Opinión de Antonio Palomo: CADENA ALIMENTARIA

Opinión de Antonio Palomo: CADENA ALIMENTARIA, foto antonio palomo YagueOpinión de Antonio Palomo: CADENA ALIMENTARIA

Decía el orador romano Cicerón que el placer de los banquetes debe medirse, no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación. No puedo estar más de acuerdo, aunque sin alimentos no hay banquetes, ni tampoco bancos de alimentos. De aquí la importancia de que consideremos la cadena alimentaria, que guarda relación directa con la cadena trófica. Esta segunda es el proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies de una comunidad biológica, en la que cada una se alimenta de la precedente y es alimento de la siguiente, manteniendo el equilibrio de los ecosistemas. De esta manera, los humanos terminamos formando parte de esta al comernos los alimentos que adquirimos, y por lo tanto formando parte de la cadena alimentaria en su último eslabón, al menos de momento. Hay algunos organismos autótrofos, es decir, que se alimentan así mismos al producir su propia comida. Bien conocemos los fotoautótrofos como las plantas, las algas o las cianobacterias que utilizan la energía solar para producir azúcares a partir del dióxido de carbono mediante la fotosíntesis. Creo que algunos piensan que por poner placas fotovoltaicas en su casa ya son autótrofos y más ecologistas que los que no disponen de ellas. También están los quimioautótrofos que usan la energía de sustancias químicas mediante la quimiosíntesis (oxidación del ácido clorhídrico) para producir compuestos orgánicos, como aquellas bacterias que habitan en los fondos marinos en ausencia de luz solar.  Los organismos heterótrofos, es decir, que se alimentan de los otros, o bien de sus productos, son los animales, los hongos y muchas bacterias. En este grupo también nos incluimos los humanos.

Dentro de dicha cadena trófica, la energía que adquieren unos organismos al alimentarse de los anteriores hace que esta se transfiera entre los diferentes niveles. Aunque, esta transferencia es bastante ineficiente, lo que acota la longitud de las cadenas alimentarias. De la energía ingerida en cada estrato, parte de ella se almacena como biomasa formando parte del cuerpo del propio organismo (necesidades de mantenimiento), que es la que queda disponible para el siguiente nivel trófico, siendo tan solo de alrededor del 10%, y a la que se conoce como la regla del 10% de transferencia de energía. El resto de la energía proveniente de los nutrientes se disipa en forma de calor al utilizarse en el metabolismo celular, otra parte importante es excretada en las heces al no ser digeridos, además de tener en cuenta la que se pierde en aquellos organismos que mueren. Viendo esto, podemos estar muy satisfechos de la gran eficiencia alimentaria que dentro de la cadena trófica tienen nuestros cerdos, al tener una elevada eficiencia energética. Sirva de ejemplo que una cerda lactante, transforma en leche el 70% de la energía ingerida extra del pienso. No estoy muy seguro, que en nuestro ministerio de consumo y el de asuntos sociales tengan claro esto, o bien formen el cuarto miembro en discordia, que no concordia, de los bien conocidos tres maestros de la sospecha: Karl Marx, Sigmund Freud y Friedrich Nietzsche. Ya me gustaría que tuviesen al menos un 10% de la capacidad cognitiva de esta tríade intelectual de todos los tiempos para favorecer la longevidad de nuestra cadena alimentaria.

La semana pasada la Cámara de España anunció el encuentro internacional sobre la cadena alimentaria a celebrar en Barcelona los días 21 y 22 de marzo. Ya en el año de las Olimpiadas, se realizó laDeclaración de Barcelona 1992, en la que los participantes se comprometieron a impulsar medidas para potenciar el sector agroalimentario sobre la base de la sostenibilidad, la accesibilidad y la tecnología. El sector agroalimentario de nuestro país es, gracias al esfuerzo de las empresas, y a la calidad y excelencia de los productos, la cuarta potencia europea y la décima en el mundo. Su aportación a la economía española es esencial: representa el 9,2 % del valor añadido bruto total; da empleo a 2,3 millones de personas, y representa en torno al 20 % del total de las exportaciones españolas. Sin embargo, este sector, como el conjunto de la economía, las personas, las empresas y las administraciones, debe someterse a un profundo proceso de reflexión y transformación, para hacer frente a los enormes desafíos que tenemos frente a nosotros. Para su desarrollo, necesita incorporar, en su estrategia, la digitalización, la ciberseguridad y la sostenibilidad; potenciar la trazabilidad y seguridad alimentaria; poner el acento en la mejora relacional con los clientes; y perfeccionar aspectos de internacionalización que incrementen la competitividad de las empresas, en palabras de José Luis Bonet, presidente de la Cámara de España. Es, por tanto, una Cumbre que resulta de la colaboración público-privada, condición necesaria para garantizar su éxito y esencial para el impulso y transformación de nuestro sector agroalimentario. Se precisa generar valor para afianzar el crecimiento, poniendo de manifiesto la importancia de las cadenas de suministro eficientes y las formas alternativas de cultivar, procesar, transportar y comercializar alimentos a los consumidores.

No estaría de más, por tanto, que la psicóloga, y no tengo muy claro si ministra de derechos sociales y agenda 2030 o activista, se retractase de aquello de “tanques a Mercadona y jamones para Putin”. De lo segundo participo absolutamente, de lo primero disiento. Quizás, la osadía y la ignorancia la confundan a la hora de entender la estructura de la cadena alimentaria o es que desconoce el uso de la razón práctica llamada moralidad que refiere el catedrático de ética y decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, Norbert Bilbeny, sobrepasando los límites del ser humano, es decir de la dignidad. No son pocos los que se encuadran en el fenómeno de la metamoral, es decir, con ausencia de conducta moral. No creo que atacar y/o insultar den credibilidad, ni mucho menos estabilidad sostenible, tan necesaria en cualquier faceta de la vida y mucho más en cualquier cadena para evitar romper algún eslabón de la cadena. En este punto, voy a dar mi opinión parafraseando al griego del siglo VI a. C. Esopo, inventor del género de las fábulas, y que, en su corta vida de 36 años, nos dejó grandes reflexiones como la siguiente, que está en plena vigencia: “Unos bueyes arrastraban un carro. Como el eje rechinaba, volviéndose la dijeron: ¡Anda!, mientras nosotros llevamos todo el peso tú chillas”. Así, también pasa con algunas personas, mientras unos se esfuerzan, otros fingen fatigarse. Son los argumentos los que deben servir a los hechos, y no a la inversa. Vayamos al fondo, del latín fundus, o fundamentos, así como a la regla de oro de la conducta social, por aquello de los derechos sociales, donde se menciona lo de que no quieras para los demás lo que no quieres para ti. Es lo que hoy se conoce como recompensa emocional o moral (remuneratio), que es un plus a las remuneraciones materiales por nuestra actividad.

“If you can´t fly then run, if you can´t run then walk, if you can´t walk then crawl, but whatever you do you have to keep moving forward”.  Martin Luther King Jr. (1929-1968) Premio Nobel de la Paz 1964

 

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