabajando en uno de los cinco grandes complejos hospitalarios de Madrid como sanitaria mejorando la vida de pacientes de coronavirus/SARS-CoV-2 con más de una centena de decesos vividos en directo, a pesar de su menos de cuarto de siglo de vida, y que más bien es una fortaleza humana con una capacidad de superación y vocación inaudita, y que es mi hija Valeria, a quien quiero dedicar con gran orgullo y sin complejos esta columna de opinión al cumplirse estos dos años de su graduación, además de aprovechar para felicitar a todos ustedes por estar vivos.

No olvidemos que complejos y traumas están íntimamente ligados. El escritor y filósofo francés Jean Bertrand Pontalis definía los complejos como un conjunto organizado de representaciones y recuerdos dotados de intenso valor afectivo, parcial o totalmente inconscientes cual vía regia. Este término lo aplicó por primera vez el psicólogo suizo Carl G. Jung, que como bien saben lo popularizó Sigmund Freud. Quien más y quien menos tenemos algún complejo, aunque personalmente me preocupan algunas personas que hacen acopio de varios, sin además ser conscientes de que los tienen, lo que es el primer paso para superarlos, o al menos tratar de que no nos condicionen nuestras vidas diarias. En mi caso, desde muy joven me propuse dedicar muy poco tiempo a los complejos, y hacer de dificultad oportunidad. Muchas de las personas de mi entorno me habéis escuchado decir que debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, reforzar nuestras virtudes y ser realistas y positivos, algo que llevo a cabo cada día de mi vida, y que considero muy importante cuando trabajamos con equipos humanos en nuestras empresas y actividades profesionales. Son numerosas las personas que solo precisan que les digan que pueden, que valen mucho, y más en una sociedad del riesgo global donde no son pocos los que ejercen de “pájaros negros” provocando lo que el politólogo estadounidense Aaron Wildavsky llamó en 1994 la “desconfianza eficaz”. Creo firmemente en que apoyar y potenciar a las personas da muchos mejores resultados a medio-largo plazo que coaccionar, dividir, excluir, manipular y minusvalorar. Agustín de Hipona decía aquello de “obedece más a los que saben que a los que mandan”, a lo que añado que, si los que mandan además saben, entonces tenemos miel sobre hojuelas. Si vamos a su origen, complejo viene del latín complectere que significa abarcar y abrazar. Con esta acepción no estoy tan seguro qué no se te pasen algunos complejos, ya que como todos saben y con lo que estoy muy de acuerdo es que “me gustan esos abrazos con los que sin querer se te cierran los ojos”.

El complejo es un factor psíquico cuya valencia energética supera temporalmente al de la consciencia, reduciendo nuestra libertad de pensamiento y de acción, dañando nuestra voluntad y memoria. Esto guarda mucha similitud con las consecuencias de los procesos de stress, que como podemos comprobar una vez más debemos diferenciar entre humanos y animales, evitando humanizar a los animales, ya que veo alto improbable que, alterando el bienestar de nuestros cerdos, algo contrario a nuestra praxis, pierdan voluntad y memoria. Quizás por ello, los cerdos tienen menos complejos que los humanos. Somos 7.700 millones de personas en el planeta, cada uno diferente al otro, por lo que tenemos distintas opiniones y puntos de vista, que condicionan nuestra forma de pensar, de actuar y nuestro propio aspecto. Son demasiadas las personas que prejuzgan, que tampoco es el caso de los cerdos, que se limitan a tener y respetar sus jerarquías, además de definir claramente sus áreas de alimentación, confort y suciedad, que muchos humanos no tienen claras, y si no solo tenemos que irnos a una plaza, una playa o un descampado después de un botellón, término de la última década del siglo XX en España, que define la costumbre de reunirse en la vía pública para socializar mientras beben, y que según la RAE es una reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas. Como saben, hace unos días se declararon los dos primeros focos de peste porcina africana en cerdos domésticos en Alemania, precisamente en granjas orgánicas, donde se agrupan cerdos al aire libre, como en nuestras granjas de extensivo del cerdo ibérico y las de producción ecológica de cerdo blanco, lo que supone un riesgo sanitario importante, como supone el botellón, y lo estamos viviendo, con un alto número de contagios por Coronavirus. No estaría mal saber si esto obedece a algún complejo, es fruto del metanol o de lo que el filósofo polaco de origen judío Günther Anders denominaba el carácter anticuado del hombre, lanzando el lema “si no podemos cambiarlo, démosle la bienvenida”, base de la creencia ingenua del progreso que también iría muy ligado al dicho de que “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.

Esto lo veo muy relacionado con que el estado de alarma fue inconstitucional vs estado de excepción, pero me alivia saber que en la sociedad actual la distinción entre riesgo y peligro traspasa el orden establecido. Para los cerdos es mucho más sencillo, ellos de forma instintiva responden tan solo al peligro, no diferenciando alarma de excepción. Claro que en una sociedad donde los expertos son relativizados o destronados por contraexpertos, todo cabe. Sería importante definir qué es realmente un experto en un tema vs tertuliano. Esto me recuerda a la película americana de intriga de Joseph Ruben (1991) titulada Durmiendo con el enemigo (Sleeping with the enemy) con Julia Roberts como protagonista, quien huye de su malvado marido a Iowa, que como todos saben es uno de los estados americanos referentes del porcino y conocido como el Corn State. Ahora me surge la duda de si me gustan más los cerdos o Julia. Lo que tengo claro es que no es ni un complejo ni un prejuicio que me puedan gustar ambos. Ya a mediados del siglo XVIII el alemán barón de Holbach decía en su Ensayo sobre los Prejuicios, que la ignorancia, los errores y los prejuicios de los hombres son las fuentes de sus males, y la verdad el remedio, ya que tarde o temprano se impondrá sobre la mentira. Añadía que, en el mundo en que vivimos, todos alardean de amar la verdad; sin embargo, nadie quiere escucharla y muchos condenan a quienes se atreven a enunciarla. Han pasado 300 años y no me dirán que no está de rabiosa actualidad. ¿Quizás es que hemos avanzado mucho tecnológicamente y muy poco humanamente?

“No hay locura que no se castigue a si misma”. Séneca el Joven (siglo I d.C.) Filósofo y escritor romano.               

“En el pecado llevan la penitencia”. Dionisia Yagüe Benito (1943-2001)

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA   

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